ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 13

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El lobo y el cordero.

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Angeline.

Troto sobre la caminadora mientras en mis auriculares suena una canción de Shakira.

Estos últimos cinco días he estado entrenando sin parar. Aedion se carga un humor de la mierda y parece que todo su coraje lo desquita conmigo. Hemos practicado mi puntería, me ha llevado al aire libre a hacer una serie de ejercicios como los que Melissa le pone a sus soldados y cuando estoy en la mansión me la paso en el gimnasio practicando box y mejorando muchas de las técnicas que Aedion dice que están mal. No he tenido ni tiempo para conocer toda la casa y mucho menos he salido a conocer las calles.

Me bajo de la caminadora con la respiración agitada y el sudor cayendo de mi frente a chorros. Hace un calor del carajo y siento que me estoy ahogando. Son las tres de la tarde y lo único que he comido ha sido un sándwich que me preparé en la mañana, por que ahora ya también tengo dieta.

¡Una puta dieta!

Aedion es peor que mamá y mis tías cuando hablan de calorías y métodos para mantener la figura.

El sudor me pica la piel y decido que ya es momento de parar con el ejercicio unos minutos. Me quito los auriculares y los dejo a un lado. Tomo mi botella de agua y me la empinó mientras me asomo por el ventanal, el cual me da una vista hermosa del bosque que rodea la casa.

Falta media hora para que acabe con mi rutina y si me voy antes Aedion va a explotar y no quiero lidiar con su carácter explosivo. El sudor me pica debajo de las tetas y decido quitarme el top unos segundos para descansar de la picazón y ardor. Siento alivio al hacerlo y me echo encima un poco de agua para limpiar el sudor que está en todo mi pecho. La sensación es placentera y me hace cerrar los ojos un momento.

No he tenido acercamientos íntimos con Aedion desde que llegué. Lo único que ha hecho ha sido gritarme cada vez que hago mal un ejercicio o cada vez que estoy por la casa descalza, pero no hay rastro de aquel hombre pícaro y sensual que solía ser cuando estábamos en el gimnasio, hemos vuelto al Aedion que me secuestró, aquel que fue grosero y que hasta me prohibía mirarlo.

¿Extraño el sexo con el? si, demasiado. André me demostró que es bueno en el sexo, pero Aedion... Aedion es un jodido Dios. ¿Por que no puedo poner los sentimientos de André en el cuerpo del espécimen tatuado? todo sería más fácil.

Escucho pasos fuera de la habitación y me coloco el top de nuevo. Para cuando estoy subiendo a la caminadora Rebecka entra.

—¿Que tal va todo? —Pregunta sonriente.

Rebecka me agrada. Es amable, divertida y te transmite una confianza increíble. Hemos convivido mucho estos días, ella es quien se encarga de limpiar la casa, es algo así como una Ruth.

—Bien —Respondo—. ¡Oh! fuiste de compras —Le digo al ver las bolsas que trae en la mano—. ¿Que te compraste?.

Me bajo de la caminadora.

—Es para ti —La miro con confusión.

—¿Por que para mí? no te hubieras mo...

LETAL . #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora