ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 30

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Terreno peligroso.

𓏲 ˖ . ˖ ࣪⭑ ˖ ٬ ุ๋

Angeline.

Las manos alrededor de mi cintura me cargan con facilidad, aunque en ningún momento dejo de patalear y querer aventarme con todas mis fuerzas hacia Andrea.

—Lucian, sacala de aquí.

Lucian toma a Andrea, la cual parece no estar en sus cinco sentidos y mientras tanto, el hombre que me sostiene (a quien reconozco como Aedion) me lleva a rastras hacia la cocina y una vez ahí me suelta y me acorrala contra la encimera. Sus dos brazos a cada lado de mi cuerpo.

Trato de abrirme paso pero el no me lo permite.

—¡Respira, carajo! —me grita.

Lo empujo con fuerza, cegada por la ira, pero ni se inmuta. Así que luego se varios intentos deduzco que no me dejara ir. «Calmate» me digo, respirando hondo, tratando de hacer que la furia desaparezca de mi sistema, pero simplemente no puedo. La rabia, impotencia y adrenalina corren por mis venas.

Su mano se cierne sobre mi cara, apretando mis mejillas y haciendo que lo mire.

—Angeline —me habla y lo manoteo—. ¡Mirame! —vuelve a gritarme.

Me le quedo viendo a sus ojos, los cuales están tornándose de un gris muy oscuro que pocas veces he visto. Me concentro en su rostro; miro sus ojeras y las venas dentro de sus ojos muy rojas. «Ha estado bebiendo todavía». Miro sus pestañas, largas y demasiado bonitas como las de un bebé. Sus labios carnosos y adictivos están entre abiertos y su cabello oscuro esta enmarañado.

¿Como no iba a ocasionar un problema este hombre?.

Pasan algunos minutos, donde el me ordena que respire hondo y que lo mire a la cara. Y solo así parece que los humos se me bajan un poco.

—¿Estas más tranquila? —pregunta y asiento, desviando la mirada de el.

Siento como la adrenalina va dejándome poco a poco, a un paso muy lento. Pero el coraje se ha esfumado y ha sido remplazado por la angustia de saber como se ha de encontrar André.

—Cuéntame que pasó —se aleja de mi un poco, dejándome espacio—. Andrea se fue y quiero que me digas que carajo te hizo como para que actuaras como un animal.

De pronto me siento como una niña bajo esa mirada gélida que me lanza.

La puerta de la cocina se abre y le da paso a Becka, la cual trae un botiquín en la mano.

—Vete —le ordena Aedion y ella no rechista.

Deja el botiquín a un lado y se va cerrando la puerta.

Vuelvo a mirarlo y de nuevo me siento pequeña frente a él. El corazón me late con rapidez y mi respiración no se regula ni un poco. Aun estoy alterada y tengo ganas de sacar todo el revoltijo de emociones que llevo dentro.

—Mira como te dejó —murmura.

Su dedo pulgar roza mi labio, el cual esta ligeramente cortado e hinchado. Sus ojos están sobre mi boca pero los desvía un segundo hacia mis ojos, hago lo mismo y cuando su gris se conecta con el gris de los míos siento el impulso de querer lanzarme a sus labios.

LETAL . #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora