Separados

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Nos separamos, buscando a Frodo y Bromira, temiendo lo que sus desapariciones significan. 

Halle a la mujer, con el cabello revuelto y enredado en hojas secas y ramas. Lagrimas rodaban por sus ojos, limpiando su rostro manchado de tierra. Lentamente, me acerque a la criatura arrodillada en el suelo.

-¿Mira?-llame, acortando su nombre, con la voz mas dulce que pude.

La joven levanto la cabeza, vi el profundo arrepentimiento y el miedo en sus ojos castaños.

-Lo lamento-murmuro con la voz quebrada por el llanto-lo lamento. El anillo...es poderoso...yo soy...tan débil.

-Oh Mira-sin saber que decir, me arrodille a su lado y la abrace, acunándola entre mis brazos. 

-Le ataque, como una bestia sin control. Desee tanto el anillo que estaba dispuesta ah...

-Shh, calma, ya estas de vuelta. 

Pero no hubo tiempo para que me respondiera o pudiera ayudarle a recomponerse. Los gritos de los hobbits llamaron nuestra atención, seguido por los rugidos de orcos. Nos pusimos de pie de inmediato y corrimos en dirección a los ruidos, sin tiempo para preguntarnos como es que hay orcos bajo la luz del día.

Al llegar, vimos decenas de bestias enormes, con el cuerpo acorazado. Son orcos, orcos mas fuertes y grandes, resistentes a la luz del sol. ¿Cómo pudieron crear bestias tan horribles? Y todas ellas corrían hacia los hobbits, Merry y Pippin, que con valentía se enfrentaban solos.

Bromira fue la primera en reaccionar. Desenvaino la espada y salto hacia el enemigo con un grito de guerra, hundiendo su espada en el primero que se le cruzo. Desenvaine mi katana y seguí sus pasos, posicionándome frente a los hobbits para matar a cualquiera que se atreviera a acercarles.

Sin darme cuenta, la distancia entre la guerrera de Gondor y yo se hizo mas grande. Los orcos salían por todas partes, atacado desde todos los lados. Use mis habilidades, congelando a algunos, pero las piernas empezaron  fallarme así que deje de utilizar la magia. En cambio, me concentre en hundir el filo del sable en los escaso puntos débiles de las bestias, entre pequeñas rendijas de su armadura.

Nos superaban en número. Los valientes hobbits desenvainaron sus dagas y atacaron con todas sus fuerzas. 

-¡Bormira!-llame, ella saco el cuerno de Gondor y soplo, mientras yo rebanaba la cabeza de una de esas criaturas.-¿Que diantres son estas cosas?-farfulle, sacando la katana que quedo atascada en el casco de uno, justo a tiempo para apuñalar a otro que venia por mi espalda.


La ayuda debía venir en camino, sin embargo también los otros orcos desparramados por el bosque acudieron al llamado del cuerno. Fantástico.

Bormira volvió a hacer sonar el cuerno, los hobbits saltaron sobre un orco y le hundieron las dagas, matándolo.

Una flecha volo.

Y luego otra.

Y una tercera.


-¡BORMIRA!-Chille, tomando con mas fuerza mi espada intentado llegar  hasta ella, intentando llegar hasta ella.

Dos orcos saltaron encima de mi, esquive por los pelos el hacha que se hundió en la tierra al alado de mi cabeza. Saque un chuchillo de mi cintura y lo clave en su cabeza, usando todas mis fuerzas para alejar su pesado cuerpo de encima de mi. El segundo volvió a la carga, golpeándome la rodilla con un puño, intentando llegar al hacha. Use la katana y el hielo y lo convertí en una estatua.

-¡BORMIRA!-Grite, llamándola, pero solo los gritos enfurecidos de los hobbits fueron mi respuesta.

Me puse de pie. Ignore el dolor de mi rodilla, la cual casi fue rota, y corrí detrás de los orcos que se llevaban a los hobbits. Un orco que fingía entre los cadáveres del suelo surgió, su mano cogiéndome de la pierna herida y tirandome al suelo. Chille de dolor, usando la pierna buena para patearle la cabeza antes de que se levantara. Corte la mano que me agarraba y clave la punta de mi sable en su pecho, rompiendo su armadura, cortando su dura piel, aplastando sus órganos. 

No note que un orco se acercaba por mi espalda hasta que ya era demasiado tarde, me gire, usando la katana como escudo, pero una flecha voló hundiéndose en su garganta, salvándome. 

Legolas.

El grito del enano lleno el espacio, blandiendo su hacha partió en dos a un orco y noqueo a otro. No espero a que despertara, simplemente le rompió el cráneo. Las flechas de Legolas siguieron a los orcos que huían. 

No, no huían. Lo que querían era a los hobbits, ya los tienen así que regresan con su amo. 

-Merry, Pippin-luego recordé, al gran orco con la mano blanca pintada en su cara y sus flechas negras mortíferas clavarse en el pecho de Bormira-No...

Me levante, cojeando, las lagrimas ardiendo en mis ojos por el dolor en mi pierna. Y corrí. 

Aragorn estaba con Bormira, sosteniéndola. Resbale y caí a su lado, llorando.

-Augen-me miro, sonriendo-dile que lamento no poder cumplir nuestra promesa.

-Bormira-negué-resiste. Tu cumplirás tu promesa. Lo harás.

-Es tarde para mi-gimió, sus ojos nublados-dile que le quiero. Por favor.

-Lo prometo.

Allí, en los brazos de Aragorn, oí las ultimas palabras de la gran guerrera de Gondor.

-Te abría seguido mi capitán. Mi rey.


[...]


El rio se llevo a Bormira, en el bote élfico. Rece para que lograra llegar a su hogar. Mire a Aragorn atarse los brazaletes de Gondor que antes ella llevaba, aceptando su destino. En la otra orilla, Frodo y Sam desaparecían entre el follaje, decididos a seguir con el camino a Mordor, solos.

-¿Ahora que haremos?-murmure, para mi-¿Este es el fin de la compañía?

-No-dijo Aragorn con vos segura, dejando su mano en mi hombro como apoyo-no si nosotros seguimos unidos. No abandonaremos a Merry y a Pippin al tormento y a la muerte. No mientras nos queden fuerzas.  Dejen lo que no sea indispensable, viajaremos de día. Vamos a cazar orcos.


Hicimos tal como dijo. Con un rugido de rabia, Gimli fue tras Aragorn. Les seguí, dejando atrás a Frodo y a Sam. El miedo aprieta mi corazón, pero lo ignore y seguí adelante. Con valentía y fuerza, rescataremos a nuestros amigos antes de que sea demasiado tarde. Apoyaremos a Frodo y a Sam desde el otro lado, combatiremos las fuerzas malignas y venceremos.

Tenemos que.

La Dama de ForodwaithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora