28 | Él no es el chico que quiero

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Sonreí como una tonta mirando el techo de mi habitación.

Bostecé como si fuera una ballena y entré a darme una ducha, cantando toda mi colección de Disney. Y cuando empezó a sonar Iris de fondo, mi baile se convirtió en saltos alocados sin ritmo por todo mi cuarto.

Sí, era un desastre bailando, pero era nuestra canción.

Me planché el cabello, sonriente. Si me hubieran dicho que estaría tan feliz por declararle mis sentimientos a un chico —aún más si se trata de uno que siempre tiene cara de amargado—, habría pensado que estaban locos.

Pero aquí estoy yo, su payasa favorita.

La canción se cortó cuando mi celular sonó con un nuevo mensaje.

¿Quieres jugar al juego de los corazones rotos?

Fruncí el ceño. Era un número desconocido.

¿Quién eres?

Mi nombre no es importante.

Ah bueno, esto me está asustando. Vamos, Alana. Dale una patadita en el trasero a ese tipo.

Señor Extorsionador, no tengo dinero y parezco un fideo. Créame, le iría mejor extorsionando a un ratón.

¡Toma esa! Fui a desayunar a la cocina, saltando de felicidad.

—¿La sonrisa de tonta es por ese chico Axen o porque te has bañado después de días? —se burló Jack, mordiendo su empanada.

—Haces otro chiste así y te vas de aquí —refunfuñé, sonrojada.

Jack soltó una risotada. Mi celular volvió a vibrar en la mesita.

¿Qué crees que fue la esperanza muerta de Axen?

Mi sonrisa se borró de mi rostro. Eso solo lo habíamos escuchado Axen y yo. Nadie más estaba con nosotros. Es imposible que lo supieran, ¿verdad? A menos que nos hayan escuchado, pero eso es...

O mejor dicho: ¿Quién?

¿A qué te refieres?

La esperanza de Axen no murió. Él la mató.

—Oye. —Jack frunció el ceño—. Te has puesto pálida.

Sacudí la cabeza y me concentré en escribir.

¿Por qué estás diciendo estas cosas?

En el pasillo B. Ahí jugaremos.

No voy a ir, no sé quién eres.

Lo harás. Te espero ahí.

El pecho se me cerró en un nudo. Jack me sacudió un brazo.

—¿Por qué tienes esa cara de muerta? ¿Todo bien?

Le tendí mi celular en silencio. Jack frunció el ceño y se puso a leer. Me echó un vistazo de reojo al ver mi expresión perturbada.

—Suena como el inicio de una tragedia.

—Tienes que tranquilizarme, no asustarme —protesté.

—¿Te vas a declarar a ese chico?

Asentí, emocionada.

—Hazlo. —Jack esbozó una leve sonrisa de lado—. Sin miedo. Dile lo que sientes y si te rechaza, siempre puedes volver a desnucarlo.

—Ya no quiero desnucar al chico del que me enamoré. —Reí.

No creo que Axen soporte otra desnucada. Lo dejaría tieso.

Sujeté mi mochila y caminé apresurada hacia la puerta.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora