16.

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- Necesito que te cubras los ojos con esto y nada de espiar. Dijo Maya en el automóvil mientras le daba a Carina un pequeño pañuelo.

Carina se cubrió los ojos lentamente, no sin antes darle a Maya una mirada de súplica tratando de hacer que le dijera a dónde se dirigían.

- Sabes que la curiosidad me está matando, ¿verdad?

- Shhh! Te va a encantar, lo prometo. Fue lo último que dijo Maya antes de continuar su camino.

- Ok, ya puedes ver. Dijo Maya emocionada mientras terminaba de parquear el automóvil.

- ¿Mi academia de baile? Preguntó Carina incrédula y un poco decepcionada.

- Sí, la sorpresa está adentro. ¡Vamos!

Maya tomó la mano de Carina y la guio hacia el interior del edificio a través de una puerta de servicio. Luego caminaron a través de pasillo, que Carina jamás había visto, hasta la entrada trasera del auditorio. Maya sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la pueta, dándoles paso al inmenso escenario.

- Maya, ¿en dónde las conseguiste? Nadie puede entrar al auditorio sin autorización. Murmuró Carina preocupada por ser descubierta por alguna autoridad del lugar.

Maya se limitó a tomar la mano de Carina y llevarla hasta el centro del escenario. – Quédate aquí, no te muevas. Ahora vuelvo. Le dio un beso en la mejilla y luego desapareció del lugar dejando a Carina totalmente confundida.

De repente los reflectores se encendieron, alumbrando directamente a Carina y una melodía tenue invadió el lugar. Carina inmediatamente entrecerró los ojos por la luz y miró alrededor del auditorio en búsqueda de Maya, pero no la encontró en ninguna parte. De repente el volumen de la música subió y reconoció al instante la canción, una de sus canciones favoritas. Los recuerdos la invadieron, Carina, Andrea y su madre bailando en la sala de su antigua casa en Italia. El pequeño Andrea no tenía idea de lo que hacía, mientras Carina y su madre se movían al ritmo de la música y se reían del pequeño Andrea y sus locuras. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios ante el recuerdo. De repente sintió como unos brazos rodeaban su cintura por detrás, provocando una corriente de escalofríos por todo su cuerpo. Maya se colocó de puntillas y apoyó su mandíbula sobre el hombro de Carina, dejando un tierno beso en él.

- ¿Cómo conoces esa canción? Preguntó Carina con los ojos cerrados, la cabeza inclinada hacia atrás, apoyada sobre la rubia y se dejándose llevar por los movimientos de Maya, que se mecía de un lado a otro al ritmo de la canción.

- ¿Recuerdas la noche que conociste a Vic, el día que cenamos los cuatro en casa?

- Mhmmm. Murmuró Carina mientras asentía con la cabeza sin abrir los ojos.

- Bueno, pues esa noche recuerdo que salí de mi habitación y lo primero que vi fue a ti bailando alrededor de la sala al ritmo de esa canción. Quedé hipnotizada viéndote girar y saltar como una niña feliz, era una cosa increíble de ver. Te veías tan envuelta en tu mundo, disfrutando cada segundo, cada estrofa, cada movimiento que ni siquiera notaste cuando Vic y yo salimos de la habitación. No conocía la canción, pero en ese momento supe que tenía que conocerla. El día siguiente le pregunté a Andrew y me contó la historia de como solían escuchar esa canción cuando eran niños y lo felices que eran bailando junto a su mamá. Así que pensé que era la canción perfecta. Dijo Maya sin separarse de Carina.

- ¿Perfecta para qué? Preguntó Carina confundida, mientras giraba y rodeaba el cuello de la rubia con sus brazos.

- Para que bailes en este escenario. Exclamó Maya entusiasmada.

- ¿Qué? No, no puedo. Ni siquiera deberíamos estar aquí Maya. Dijo Carina mientras se apartaba de la rubia. – Ni siquiera sé cómo conseguiste esas llaves, solo algunos maestros y las mejores bailarinas tienen acceso a este escenario. Añadió Carina.

- Bueno, eres la mejor bailarina que conozco, te mereces bailar en este escenario y en los mejores del mundo. Sonrió Maya.

- Ese es muy dulce, pero aún no entiendo cómo lograste conseguir esas llaves. Dijo Carina aún preocupada por ser descubierta.

- Conozco a alguien. Dijo Maya guiñando un ojo.

- ¡Maya!

- Ok, ok. Tengo una amiga, que tiene una amiga, que conoce a alguien que trabaja en esta academia y con un poco del encanto Bishop logré convencerla de prestarme las llaves.

- Estás loca, lo sabes. Dijo Carina acompañada de una pequeña carcajada.

- Loca por verte bailar. Así que deja de preocuparte y haz tu magia. Dijo Maya, alejándose de Carina y perdiéndose entre la oscuridad dejando de la melodía se repitiera una vez más.

Carina no esperaba esa sorpresa, le tomó tiempo darse cuenta de que lo que ocurría era real y no solo un loco sueño. Estaba parada en uno de los mejores escenarios que conocía, los reflectores alumbrándola, su canción favorita sonando en el fondo y la rubia de sus sueños observándola en primera fila. Instintivamente su cuerpo empezó a moverse al ritmo de la música, Carina cerró los ojos y dejó que su cuerpo la guiara, los recuerdos la volvieron a invadir y bailó con toda la pasión que había en su interior. Cuando estaba sobre el escenario el mundo se detenía, una fuerza se apoderaba de ella y Carina entregaba todo, su cuerpo y su alma a expresar cada sentimiento que la melodía le transmitía, era como magia.

Cuando la canción llegó a su fin, aplausos invadieron la habitación. Carina abrió los ojos lentamente, regresando a la realidad, dirigió su mirada inmediatamente a la primera fila buscando a Maya entre la oscuridad, pero la rubia ya no estaba ahí. De repente, escucho aplausos justo detrás de ella y cuando volteó ahí estaba ella, Maya con una sonrisa de oreja a oreja sosteniendo un enorme ramo de rosas.

- Eso fue ¡wow! ¡Increíble! Tú eres increíble. Dijo Maya mientras le entregaba a Carina el ramo de rosas.

- ¡Son hermosas! Exclamó Carina mientras tomaba las rosas. – Ahora baila conmigo. Añadió Carina, extendiendo su mano libre hacia Maya.

- No hay música. Respondió Maya tomando la mano de Carina.

- No preocupes yo me encargo. Dijo Carina con una sonrisa pícara, alejándose de la rubia y desapareciendo entre la oscuridad.

De repente el auditorio se vio invadido de nuevo por una dulce melodía. Carina dejó las rosas a un lado y lentamente se acercó a la rubia, rodeando su cintura y tarareando suavemente la melodía. Maya no dudo un segundo en rodear el cuello de Carina con sus brazos y juntar sus cuerpos lo más cerca posible, moviéndose al ritmo de la canción.

Cuando la canción terminó, Carina abrió los ojos lentamente, topándose con los ojos azules más hermosos que había visto viéndola fijamente. No pudo evitar sonreír y reducir el espacio entre ellas, juntando sus labios en un tierno beso.

- No sé cómo lograste esto, pero me encantó. Susurró Carina sin separarse de la rubia.

- ¿Eso significa que habrá una segunda cita? Preguntó Maya en un tono orgulloso.

- ¡Sí! Y muchas más. Exclamó Carina sonriente. – Ahora llévame a casa por favor, antes de que nos descubran y nos metamos en problemas.

- ¡Sí señora! 

My brother's roommateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora