Gandalf contra Balrog

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Bormira corrió a las puertas y se asomo, casi al instante unas flechas negras se clavaron en donde había estado su cabeza. 

-Tienen un troll de las cavernas-dijo, con fastidio, como si fuera un simple  insecto molesto.

Rápido cerramos las puertas de la tumba y construimos una barricada que amenazaba con romperse de inmediato. Gandalf y Bormira desenfundaron sus espadas, esta ultima preparando un escudo, Legolas preparo sus flechas y los hobbits se agruparon cubriendo sus flancos con sus espadas alzadas y las piernas temblando. 

Trague mi miedo y desenfunde las dagas largas, enroscando mi lengua para colocar una aguja en la caña. Un hacha se abrió paso por la puerta, dejando ver el ojo de una criatura. Legolas fue rápido, la flecha voló veloz hasta incrustarse en el trasgo. Un chillido de dolor no tardo en llegar. Aragorn lanzo otra flecha cuando otro trozo de puerta salto.

-¡GRARGH!-Rugió Gimli, saltando sobre la tumba y apuntando con su hacha a las puertas que temblaban-¡Dejad que vengan!¡Aun queda un enana no con vida en Moria!

Y como si sus palabras alentaran al enemigo, las puertas se abrieron con el crujido de la madera rota.

Orcos, de orejas largas y puntiagudas, pieles paliadas, cabezas calvas y dientes filosos y putrefactos saltaron sobre nosotros, vestidos con trozos de armadura de sus enemigos cocidas en su piel. Legolas y Aragorn derribaron los primeros con flechas. Esculpí dos agujas que se enterraron en el cuello de un orco matándolo y en el ojo de otro, antes de que un trasgo me saltara encima.  Bufe, casi derribándome su peso. Hundí sin piedad una daga en su estomago y use el filo de la otra para cortar su cabeza. Lance el cuerpo lejos de mi. No perdí el tiempo, atacando a cualquiera que viniera a por mi. 

Me moví, recordando los años de entrenamiento con mi padre, las horas de lucha con Habicht y Haldir. Rebane una cabeza, casi vomito por el aliento de un orco que me ataco por la espalda. Hundi una daga en su estomago y la otra en el cuello de otro. Un rugido me estremeció de la cabeza a los pies. El troll entro derribando lo que quedaba de puerta y llevándose consigo una gran pared de la roca de la abertura.

Las flechas volaron, incrustándose en su dura piel. El troll se las arranco como si no fueran nada. El estúpido bicho blandió su mazo apuntando a Sam.

-¡SAM!-Chille. Grave error. Un orco se metió en mi camino. Lo derribe, pero esa pequeña distracción fue suficiente para que llegara tarde. El mazo cayo al suelo. 

Casi llore de alivio cuando vi como Sam lo esquivaba justo a tiempo. Con un grito de guerra, Sam enfrento al troll, deslizándose entre sus piernas. Escapando por los pelos. El troll lo persiguió, y yo le perseguí a el. Grite, llamando su atención, mientras Aragorn y Bormira tiraban de unas cadenas enredadas en su cuello. Evitamos que Sam muriera aplastado por su pie.

Copiando la acción del hobbit, corrí hacia el y me deslice entre sus piernas. Solo que use mis dagas para cortar los tendones de sus piernas. El troll rugió. Tomo la cadena y lanzo a Bormira al otro lado de la sala. Aragorn fue en su ayuda antes de que un orco la acabara.

Gimli y yo nos enfrentamos al troll. El enano lanzo un hacha se hundió en su pecho. El troll blandió su mazo, Gimli lo esquivo, pero los orcos a su paso no. Idiota.  Dos flechas desviaron al troll justo cuando estaba a punto de darme un mazazo. Esculpí una aguja que acabo con un orco antes de que clavara su hacha en Gimli. Luego salte sobre la espalda de otra de esas pestilentes criaturas y rebane su cuello. Rodé por el suelo, esquivando las flechas de un arquero, sin embargo estas dejaron de caer tres flechas después. Alguien debió matarle.

Pierna, cabeza. Brazo, pecho. ¿Los orcos tienen corazón? Como si me importara.

Vi, aterrada, como el troll blandía la cadena que rodeaba su cuello como un látigo y Legolas lo esquivaba por los pelos. Entonces la cadena de enredo y Legolas la uso como soporte para saltar sobre la espalda del troll y meterle una flecha en la cabeza. Salto. Aun así, la criatura seguía viva.

La Dama de ForodwaithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora