32 • Estás muerto.

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Damián.

Después que llegue a casa decido darme un baño y limpiar mis manos manchadas de sangre.

Maddie me dió la dirección sobre una habitación de apartamento afueras de la cuidad, espero no sea una trampa.

No quiero ir con nadie, resolveré mis cuentas pendientes con Derek yo mismo.

- ¿No han habido noticias? - pregunta mi Madre por tercera vez en la tarde.

No pensé Hera fuera tan importante para ella.

- No mamá.

Debo admitir que desde el momento en que cerró los ojos he estado nervioso y asustado aunque intenté no demostrarlo.

Hasta he llegado a llorar pensando lo peor.

Mi vida no sería la misma sin Hera.

Es mi novia, la chica que quiero sea mi esposa y la futura madre de mis hijos pero creo que la última llega antes que todo.

Es la mujer más hermosa que he podido conocer, ser tan sencilla y delicada.

Es una obra de arte.

Me he imaginado tantos escenarios junto a ella desde como sería nuestra boda a como nos veríamos de ancianos ya con nietos.

Se me aprieta el pecho pensar que tal vez no la volveré a ver, que no podré volver a abrazarla, besarla o tomarla de la mano o peor no verla con vida.

Con ella me siento paz y confiado, no pensé volvería a sentir algo así por otra persona con la tracción que obtuve.

Amo demasiado a esa mujer.

Me levanto del comedor y me dirijo hacia la habitación para buscar algunas cosas.

Estando listo salgo de la casa encendiendo mi auto iniciando mi camino hasta dicha dirrección.

Es un poco lejos por lo cual tardo un rato en llegar.

Una vez allá pienso en como hacer las cosas bien, no me importa arriesgar mi vida por la de ella pero sería más fácil si ambos salimos vivos.

Por precaución llamó una ambulancia porque se esto no saldrá bien.

Tomó mi arma y la mantengo en mi mano, empiezo a patear la puerta repetidas veces hasta tumbar la.

La puerta cae y al entrar veo a Derek bajando las escaleras con una pistola el manos, está la sube y dispara pero me hecho hacia atrás escondiendome detrás de una pared.

Escucho sus pasos con dirección hacia la segunda planta y subo de manera rápida, hay varias puertas y entro en cada una con precaución.

En una de las últimas habitación entro en silencio y veo todo apagado, enciendo la luz y no puedo evitar emocionarme.

Hera está viva.

Está al verme se le llenan de agua los ojos.

Está sentada en el piso amarrada de las piensas y manos con una cinta en la boca, me dirijo hacia ella olvidando todo lo demás y le quitó la cinta con cuidado.

- Hera - es lo primero que me sale decir.

- Estás vivo - contesta y dos lágrimas bajan por sus mejillas las cuales limpió.

- ¿Por qué no lo estaría?

Termino de quitarle la soga de las piernas y de las manos y la ayudo a levantarse.

Está se me queda viendo cómo si fuera un fantasma, eso me pone nervioso.

- Hermosa ¿Por qué me estás mirando así? - pregunto sin entender.

El Trato De Un Millonario. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora