ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 43

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La verdad.

𓏲      ˖        .     ˖ ࣪⭑      ˖ ٬     ุ๋

Aedion.

Abro la puerta de la oficina.

El ambiente se siente aburrido, como siempre. Odio tener que fingir que trabajo haciendo esto.

Cierro la puerta a mis espaldas y voy a sentarme en el sillón que tengo junto al ventanal.

Elijah debe enviarme los expedientes hoy. Han pasado tres días desde que acordamos que lo haría y no he querido presionar para no levantar sospechas.

Angeline se hará cargo de revisar si los expedientes que envía son copias o los originales. Todo esta por terminar y me alegra que todo haya salido bien y sin complicaciones. Aunque seguro cuando nos vayamos empiecen a buscarnos como locos.

No cualquiera se burla de la Interpol, y la mafia roja lo ha hecho ya demasiadas veces.

Me quedo mirando los edificios por un par de minutos hasta que la puerta de la oficina es abierta.

—Buenos días —Elijah entra y toma asiento frente a mi escritorio—. ¿Que tal estuvo ayer? —pregunta con una sonrisa.

—Todo estuvo bien —respondo, fingiendo una sonrisa.

Este tipo de cae tan mal que me gustaría meterle un tiro en la cabeza.

—¿Cogía bien? —pregunta y tengo que reír para no perder el control.

—La verdad es que si.

—Te dije que ella era una estrella en el sexo —dice, orgulloso.

Ayer, luego de dejar a Angeline en la habitación del hotel, fui al bar y de mera casualidad me encontré con Elijah, Judith y una amiga. No es un secreto que la mayoría de las mujeres quieran tener una noche de sexo conmigo, y Judith ya llevaba días queriendo seducirme.

Y como tengo que socializar con este hijo de puta, dejé que Judith me diera un par de besos en el cuello. Pero luego, comenzó a amanecer y Elijah sugirió que nos fuéramos a la instalación, y que cogiéramos ahí para que "no se nos hiciera tarde" . Pero, al llegar tuve que darle una taza de café y hacerla de niñero, y una vez que estuvo cuerda tuve que amenazarla para que fingiera gemidos y creara toda una historia de sexo.

La puerta de la oficina se abre de nuevo y aparece la pelinegra con varios papeles en la mano.

Su falda corta y blusa escotada me pican la lengua.

—Aquí están los expedientes —Angeline le pasa un fólder y Elijah lo toma.

—Gracias, preciosa —le dice, pero su tono no me gusta nada.

Detesto que ni siquiera se atreva a mirarme o a hablarme, eso es mil veces peor a cuando la tenía gritándome y vociferando mil palabrotas.

—También le he traído un café —le pasa un vaso, y ni siquiera es de los que se sirven aquí en la oficina, parece que lo ha comprado en alguna cafetería—. Tiene chocolate.

—Justo como me gusta —dice y aprieto la mandibula.

—¿Y a mi no me has traído nada? —le pregunto.

LETAL . #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora