ℭ𝔞𝔭𝔦́𝔱𝔲𝔩𝔬 37

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Intruso.

𓏲 ˖ . ˖ ࣪⭑ ˖ ٬ ุ๋

Angeline.

Todos nos quedamos mirando al hombre que esta detrás de Aedion. Mi mirada se encuentra con la suya y me pongo horriblemente tensa.

—Hola, bonita.

Su cabello castaño esta humedo, su cara luce bien y no parece tener alguna señal de que haya sufrido torturas.

—¿El? ¿Por que el? —pregunta Efraín.

—Yo también estoy encantado de estar junto a ustedes —dice el otro.

—Vasiliás es experto en el tema de la Interpol —responde Aedion—. Hicimos un acuerdo y de eso no tienen que enterarse, solo deben saber que esta de nuestro lado.

—Mañana estaremos teniendo su primera clase, amores —dice el castaño.

Su mirada se posa en mi nuevamente y recuerdo lo que pasó aquel día en la misión. Me sonrojo casi de inmediato y me cruzo de brazos, molesta.

¿Que carajos tiene Aedion entre manos? ¿Esta loco? ¿Se le cruzaron los cables?.

Todos terminan aceptando el plan de entrenar con Vasilias, a excepción mía. Solo me mantengo mirando a Aedion de mala manera y a Vladimir ni siquiera me atrevo a volver a mirarlo.

El día de hoy creo que a la mayoría de nosotros no les parecieron bien las noticias (incluyéndome). El plan está perfecto, pero esto...no lo creo.

Salgo molesta de ahí y cuando estoy por llegar al auto de Efraín escucho la voz de Amelia llamando.

—¡Ey! —grita, acercándose a mi—. ¿Iras a la mansión? —me pregunta.

—Si —respondo y suelto un suspiro largo.

—¿Todo esta bien?.

—Si, solo que estoy de mal humor y cuando me encuentro así suelo ser muy desagradable.

—Entiendo —dice con una media sonrisa.

Entonces recuerdo lo que Efraín me pidió.

—¿Te gustaría ir por un café? —le pregunto—. Aun tenemos pendiente esa salida.

Acepta y nos subimos al auto que le ha prestado Ef. Durante el camino comentamos acerca de la ciudad, del clima y sobre los chicos que hemos visto por las calles.

Alemania tiene unos genes buenísimos en los hombres.

No se como sacar el tema de lo que le ha pasado, y no puedo decirle que me ha contado Efraín porque seria incomodo y además podría molestarse.

Al llegar a un pequeño restaurante pedimos dos cafés y ella pide algo de comer, mientras que yo solo ordeno un helado de vainilla con chocolate derretido encima.

—¿Que harás hoy por la noche? —le pregunto.

—No lo se —se encoge de hombros—. Mañana empiezan las practicas, así que no hay mucho por hacer más que dormir bien —suelta un suspiro y puedo notar cierta tristeza.

—¿Estas bien? —le pregunto.

—Si, ¿por que? —sonríe.

—Nada más —le digo.

LETAL . #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora