38 • Sadismo.

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Damián.

- ¿Crees qué puedas hacerlo? - preguntó.

- Claro - responde con una sonrisa.

- Bien - digo sentando me en la cama - no haré nada, tú serás la encargada de todo.

- ¿Qué? - pregunta trayendo color a sus mejillas - pero no sé - la interrumpo.

- Sumisa y callada - contesto sonriendo - no abrirás esa boca a menos que sea para gemir, ¿Entendido?

- Entendido - contesta con una sonrisas traviesa.

- Termina de desvestirte - le indico y está se termina de sacar la blusa estando desnuda por completo.

- Listo.

- Si abres la boca una vez más será mesedora de un castigo.

Esta mi mira divertida y se que quedarse callada no está en sus planes y es algo de lo que yo disfrutaré.

- ¿Cómo cuál? - pregunta mordiendo su labio.

- Boca abajo en la cama - contesto levantando me dirigiendo me hacía los cajones - ¡Ahora!

Abro uno de ellos y tomo lo que necesitó.

- ¿Damián pero qué? - pregunta al ver mis intenciones - No me pondrás eso.

- Claro que si hermosa - contesto tomando la de la cintura atrayendo la a mi para luego besarla.

- Sadismo - habla un momento nos separamos.

- Verás lo alucinante que puede llegar a ser - contesto volviendo a besarla mientras ató sus manos.

- ¿Esto dolerá cierto? - pregunta curiosa.

- Será una mezcla - digo una vez hago lo mismo con sus piernas - dolor y placer.

Vuelvo y me siento en la cama poniendo su abdomen en mis piernas.

- ¿Qué harás ?

- Castigarte - contesto dándole la primera nalgada.

- ¡Ah! - responde a mi tacto.

Deslizó mis dedos suavemente por la piel que ahora se encuentra con un leve color rojizo y le doy otra haciendo que está sobresalté.

- ¡Damián! - dice mi nombre pero sonó más como un gemido.

La tomo del cuello haciendo que arque un poco la espalda.

- Para eso debes abrir la boca - digo cerca de su oído.

Me levanto con ellas en brazos y la acuesto en la cama boca abajo, empezando a besar su cuello desde atrás.

Paso mis dedos por su espalda arañando la pero nada grave.

- Dejarás marca - contesta estando excitada.

- No importa, solo yo veo tú cuerpo - contesto antes de voltear la y tenerla de frente, me acerco a su rostro en dirección hacia sus labios haciendo que abra los labios brevemente pero dirigo mi camino hacia su oído - Y soy dueño de el - digo en un susurró.

Meto mi cabeza en su cuello inhalando su aroma natural y es fascinante, bajo hasta sus labios y la besó metiendo mi lengua en su boca cuando siento su mordida.

- ¡Hera! - digo una vez llega el sabor de sangré a mi paladar.

- Tus nalgadas dolieron - contesta en defensa.

Me percató de la imagen de Hera, verla desnuda atada frente a mi hace que tenga una excitación inigualable.

Vuelvo y me acerco a ella besándola mezclando nuestras salivas y el ligero sabor a sangré que resulta peculiar pero no desagradable.

El Trato De Un Millonario. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora