En la calmada y refrescante noche donde sólo se podía escuchar el sonido de los grillos y los bostezos, Lyna, quien siempre estaba acostumbrada a levantarse a altas horas de la noche para preparase y alistarse para trabajar, sin hacer mucho ruido, se alza de la cama y observa a Luz durmiendo con la boca abierta con una gota de baba detenida en su labio, mientras que Inés reposaba plácidamente.
Al levantarse e irse directo al baño para limpiarse la cara y arreglarse un poco su cabello, al salir, va directo a la sala con la poca luz del día que había, pero una presencia que permanecía en la oscuridad hace que voltee su mirada.
—Señora Andra... —Dice con voz baja al presenciar a la anciana.
—Buenos días, Lyna. ¿Qué haces despierta a estas horas? Es muy temprano para que los jóvenes anden despiertos. —Respondió la anciana.
—L-lamento por interrumpir su sueño... Yo suelo levantarme a estas horas para alistarme al trabajo...
—Comprendo... Yo, cuando solía trabajar, me levantaba a estas horas, más aún cuando eran mis días de reposo; ya que estás aquí siéntate, te traeré algo de beber.
—N-no se moleste... Soy una sirvienta; más bien yo tendría que atenderla a usted...
—Siéntate nomas, ahora no eres ahora una aventurera, ¿no? —Respondía a la petición de la sirvienta mientras que se acercaba a ella y le daba asiento.
—B-bueno, sí...
—Entonces no te preocupes por eso, eres mi huésped y debes aprender a aceptar las peticiones de los demás. —Expresaba Andra con una sonrisa en su rostro—. Así que quédate aquí. Te traeré algo, ¿qué quisieras beber?
—N-nada no se preo... —Al haber olvidado en tiempo olímpico el consejo que le había dado Andra, está la interrumpe.
—Lyna...
—P-perdona... —Se disculpaba y observa el piso tratando de ocultar su vergüenza.
—No te preocupes, poco a poco irás dejando eso, así que... ¿Qué quisieras tomar?
Resistiéndose a no volver a rechazar su petición, poco a poco comienza a hablar...
—U-un vaso de agua... —Pidió.
—Está bien, jovencita. Ahora te lo traigo.
La anciana va a la cocina al traerle un vaso de agua, pero al tener el vaso en la mano decide darle algo más refrescante que podría gustarle; aunque Lyna estaba nerviosa: no porque haya hablado con Andra, era porque no estaba acostumbrada a que las personas la atendieran, es decir, ¿quién le serviría a una sirvienta? ¿No son ellas las que nos deben atender?
Mientras esperaba que Andra regrese, Lyna observa con más detalle la sala en donde había ciertos libros en una estantería y unos recuadros donde se podía apreciar las imágenes de cuando Simón y Andra eran jóvenes. También había una pequeña mesa frente a Lyna, sobre esta permanecían pequeños retratos de los hijos de estos ancianos. Al ver la felicidad en los rostros dibujados, Lyna sintió bastante tranquilidad.
—Aquí tienes, Lyna, te traje un delicioso y fresco jugo de naranja. —Decía Andra al traer dos vasos y los coloca en la pequeña mesa.
—P-pero... No era necesario...
—Lo sé, pero, si no fueras tan tímida, apuesto que me hubieras pedido otra bebida que no fuera agua. —Con una expresión tranquilizadora que confundía a la sirvienta, se sienta en el sillón al frente de Lyna para contemplarla mejor.
—¿P-por qué hace est...
—Ni una palabra más, eres mi huésped, que eso te quede claro, Lyna. —Le interrumpía para corregirla con un tono un tanto serio.
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Bajo mi mente en otro mundo
FantasíaLos dolores que más duelen, son los errores que no puedes corregir, menos aún si la misma vida no te lo permite, pero... Si pudieras corregirlos de una manera dolorosa y sufrir en cada vida que vivas para tener la felicidad que tan anhelas... ¿Podrí...