Hogar. [Varchie]

8. Adrenalina

(Antes de que inicie el capítulo quiero informar que este capítulo es un especial Choni y Bughead para quienes estuvieron pidiéndolos, espero lo disfruten)

Jughead

—¿Y?, ¿Qué te parece?— alzo la vista cuando escucho la voz de Betty.

Me acomodo sobre su cama y sin poder evitarlo trago saliva pesadamente.

Debería ser un delito ser tan hermosa y encima lucir esas piezas de lencería.

—Te ves...— me quedo sin palabras, sólo logro distinguir un ligero "wow" que sale de mis labios mientras mis ojos no pueden apartar la vista de ese conjunto negro de lencería que lleva puesto mi ex novia de la secundaria.

Betty siempre ha sido hermosa y sexy, pero vaya que estos años le sentaron muy bien, no sólo sigue siendo la rubia más hermosa que mis ojos han conocido, sino que ahora luce como toda una mujer, la mujer de la cual siempre voy a estar enamorado.

Salgo de mis pensamientos cuando el suave sonido de la risa de Betty llega a mis oídos. Dios, de verdad está mujer no se esfuerza ni un poco por tener algún defecto, incluso se ríe como un ángel, ¿no podía reírse como un burro, o como una bruja?, eso sería de mucha ayuda, así al menos la adrenalina, las hormonas que recorren mi cuerpo se tranquilizarían, no revolotearían más de lo que ya lo hacen.

—Tomaré tu silencio como un "me gusta mucho ese conjunto de lencería que te compraste para mí, Betty Cooper"— ella vuelve a reír, causando que una vez más mis sentidos pierdan el control de mi cuerpo.

Betty camina hacia donde me encuentro sentado sobre su cama y en un ágil movimiento se sube sobre esta y de una manera tan relajada, casual y sexy se sienta sobre mi regazo, colocando cada una de sus piernas a lado de mis piernas, causando que las mías queden en medio de las de ella, mientras ella parece estar en una posición para rezar.

Ella comienza a acariciar mi rostro mientras menea sus caderas sobre mi regazo, provocando que miles de escalofríos recorran mi espina dorsal y mis manos por arte de magia despierten y comiencen a vagar a lo largo de sus brazos.

—¿Y?, ¿Cómo le fue hoy al profesor Jones?— habla en voz baja y ronca, la típica voz que usa Betty para seducirme. Desde que llegamos a un acuerdo de ser una especie de amantes, Betty ha sacado ese lado oscuro de ella, lo que ella hace llamar como "Dark Betty", y bueno al ser adultos, los dos nos vimos interesados en investigar y experimentar cosas nuevas como lo son esos juegos de roles y demás que hacen las parejas jóvenes antes de casarse y volverse monótonos y aburridos. Si Betty y yo nos llegamos a casar, de verdad estoy dispuesto a rezarle al Dios que sea con tal de que ella y yo nunca perdamos esta chispa.

—Ya sabes, lo normal– le sigo el juego mientras hablo en voz baja y ronca, igual que ella– sólo fue un día mas de tratar con esa bola de adolescentes odiosos.— ella ríe fuerte y parece hacerlo a propósito, pues cuando lo hace, sus caderas se menean mucho más, provocando que nuestros cuerpos rocen de una forma poco sana para mi control mental, por lo que me veo obligado a sujetarla de las caderas, presionar un poco mis dedos sobre su piel y obligarla a que se quede quieta.

—Tú igual fuiste un adolescente odioso, Juggie.— me mira fijamente a los ojos, de una forma muy profunda que le quitaría al aliento a cualquiera, y mientras me llama por mi antiguo apodo, ella acerca un poco su rostro hasta que nuestras narices empiezan a rozarse, provocando que su aliento llene de vida mis pulmones.

—Hace mucho no me llamabas así– por alguna extraña razón escucharla llamarme Juggie, no causa el efecto que ella deseaba, el cual puedo jurar era querer prenderme para que así perdiera el control, la alzará en brazos, la tirara boca arriba sobre la cama con mi cuerpo en cima de ella, para así poder comenzar a jugar con mis labios sobre cada rincón de su piel, pero no, al contrario, escucharla llamarme así provocó un ligero, pero dulce vuelco en mi corazón que me hizo sonreír como niño chiquito– vuélveme a decir así.— hablo casi suplicante mientras coloco una de mis manos sobre su cabello para pasar un mechón de este detrás de su oreja, ella me mira extrañada, como si no entendiera la situación, como si le incomodara que en vez de tratarla de una forma ruda, poco cuidadosa y salvaje, le incomodara el hecho de que la trate delicadamente, suavemente o dulcemente.