22.

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- Ughhh! No sé qué era peor, si encontrarlas peleando como locas en la sala o encontrarlas haciendo lo que sea que están haciendo en ese sofá. Dijo Andrew al entrar al apartamento y encontrar a Carina sentada a horcajadas sobre Maya en un tórrido intercambio de besos y caricias. – Creo que no volveré a sentarme ahí nunca más. Añadió disgustado.

- Actúas como sí tú nunca tuvieras sexo. Dijo Carina, levantando ligeramente la cabeza para ver al chico, pero sin levantarse de encima de Maya, provocando que la rubia soltara una pequeña carcajada.

- Pero no lo hago en frente de mi hermana, ni con su mejor amiga. Añadió Andrew sarcásticamente.

- Creí que ya habíamos superado esto. Gruñó Carina.

- Sí, sí y estoy feliz de que estén felices, pero no me agrada encontrarlas así. Señaló Andrew disgustado hacia el lugar en donde se encontraban las chicas.

- Como si no te hubiera visto en peores situaciones. Bromeó Maya, mientras movía delicadamente a Carina para que esta se sentara a su lado. – Recuerdas la otra vez, con la pelirroja que conociste en el bar, ella estaba doblada so...

- ¡Detente! No quiero escuchar más. Exclamó Carina, silenciando a Maya con la palma de su mano.

- Vez, no es nada agradable. Añadió Andrew.

- Bueno, pera ya no tendrás que preocuparte mucho por eso. Sonrió Carina pícaramente.

- ¿A qué te refieres? Preguntó Andrew al ver el rostro de su hermana.

- Conseguí un apartamento cerca de la academia, me mudo la otra semana. Exclamó Carina emocionada. – Al fin, voy a dejar de compartir habitación con mi estúpido hermano menor. Bromeó Carina.

Andrew se mantuvo en silencio por un segundo, observando detalladamente el rostro de las dos chicas.

- Creí que... ya saben ahora que las dos están juntas o lo que sea, tal vez ibas a quedarte a vivir aquí solo te mudarías a la habitación de Maya. Añadió Andrew confundido.

- Sí, tuvimos una conversación sobre eso. Dijo Carina tomando la mano de Maya y acercándose más a ella.

- Verás, queremos llevar las cosas con calma y no correr o saltarnos pasos importantes. Interrumpió Maya. – Vivir juntas suena como demasiado, demasiado pronto.

- Sí, lo entiendo. Asintió Andrew. – Y me alegra saber que tendrán otro lugar para hacer sus cosas y no tendré que encontrarme con estos espectáculos. Bromeó el chico.

- No te emociones tanto, que aún vendré de vez en cuando a molestarte. Rio Carina, provocando que Andrew torciera los ojos.

Pasaron el resto del día bromeando, platicando sobre el nuevo apartamento de Carina y haciendo planes para la mudanza de la próxima semana. Las chicas planeando desde ya aprovechar al máximo los últimos días y noches que vivirían bajo el mismo techo.

La siguiente semana...

- ¿Lista? Preguntó Maya, mientras cargaba las últimas maletas de Carina en el carro.

- Lista. Afirmó la italiana, abrazando a la rubia por detrás. – Te voy a extrañar. Añadió, mientras le daba un beso en el cachete.

- Lo sé, yo también. Pero no es como que te vayas muy lejos y aún nos seguiremos viendo seguido. Dijo Maya, girándose para verla a los ojos.

- Lo sé, lo sé, estoy siendo un poco dramática, pero es que no será lo mismo.

- Todo estará bien, ¿ok? Dijo Maya para animarla.

- Ok. Asintió Carina. – Pero sabes que puedes llamarme por cualquier cosa, si quieres hablar, si no puedes dormir, si tienes pesadillas, si me extrañas o simplemente si estás aburrida. Divagó la italiana.

- Por supuesto que lo haré, tú teléfono explotará por la cantidad de veces que te voy a llamar. Bromeó la rubia.

En su interior lo que le preocupaba a Carina y no se atrevía a expresar, era pensar que en cualquier momento Lane Bishop podría volver a buscar a Maya y ella no estaría para protegerla. Recordaba como hace poco tiempo Maya vivía con miedo, se asustaba con cualquier ruido y todo el tiempo vivía preocupada y a la defensiva. A Carina le asustaba pensar que estando sola esa Maya podría volver o aún peor que Lane la encontraría y la lastimaría. Es cierto, Maya no se quedaba completamente sola, Andrew seguiría ahí y cuidaría de ella como si fuera su propia hermana, pero aún así sentía un poco de impotencia al no poder envolver a la rubia en una burbuja que la mantuviera feliz y a salvo por siempre.

¡Beep, beep!

La conversación de las chicas se interrumpió por el sonido del claxon y la voz de Andrew desesperado.

¡Beep, beep! – Necesitamos irnos o no terminarás de desempacar hoy. Gritó Andrew desde el asiento del piloto.

Ambas chicas subieron al carro, Carina en el asiento de adelante y Maya atrás y los tres emprendieron el camino hacia el nuevo hogar de la italiana.

Habían decidido que no pasaría esa noche juntas, Maya tenía que levantarse muy temprano al siguiente día y no quería molestar a Carina que estaba cansada por la mudanza. Además, aunque no hubiera sido mucho tiempo el que vivieron bajo el mismo techo, debían acostumbrarse a vivir separadas.

En su habitación Maya daba vueltas como loca en la cama, incapaz de conciliar el sueño. No podía creer que Carina se hubiese vuelto tan indispensable en su vida. No llevaban tanto tiempo de conocerse, pero sentía la necesidad de tenerla cerca. A penas y habían pasado unas noches desde su primera noche juntas, pero aprovecharon cada una de ellas, y ahora que se encontraba sola en su cama sentía un vacío enorme. Maya Bishop, la que se negaba profundamente a las relaciones, la que creía que la monogamia era para los débiles, se moría por tener a una única mujer entre sus brazos. Demonios, ni siquiera eran novias oficialmente y ya la extrañaba tanto, pero habían quedado en ir despacio y ella cumpliría su promesa.

My brother's roommateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora