11.

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Maya estaba sola en su habitación, sentada sobre su cama, con las rodillas pegadas a su pecho, el celular arrojado a un lado de la cama. Maya podía ver desde su posición los mensajes reflejados en la pantalla y cada palabra que leía la regresaba a su pasado, a cuando aún vivía con sus padres y complacer a Lane Bishop era su mayor meta, hacer que el hombre que le dio la vida la viera con aprecio, aunque sea por unos segundos era por lo que trabajaba día y noche. Cada gota de sudor y cada paso rumbo a la meta era motivado por las palabras de su padre que resonaban en su cabeza "Ojos al frente, ojos al frente todo el tiempo" nada más importaba. Ella debía ser la número uno si quería volver a casa y ser recibida con algo más que una mirada de desaprobación, debía ser la número uno si quería volver a casa y ver un plato de comida en la mesa para ella, debía ser la número uno si no quería correr hasta casa sola en la oscuridad después de haber llegado en segundo lugar, debía ser la primera para que aunque sea por unos segundos en casa hubiera paz y tranquilidad sin que su padre se quejara porque su familia era una decepción, porque sus hijos no eras lo suficientemente buenos para él y desahogara toda su ira y frustración en ella.

Maya se había acostumbrado a esa vida, al abuso de su padre, a la actitud de su madre. Con los años aprendió a leer a Lane Bishop, conocía cada una de sus actitudes y gestos y sabía justo en qué momento estaba perdiendo la paciencia y a punto de explorar en ira. Su vida se moldeo de tal forma que sus acciones estaban enfocadas a complacerlo a enorgullecerlo, para evitar esos momentos de ira y sentir de algún modo que no era una completa decepción como hija. Hace 4 años Maya abrió los ojos, se dio cuenta de que no podía continuar con esa vida, cuidando cada paso que daba, basando cada decisión que tomaba en lo qué diría su padre, tratando de complacerlo, de ser su niña, su campeona. Hace 4 años tomó una decisión que cambió su vida por completo, empacó sus cosas y se fue de casa, sin mirar atrás, sin decir una palabra. Dejando esa vida y a su familia, odiaba tener que dejar a Mason atrás, su hermano no tenía la culpa de nada, pero no podía fingir más. Estaba cansada de esa vida, de tener que ser siempre la mejor, de no poder ser ella misma sino un completa marioneta que no hacía más que complacer los deseos de su padre.

Desde que dejó su casa la única persona con la que Maya tenía contacto de su familia era Mason, su relación no era la mejor, pero a pesar de todo Maya siempre trataba de estar en contacto con él y se apoyaban el uno al otro, al fin de al cabo Mason seguía siendo su hermanito y lo adoraba. Hace 4 años Maya cortó por completo la comunicación con su padre y decidió que era momento de vivir la vida que deseaba, pero los recuerdos la seguían atormentando día a día. Y ahora 4 años después se encontraba viviendo una pesadilla.

"Fuiste tan estúpida al creer que ibas a poder esconderte de mí"

"Creíste que el bueno para nada de tu hermano iba a poder ocultarme algo a mí"

"Se burlaron de mí por tantos años, pero ya no más"

"Sé dónde encontrarte, soy tu padre no podrás huir nunca de mí"

"Todos los años que invertí en tu futuro los tiraste a la basura, ahora me tendrás que pagar todo lo que invertí en ti."

"No sé porque tuve la desgracia de tener hijos tan buenos para nada y malagradecidos"

" Siempre supe que serías una decepción, nunca estuviste a la altura."

Lágrimas caían de sus ojos mientras leía una y otra vez los mensajes en su pantalla, después de 4 años él la había encontrado. Maya estaba aterrada pensando en lo que su padre haría cuando la encontrara. Además, se sentía culpable porque sabía que Lane iba a desquitar toda su furia con Mason, su hermano menor que solo quería apoyarla y protegerla y ahora estaba en problemas gracias a ella. Estaba tan aterrada que el resto de la semana la pasó encerrada en casa, decidió no asistir a sus clases en la universidad por miedo a que Lane la buscará allí y se aseguraba de que el apartamento siempre estuviese con llave para que nadie además de Carina y Andrew pudiesen entrar. Trató de contactar un par de veces a Mason para ver cómo estaba, pero no tuvo éxito alguno, lo que la preocupaba aún más.

Carina notó el cambió en la actitud de Maya, desde aquella noche la rubia parecía preocupada todo el tiempo, notó que no dejó el apartamento en toda la semana ni siquiera para ir a correr y a penas y salía de su habitación. La sonrisa que usualmente iluminaba su rostro había desaparecido por completo, remplazada por unas enormes ojeras que demostraban que llevaba noches sin dormir bien. Lo que más preocupaba a Carina era ver que cada vez que alguien entraba al apartamento o se escuchaba algún ruido en la puerta Maya se asustaba y se echaba para atrás, como tratando de protegerse de algo o de alguien. Carina estaba muy preocupada por Maya, pero después de la forma en que la había tratado la otra noche sentía que debía darle espacio, al fin de al cabo Maya no quería su ayuda.

Era viernes por la Noche y Carina volvía de sus clases de la academia, cuando entró notó a Maya durmiendo profundamente en el sofá, una pequeña sonrisa se formó en sus labios al ver que finalmente la rubia estaba descansando después de tantas noches sin dormir. Silenciosamente Carina caminó hasta su habitación, cuando escuchó murmuros que venían de la sala. Al regresar notó que era Maya que estaba murmurando mientras dormía. - Mason los siento, de verdad lo siento mucho. Repitió un par de veces bajó la mirada atenta de Carina. Carina se quedó parada observando el rostro de la rubia mientras murmuraba dormida, una pequeña lágrima recorría su mejilla y su corazón se estremeció al ver a Maya tan vulnerable. Se acercó lentamente y con su pulgar limpió la lágrima de su mejilla, con cuidado de no despertar a la rubia que finalmente dormía continuó acariciando suavemente su mejilla, cuando notó que Maya se había calmado un poco susurró en su oído – Andrà tutto bene Maya (Todo va a estar bien Maya). Y se retiró a su habitación.

Carina estaba recostada en su cómoda cama y un sinfín de preguntas rondaban su cabeza ¿Quién demonios era Mason y por qué Maya parecía tan preocupada por él? ¿Acaso este Mason es la razón por la que actúa tan extraño? ¿Y qué si Mason es alguien que quiere lastimarla y por eso todo el tiempo está asustada? ¿Tal vez Mason es un chico con el que salía y ahora lo extraña y por eso está de bajón? Un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos y se levantó corriendo a atender esperando que el ruido no hubiese despertado a Maya.

- ¿Ya estás aquí? Preguntó Maya un poco agitada al ver que Carina salía de la habitación.

- Sí, llegué hace un rato y no quise despertarte. Respondió Carina con una sonrisa. – Pero veo que ya estás despierta.

- Sí, no puedo creer que me dormí. Se susurró Maya a sí misma, pero Carina pudo escucharla y notó lo molesta que estaba con ella misma por haberse dormido. – Creo que escuché un ruido en la puerta. Añadió sin ver a Carina a los ojos.

- Oh sí, alguien tocó por eso salí a abrir la puerta. Dijo Carina mientras continuaba su camino hacia la puerta.

Los ojos de Maya se abrieron y su rostro su palideció al escuchar a Carina, rápidamente corrió hacia donde estaba la italiana y la tomó del brazo deteniéndola por completo. – No, no abras por favor. Suplicó Maya sin soltar a Carina.

- Tranquila Maya, tal vez es Andrew o alguno de tus amigos. Dijo Carina, confundida con la actitud de la rubia.

- No, Andrew tiene llave y no he invitado a nadie a venir. Dijo rápidamente Maya. De nuevo se escuchó que golpeaban la puerta, esta vez con más insistencia y Maya dio un brinco aferrándose más al brazo de Carina.

- Tenemos que ver quién es, tal vez es el vecino o el portero que necesita algo. Dijo Carina.

- No, no, no, por favor Carina, deja que piensen que no hay nadie y se vayan. Suplicó de nuevo Maya.

Carina notó como la respiración de Maya se agitaba y empezó a caminar de un lado a otro, como si estuviese a punto de tener un ataque de pánico.

- Está bien, está bien, necesitas respirar. Dijo Carina tomándola de los hombros, provocando que sus miradas se cruzaran. – Respira Maya, ojos en mí, ojos solo en mí, respira. Repitió Carina un par de veces, logrando que la rubia cumpliera con sus instrucciones y poco a poco se calmara.    – ¿Escuchas eso? Preguntó Carina segundos después, Maya únicamente negó con la cabeza.        – Exacto, no se escucha nada, ya nadie está en la puerta Maya, todo está bien nadie va a hacerte daño. Dijo Carina mientras acariciaba su espalda. Maya asintió tímidamente y se aferró a Carina apoyando su cabeza en su pecho, mientras rodeaba su cintura con sus brazos.

Estuvieron varios minutos en la misma posición, Maya abrazando a Carina mientras Carina acariciaba su espalda con tal de calmarla. Ninguna dijo una sola palabra, disfrutando lo bien que se sentían al estar así de cerca la una de la otra. Maya se sentía segura en los brazos de Carina, eran como un refugio en donde nada ni nadie podía lastimarla. Pero como siempre sus inseguridades salieron a flote y por nada del mundo podía permitir que pensaran que era una persona frágil, alguien débil y vulnerable. Sin pensarlo dos veces, se alejó de Carina dio la vuelta y se fue a su habitación, sin decir una palabra. Carina permaneció en la misma posición, viendo como la rubia se alejaba, dejándola más confundida que nunca. 

My brother's roommateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora