Desperté al alba, con los primeros rayos de sol asomándose desde el este. Aun así, a comparación de los rohirrim, me desperté muy tarde. El pueblo ya estaba empacando y acomodando sus pertenecías, preparándose para refugiarse al abismo de Helm. Principalmente empacaban comida, mantas y todo tipo de armas al alcance de sus manos. Desde la ventana de mi cuarto vi a un par de mujeres meter sigilosamente dos azadas en una carreta llena de sacos de grano.Sonreí. Las mujeres de esta tierra tienen un carácter fuerte y espíritu de lucha, no es sorpresa que su princesa emane un aura guerrera.
Empaque mis escasas pertenecías en mi bolsa de viaje y acomode mis armas en los escondites de mi ropa. Al salir al pasillo encontré a Gimli caminando a toda velocidad. Al verme me dio un rapido saludo y con señas me insto a que lo siguiera.
Bajamos por las escaleras hasta el salón principal y luego atravesamos las puertas dobles. Afuera, Gandalf y Aragorn prácticamente corrían hacia los establos. Gimli lo siguió enseguida acelerando sus pasos. Por mi parte me quede atrás hasta detenerme al lado de Legolas, esperando que el me aclare lo que sucedía.
—¿A donde van?—le pregunte al elfo cuando vi a Gandalf salir del establo con el meara.
—Gandalf planea ir a buscar a Eomer como refuerzo—respondió Legolas.
Asentí. Sin embargo... ¿Llegara a tiempo? Deben estar muy lejos de la ciudad, por no hablar de nuestro destino.
Gandalf se detuvo en la entrada del establo y se giro. Sus ojos se fijaron en mi, sabiendo que quería decirme algo me apresure a el. Cuando llegue a su lado, el mago coloco una mano pesada sobre mi hombro y apretó ligeramente como consuelo.
—No te contengas—dijo.
Palidecí. Mi corazón se salto un latido y mi respiración se atasco. Me tomo un largo segundo recuperarme. Se a que se refiere el mago y también se lo que su pedido podría causarme, pero aun así apreté los dientes y asentí, prometiendo hacer todo lo posible. El futuro no se ve prometedor y si romper mis limites impuestos puede ayudarnos a sobrevivir lo hare con gusto, sin importar las consecuencias.
—Gracias—susurro el mago y dejo caer su mano. Se monto sobre el lomo de sombragris y miro a Aragorn—Al amanecer del quinto día, mira al este.
Dicho esas misteriosas palabras, dio la orden y el meara salió corriendo a toda velocidad. En unos pocos segundos el mago blanco abandono la ciudad dorada.
Apreté mis manos temblorosas en un puño y las escondí debajo de mis mangas anchas. Respire profundo intentando en vano calmar el pánico que sube por mi garganta amenazando con eliminar mi raciocinio, dibuje una sonrisa en mi rostro para que nadie notara el miedo que aprieta mi corazón.
Necesito hacer algo para distraer mi mente. Asi que regrese al palacio y después de encontrar a la princesa me ofrecí a ayudarla con sus deberes. Ayudando a empacar la comida, preparar los caballos y realizar otras tareas junto a los rohirrim, guarde las palabras de Gandalf en un caja con candado, esperando cuando sea el momento para abrirla y mientras tanto hacer todo lo posible para mantener la calma.
***
Horas después abandonamos la ciudad. El rey va al frente dirigiendo la multitud y detrás hay algunos soldados protegiendo a los ciudadanos.
Mordisque un pequeño trozo del pan élfico mientras avanzábamos lentamente por la llanura. Horas después la ciudad a nuestras espaldas ya no pudo ser vista. La gente conversaba entre ellos, poniendo sonrisas para esconder su miedo. Sin embargo, a pesar de su conversación, el murmullo se mantuvo bajo permitiendo a los soldados mantener una vigilancia adecuada. Aun así con tanta gente moviéndose por un territorio plano.... hasta los mas tontos lo notarían.
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La Dama de Forodwaith
FanfictionMas allá de Erebor, están las tierras del norte. Forodwaith. El reino congelado. Las tierras de hielo. Pocos son los que saben o recuerdan que allí habitan los Dwaith. No son elfos, ni enanos, no humanos. Los Dwaith son similares a los humanos, con...