23 | El dementor y su insecto acosador

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Si fuera una detective, me moriría de hambre.

Entré a hurtadillas y me escondí detrás de un librero. La bibliotecaria se quedó embobada mirando a Axen, que pasó frente a ella sin darle el mínimo interés. Las chicas le echaron una mirada disimulada entre los libros y los chicos lo miraron con recelo.

Claro que nadie me notó. Yo ahí encajaba como la mosca tras el Grinch.

Axen se acomodó su mochila oscura que colgaba de un brazo y se metió entre los estantes de libros. Fui tras él, escondiéndome como un ratón.

—Silenciosa como una sombra —murmuré.

Santos caracoles. Tenía toda la pinta de un chico malo entre libros.

De rato en rato, escogía un libro, le echaba un vistazo y lo devolvía a su sitio. Ese mismo proceso lo repitió conforme avanzaba por los estantes. Su cabello oscuro desordenado le caía sobre su frente cuando agachaba la mirada para leer. Con o sin capucha, lucía intimidantemente guapo.

Dioses. ¿Quién fue tan injusto en la repartición de belleza?

Lo admiré en silencio. Él ni siquiera se había dado cuenta de la mosca curiosa que lo miraba oculta tras un estante.

Espera. ¿Dónde está la chica?

Fui a buscar a la chica con pinta de barbie ilusionada y la encontré sentada en una de las mesas con todos sus cuadernos frente a ella. Estaba hablando por celular, sonriente.

—Sí. Él aceptó ayudarme.

¿Está hablando del Grinch?

—No, no. Es muy callado, no sé si pueda hacerlo.

¿Hacer qué?

La chica mordió su lapicero, coqueta.

—Tal vez lo podamos hacer atrás. Allá nadie ve.

Oh por dios. ¡Es una barbie trepadora!

Di media vuelta, corriendo en busca de Axen. No, no, no. Ash me pidió que cuidara a su hermano, no puedo dejarlo en las fauces del tiburón.

Oh, pobre Grinch. Él vino a ayudar de buena fe y se lo quieren comer.

Encontré a Axen frente a un estante. Por fin se había decidido por un libro y ahora se encaminaba hacia las mesas. Su expresión intimidante, como quien dice «Ni te me acerques».

Oh por dios. Es ahora o nunca. Sal de tu escondite, Alana.

—¿Te piensas quedar ahí para siempre?

¡Santos caracoles!

Apreté los ojos con fuerza. Santa madrecita, ahora sí estoy muerta. Ah, pero no seré una muerta normal, seré una rama seca sin alma. Dios, me encomiendo a ti. Líbrame de mis pecados y...

—¿Estás rezando, Disney?

Ah caray.

—¿Flynn? —Salí de mi escondite, mirándolo sorprendida. Eso es, hazte la loca—. Qué sorpresa verte por aquí.

Axen se quedó callado en medio del pasillo. Tenía el libro en una mano y su característico ceño fruncido. Claramente no me creía ni un pelo.

—Estoy leyendo libros. Libros que se leen —añadí apresurada.

Dio un paso hacia delante y yo retrocedí. Sus facciones se marcaron y su mirada se hizo más profunda bajo la tenue luz anaranjada sobre él.

—Tú nunca vienes aquí —espetó cortante.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora