30. Familia

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Veronica

Una brisa fresca es lo primero que me recibe en cuanto pongo un pie fuera del aeropuerto. 

Me tomo un momento para llenar mis pulmones de este aire fresco. Amo Riverdale, sin embargo, el clima ahí por lo general es frío. Hay días soleados en los que uno no puede ni soportar el sol, sin embargo, ese sol no está acompañado de esta brisa fresca que hidrata tu piel de una manera única.

Sonrío al sentir el aire golpear mi rostro y como este desordena un poco mi cabello, por lo que me tomo el atrevimiento para cerrar un poco mis ojos, dejándome llevar por las sensaciones que me brinda estar aquí.

Tomo una última bocanada de aire profunda, sintiendo como ésta llena mis pulmones y les da cierta armonía. Suelto el aire al tiempo que abro mis ojos para dejar que ahora mi vista sea la que se deleite con las maravillas que ofrece Malibú.

La vista desde aquí no es la mejor, no le hace justicia a este lugar, pues sólo hay gente caminando, ya sea entrando o saliendo del aeropuerto, además de que frente a mí hay un enorme estacionamiento. Sólo veo unas palmeras en la orilla de la acera, y a lo lejos, a pesar de que sea de noche, puedo ver el mar, el tranquilo, relajante y calmado mar que desde aquí puedo sentir. Puedo sentir la suavidad con la que sus olas golpean a estas horas, puedo sentir el aire refrescante que han golpeado las olas y que ha sido empujado hasta aquí, puedo oír lo tranquilo que está, puedo distinguir ese peculiar olor entre sal y algo fresco, e incluso puedo verlo brillar debajo de la hermosa luz de luna.

—¡Veronica!— salgo de mis pensamientos cuando escucho esa voz tan familiar.

Sintiéndome satisfecha por todas las emociones que acabo de experimentar, me giro en dirección de la voz, logrando encontrarme con un apuesto hombre vestido de traje azul marino, junto con una camisa blanca abierta de los primeros botones.

Él alza una mano llamando mi atención, para que sepa que sí está ahí, que sí ha venido por mí.

Le regalo una pequeña sonrisa al tiempo que empiezo a caminar hacia él mientras arrastro mi maleta. Veo como él igual empieza a caminar hacía mí, sin permitir que la sonrisa abandone su rostro, como si de verdad le diera demasiado gusto verme, y puede que sí, porque algo que debo admitir, es que sé leer muy bien a este hombre, no sé si sea porque tal vez él tiende a ser algo transparente en ocasiones, o simplemente adquirí esa habilidad con los años.

Una vez que llegamos a estar frente a frente, veo como su sonrisa se ensancha más y sin importarle que estemos en medio de la puerta, estorbando, él me abraza con fuerza, atrayéndome a él lo más que puede, o lo más que nuestros cuerpos le permiten. Siento como aprisiona mi cuerpo, logrando transmitirme esa emoción por este reencuentro, por lo que me es imposible no sonreír y alzar un poco mis brazos para intentar corresponderle al abrazo, sin embargo, me es imposible pues él me está abrazando de una forma que mis brazos están atrapados a mis costados, por lo que me muevo un poco, logrando que él se de cuenta de la forma en la que me abraza.

Él se despega un poco de mí para así poder abrazarme por encima de los hombros, pero su abrazo vuelve a ser fuerte, vuelve a atraerme lo más que puede a él, con la diferencia de que esta vez yo sí puedo mover mis brazos, por lo que lo abrazo por arriba de su cadera, colocando mis manos sobre su espalda.

—Te he extrañado tanto.— escucho como susurra sobre mi cabello, logrando que suelte una pequeña risa al sentir como se pega más a mí, como si quisiera asegurarse de que soy real, que estoy ahí.

No digo nada porque realmente no lo he extrañado de la forma que a él le gustaría, y nunca he sido alguien que tienda a mentir sólo para evitar tener que involucrarse en momentos incómodos. Siempre he preferido ser sincera, y en esta ocasión no puedo decir que lo he extrañado porque sería mentira, sin embargo, tampoco es como si me diera igual estar cerca de él, porque pese a todo lo que ha pasado estos días. Pese a Archie, a todos los recuerdos que he tenido de lo vivido con el hombre entre mis brazos, el secuestro, el accidente, las múltiples peleas, el divorcio, pese a todo eso, siempre será alguien importante para mí. Tal vez pronto dejará de ser mi esposo y los demás dejarán de verlo como el hombre de mi vida, como el amor de mi vida, pero siempre será una persona a la que le tendré mucho cariño y respeto, a pesar de todos los malos momentos, porque prefiero quedarme con todos esos buenos momentos que hemos vivido él y yo.

Hogar. [Varchie] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora