p r ó l o g o

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Una hoja.

Una hoja con tantas preguntas.

De verdad, no era mucho, pero de igual forma estaba cansado.

Leí la pregunta, una vez.

Dos veces.

Tres veces.

Y aún así no podía concentrarme.

Agarré mi cabeza con mis manos, halandome el cabello, de nuevo ne sentía frustrado.

¿De verdad valdría la pena ser el número uno?

¿Otra vez?

¿Cómo todos los malditos años?

¿Qué había tenido de bueno ser el mejor si no me sentía bien conmigo mismo?

Si parece que todos me odiasen, y rara vez alguien se me acerca a hablarme.

Las lágrimas mojaron aquella tarea, gotas de rabia y de cotidianidad.

Mis padres siempre me habían exigido que para triunfar había que ser mejor que todos.

Si alguna vez fallaba, bien podían hacerme la ley del hielo, podrían castigarme e ignorarme.

Y eso créanme, dolía.

Por eso crecí, y me moldee a sus ideales de ser el número uno siempre, sin importar qué, resaltar entre los demás.

Querían un hijo estrella.

Yo no era su hijo estrella, a pesar de superficialmente parecerlo, pues yo me sentía apagado, no podía brillar.

Retiré mis lentes, y los dejé a un lado, me quité el agua de tristeza de mi rostro, y me limpié, volví a observar el papel, irónicamente, se me dificultaba más entender.

—¿Hijo ya acabaste tú tarea?—escuché como mamá abrió sorpresivamente la puerta de mi habitación me exalte, y rápidamente me coloqué los lentes.

—S-si, si, me falta poco.—volteé la hoja vacía sutilmente.

—¡Tienes que apurarte! ¡Antes acababas todos tus deberes antes de las ocho, y ya son las ocho y media!—volvió a regañarme.

¿Tan difícil era decir, me alegro de tú esfuerzo sigue así? ¿O algo parecido?

—Eso era diferente ahora estoy en la universidad, el trabajo es mucho mayor y exigente que como lo era en la escuela.—respondí suspirando.

—¡Cuida tú tono Kanawut! ¡No me interesa, si estás aquí o allá, tus resultados deben ser mejores, cada vez mejores!—continúo.

—Lo estoy intentando.—contesté sincero.

—¡Pues no parece! ¡Nuestro único hijo no puede ser un fracasado que sólo lo intenta y no lo logra!

—Bien.—respondí frívolo.—Necesito continuar con mis deberes, lo único que haces es quitarme tiempo.

Ella no muy convencida, me observó y finalmente se fue.

Segundos después le puse seguro a la puerta, pues no quería otra sorpresa que me bajara los ánimos, más, si era posible.

Me volví a sentar, tomé la hoja de cuaderno, y la arrugue, con irá, la rabia no se hizo esperar y volvi a llorar.

No me gustaba llorar así, porque el dolor en la garganta era tan fuerte que sentía como si me estuviese ahogando, pero no ne podía dar muchos lujos, ellos no podian saber que lloraba.

Si lo hicieran, estaría acabado, por qué además de tener una madre exigente tenía un padre estricto, con pensamientos de siglo pasado como.

"Los hombres no lloran"

Me repetía una y otra vez que llorar era para débiles y niñas.

Sé que estaba erróneo pues todos tenemos derecho a expresar nuestras emociones, de igual manera en mi casa eso estaba prohibido para mí.

Mis lentes se ensuciaron, así que los retiré, giré sobre aquella silla de escritorio, observando el techo y la brillante lámpara.

—No veo nada.—reí.

Las lágrimas escurrian mientras seguía riéndo por qué estaba demasiado ciego.

Fue una mezcla de emociones, era mi manera de afrontar que estaba exhausto.

—¡Mew hombre deja de beber tanto!—avisó aquel hombre sosteniéndo a su amigo

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—¡Mew hombre deja de beber tanto!—avisó aquel hombre sosteniéndo a su amigo.

—¡La vida es sólo una! ¡Si yo quiero me embriago! ¡Hazte a un lado Zee!—regañó el moreno empujando a su amigo.

—Un caso.—terminó el mayor, quién bebiendo siguió vigilando a su borracho amigo.

—¿Siempre es así?—habló janistar algo fuerte debido a la música de aquella discoteca.

El chico tatuado le respondió.

—¡Si! ¡Se la pasa de fiesta en fiesta!

Pruk pensaba en que jamás había conocido a alguien como Mew.

Mew es tatuador y perforador, lo conoció cuando empezó sus prácticas y se adentró en el mundo del tatuaje.

—¡Es todo un loco!—contestó ella riéndo.

Mew veía la vida como un carnaval, el tipo era feliz, o eso parecía.

—¡Tienes razón!—habló el azabache acercándose a la joven.

—¡Me gustan tus tatuajes!—halagó la menor.

—Si quieres un día puedo hacerte un descuento, me encantaría tatuarte.— ofreció el más grande sonriendo.

—¡Eso sería genial!—chilló ella de la emoción.

Zee y Mew eran amigos desde hace algunos años, Suppasit fue maestro de aquel cuando este era aprendiz, años después decidieron abrir un local en dónde hacían su trabajo, plasmar su arte en el cuerpo.

Mew era gay, a diferencia de Zee que era heterosexual, aún así eso nunca había impedido o generado algún roce.

Ellos se sentían libres y disfrutando de su vida.

Ellos se sentían libres y disfrutando de su vida

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I'm a international super spyyy.

Bienvenidx a mi nueva historia, espero le des una oportunidad♡

Nos leemos luego.

Con amor mewi<3.

【 𝑇𝑎𝑡𝑡𝑜 】↠ 𝑴𝒆𝒘𝒈𝒖𝒍𝒇 !¡♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora