ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 32

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Garrita.

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Angeline.

Papá dice que nuestra manera de caminar a veces puede delatarnos respecto a cómo nos sentimos. El dice «Siempre camina con seguridad, aunque no te sientas segura. Los perros huelen el miedo al igual que las malas personas».

Así que cada vez que me encuentro en un lugar que no me gusta, que no conozca o que simplemente me ponga nerviosa o me de terror, trato de mantenerme calmada y actuar como si no pasara nada. Eso incluso me ayuda a mantener la calma.

Camino por el piso de concreto mientras balanceo mis caderas de lado a lado. El sol me golpea entera haciendo que mis arracadas y mis pulseras doradas brillen. Chupo la paleta de fresa de manera sensual y discreta, con tal de llamar solo su atención.

—Objetivo en la mira —escucho hablar a Stefan por el auricular y los pelos se me ponen de punta.

Miro discretamente a mi alrededor en busca de Kiyoshi Nakamura pero no logro ubicarlo.

Me acerco a un puesto y saco mi monedero en busca de dinero. Tomo una revista, pago y comienzo a pasearme mientras la leo como si estuviese embobada.

Una ventaja que tengo al tener 17 años, es que puedo actuar como una chica de tal edad; distraída e inocente.

Me freno en una esquina y finjo leer la noticia de Kylie Jenner y su nuevo embarazo con Través Scott, hasta que una sensación extraña me atraviesa cuando noto a alguien caminar muy cerca de mi.

Trago grueso.

Cruzo la calle y entro en el primer restaurante. "MARBELLA" dice en letras grandes en la entrada.

Pido una mesa y dejo que el encargado me guie hasta ella. En el transcurso busco la cara de Efraín y Maya, pero no los encuentro y eso significa que se están escondiendo muy bien.

—Gracias —le agradezco al chico y tomo asiento en la mesa.

Empiezo a leer sin interés la carta y al final pido unas patatas rellenas aunque no vaya a comerlas.

Siento el corazón en la garganta y me cuesta respirar. Las manos me están sudando por los nervios y tengo que concentrarme en mi respiración para calmarme y no ser tan obvia.

«Si otras pueden completar misiones así, tu también»

—Aquí va —escucho por el auricular y un segundo después tengo a alguien sentado frente a mi.

Mi mirada lo analiza por instinto, guardándolo en mi memoria como el hijo de perra que quiero a mil metros bajo tierra. Es delgado, de facciones finas, con el cabello castaño y un poco largo. Lo recordaba diferente, con las facciones un poco más toscas como las de su padre. 

Las ganas de arrancarle la cabeza quieren tomar lugar pero hago mi más grande esfuerzo para no arruinar el plan. 

—Angeline —dice con una sonrisa.

—¿Te conozco? —me hago la tonta, aunque estoy segura que no funcionara.

—Lo de hacernos los desconocidos no nos queda, ¿no crees?.

LETAL . #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora