33 | Lo que más quiero eres tú

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N/A: Maratón 2/3. La tensión por el suelo y la esperanza hasta el cielo.

Sentí que mi mundo se cayó a pedazos. El ruido cesó y el tiempo funcionó en cámara lenta.

Ed retiró el cuchillo y con eso, se rompió una de mis esperanzas.

Axen cayó de rodillas antes de desplomarse en el suelo.

—¡NO!

Grité corriendo hacia él. Axen tosió con una mueca de dolor, tendido en el piso.

—No, no, no.

Acuné su rostro entre mis manos, llorando.

—Por favor, tienes que resistir. No me puedes dejar sola. —Hice presión en su herida, pero la sangre no paró—. Axen, por favor.

—Disney...

—No cierres los ojos. —Intenté sonreír, pero mis ojos llorosos no me lo permitieron—. Estoy aquí, ¿sí? Siempre estaré aquí.

Él estiró débilmente una mano, acariciando mi mejilla.

—No vuelvas a huir de mí —susurró.

—¡Axen! ¡Axen! —Él no reaccionó—. ¡AYUDA! ¡POR FAVOR!

Esto no está pasando. No a Axen, no él. Lo amo, necesito más tiempo.

¡Necesito más tiempo con él!

De pronto, un carro frenó en seco a unos metros de nosotros.

Adam salió apresurado del interior y cuando sus ojos cayeron en Axen, se quedó quieto. El dolor se reflejó en su mirada, pero fue reemplazado por rabia. Lo miré entre llantos y susurré.

—No despierta.

Eso activó una bomba dentro de Adam.

Se abalanzó hacia ellos con todas sus fuerzas. Se escuchó el ruido de la piel rota y aunque Adam estaba solo contra los dos, él sí estaba fuerte y podía defenderse.

El cuchillo de Ed salió volando, y esa fue la señal de Adam. Se lanzó contra él en una pelea de cuerpo a cuerpo que terminó con ellos rodando entre puñetazos.

—Estarás bien. Eres mi punto fuerte, Axen —le dije a pesar de que él no podía escucharme.

Arrastré a Axen con esfuerzo hasta el auto de Adam. Aunque intenté no hacerle daño, la herida en su abdomen empapó su camiseta oscura y su piel se tornó más pálida. Lo recosté en los asientos traseros y fui directo al del conductor.

Miré el volante con frustración.

—¡Demonios!

Le soné el claxon a Adam, que empujó a Ed y corrió hacia el auto.

—¡Alana!

—¡ALTO! —vociferó otra voz.

Adam se detuvo, aún de espaldas a él. Levantó las manos y se volvió lentamente. Ed tenía el rostro ensangrentado, lleno de rabia.

Y lo apuntaba con un revólver.

El tiempo se detuvo por un momento. Nunca creí que existiera tanta maldad en el mundo, tanta crueldad, pero ahora la estaba viendo en directo. Mi corazón martilleó con fuerza en mi pecho mientras el del amor de mi vida perdía las fuerzas cada vez más.

Nadie se movió. Nadie hizo nada.

Hasta que una sombra apareció detrás de Ed y un cuchillo le rajó la garganta.

Adam se puso rápidamente delante de mí, obstaculizando mi visión. El zumbido en mis oídos sonó con fuerza. ¿Qué...? ¿Qué acaba de pasar?

Adam se volvió hacia la escena, aún tapándome con su espalda para que no alcanzara a ver nada. Pero ¿qué pasó? ¿Por qué todo está en silencio? Asomé la cabeza por un lado y lo poco que alcancé a ver me dejó pasmada.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora