20 | El chico entre sus brazos

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Axen

Me abrí paso entre la multitud con una mueca de fastidio.

Siempre me molestó ser el centro de atención. En los libros dicen que la ropa oscura es perfecta para cometer un crimen o pasar desapercibido, pero a mí no me funciona en nada. Lo peor es que si me visto de blanco, todos me mirarán como si fuera un maldito loco resucitado.

—¡Axen!

Cassandra corrió hacia mí entre sollozos y me abrazó.

Su cabello rojizo se estampó en mi rostro y una maldición casi escapa de mis labios, pero cuando sentí su cuerpo temblar por el llanto me quedé en silencio.

—No pude enfrentarlo —sollozó con la voz rota. Se apartó de mí y pasó una mano por su rostro para secarse las lágrimas—. Ella se lo dijo y yo no pude hacer más que correr.

—No entiendo.

—Diana. Diana le contó a Adam que estoy enamorada de él.

Mi cuerpo se tensó cuando escuché su nombre.

—No puedo enfrentarlo. Se supone que ya no sentiría nada por él, que lo olvidaría para que nuestra amistad no se viera afectada, pero no solo puedo arrancarme esto del pecho y fingir que estoy bien. No puedo.

Hice una mueca. Estaba sufriendo por un amor no correspondido. ¿Por qué somos tan vulnerables cuando se trata de un corazón roto?

Dicen que el amor es el sentimiento más maravilloso de todos, pero se supone que algo tan hermoso no debería traer tanto dolor.

—Así no funciona el amor —musitó.

—El amor controla tus sentimientos.

—Desearía no tener sentimientos por él.

Y yo no por ella.

Me removí incómodo por el pensamiento que cruzó mi mente.

Sacudí mi cabello oscuro con frustración como si así pudiera sacarla de mí y de todos mis malditos pensamientos, pero no funcionó. Mi cabello quedó hecho un desastre, pero nada comparado con el lío en mi cabeza.

Cassandra enarcó una ceja ante mi actitud.

—¿Tú tienes el corazón roto?

Fruncí el ceño, enojado.

—No.

—Entonces ¿por qué parece que estás a punto de tenerlo?

—Si no me enamoro, no me romperán el corazón.

—Siempre te pueden romper el corazón.

—No pasará —insistí.

En sus labios se dibujó una triste sonrisa.

—Eso dicen todos.

Mi silencio le dio la razón. A este punto mi mal humor iba en aumento y no había nada que pudiera detenerlo.

Gruñí en voz baja y continué mi camino en un silencio tajante.

—Axen. —me pasó la voz. La miré por encima del hombro—. Diana se enfrentó a la chica rubia en medio del pasillo.

Me volví hacia ella rápidamente.

—¿Disney?

—Sí. Ella. Adam la defendió.

Empecé a dar zancadas en dirección contraria con el corazón acelerado.

Le advertí a Diana que la dejara en paz, que no la metiera en problemas entre nosotros, pero nunca me hacía caso. Mierda.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora