12 | El paraíso de los nudistas

126K 14.1K 24K
                                    

—Oh por dios. Siento que estoy en una playa paradisiaca de nudistas.

Todos estaban en ropa de baño. Sí, en ropa de baño con dos conchitas y un alga en la entrepierna como en los dibujos. No, dibujos no. Esto era como esas películas para mayores que ponía Etel a escondidas cuando se quedaba a dormir en mi casa.

Sí. Abrí el ojo más de una vez por casualidad y me traumé.

—Les juro que no lo sabía. —Cassie miró la enorme piscina con horror y fascinación—. O sea, escuché rumores, pero creí que era mentira.

—Si me meto pareceré un muerto flotando. —Etel retrocedió, asustada como nunca—. Y estos hormonales de medio cerebro verán mi cuerpo.

—¡Oh por dios! ¡Todos flotarán así como en tu libro, Etel!

—Sí, pero ahí flotan muertos.

—No, no puedo ver carnes flotando. —Me tapé los ojos con las manos—. No, a menos que sean las de Adam. Avísenme cuando aparezca Adam.

Mi menté comenzó a fantasear con Adam en ropa de baño. Su cabello rubio mojado, su cuerpo atlético, su sonrisa perfecta... y el intento mal hecho de Ariel aferrado a su brazo.

¿Cómo voy a conquistar a Adam si Ariel Chicle siempre está a su lado?

—¿Quién demonios tuvo la idea? —se quejó Etel.

—Axen Danet.

—¡¿QUÉ?!

Cassie dio un brinco cuando nos escuchó.

—Sé que suena rarísimo, por eso no lo creí. Pero me dijeron que Axen es el que cambió la temática de la fiesta.

—¿El Señor Indiferencia en una piscina? —Fruncí el ceño. Axen casi me mata cuando lo vi sin camiseta y por poco me vuela la nariz—. ¿Y ahora qué sigue? ¿Que los chanchos vuelen? ¿Que Etel deje de ser sarcástica? ¿Que yo deje de ponerme medias? ¡O peor! ¿Que Axen sonría?

—Ah no, lo único que lo haría sonreír es si todos se mueren.

Cassie extendió una mano hacia el cielo y sonrió.

—El sol brilla.

A mi lado, Etel la miró como si fuera estúpida.

—Por supuesto que brilla. ¿Cuándo has visto al sol llorar? ¿Eres hueca o así son las rubias?

—Hey. —protesté.

—Genial. Otro caso rubio de estupidez.

—Bueno, pues esta rubia les trajo... —Abrió su mochila y sacó un par de conchitas rosadas y otras turquesa—. ¡Bikinis!

—¿Qué es esto? —Etel le arrebató la prenda de las manos y lo examinó como si fuera un experimento de otro planeta—. Esto no me cubre ni media teta.

—¡Ew! Fuchi. Wakala.

—Es mejor prevenir que lamentar. —Cassie hizo unos pucheros y me tendió las conchitas rosadas con un... ¿Qué era eso? ¿Una raya?—. Ten, no pude encontrar más cubiertos. Lo siento.

Etel me arrebató mi raya rosada.

—¿Y esto? ¿Es para limpiarse los dientes?

Cassie se echó a reír, reclamándole que no sabe nada de moda y que se vaya a cambiar de una vez o se metería a la piscina con jeans, a lo que Etel soltó una maldición entre dientes y se fue refunfuñando al baño.

Pero volvió y me tiró mi raya rosada en la cara.

—Gracias, qué considerada.

—¡Oh! También te traje esto.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora