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Su mano rozó la mejilla de la joven que lo miraba atentamente mientras este cerraba cada vez más la distancia entre los dos, hasta que la puerta se abrió.

La mujer de cabello corto había entrado en la habitación con un montón de ropa doblada lista para ser guardada, hasta que se encontró con dicha encena.

¿Desde cuándo su hija se permitía estar sola en su habitación si es que no fuera con Inuyasha?

Inuyasha, estos dos se parecía bastante físicamente. El mismo tono de cabello y ojos lo hizo parecer obvio.

Aome se distanció del hombre en aquel exacto momento, se sentía avergonzada de que su mamá la hubiera visto tan cerca de él estando solos en una habitación.

—Aome, la cena está lista. ¿Invitas a tu amigo a pasar?— dijo dudando, esperando aliviar a incomodidad que se había formado en el aire.

Pero Sesshomaru ya estaba listo para zarpar justo por donde había entrado, casi se teletransportó hacia la ventana y estaba listo por volver al pozo cuando lo interrumpió una frase lógica para él.

—No está bien salir de la habitación de una chica por la ventana.

Movió una oreja cuando indirectamente lo llamó sinvergüenza.

—Saldré por dónde entré.

—Ehh... Sesshomaru, ¿no te apetece cenar? Preparé huevo revuelto para el Katsudon— dijo orgullosa.

¿Ella había cocinado algo? Su paladar a pocos meses había empezado a acostumbrase a la comida humana, las frutas que normalmente comía lo estaban aburriendo. Muchas veces extrañaba alimentarse de las almas de otros demonios, pero mejor dieta a base de frutas que una pequeña  niña traumada.

Entonces bajaron a la planta principal por la escalera de madera, cuando bajaron Sesshomaru pudo hacer idea de la planta, las siguió hasta que llegaron a un lugar que reconoció como el salón de té.

La mujer amablemente le pidió que se sentara mientras pedía a la miko ayuda para servir la mesa, miró a todas las direcciones para hacer un rápido reconocimiento del lugar.

Cuando se sintió más a gusto posó sus ojos en la pequeña caja que se encontraba en una de las esquinas del lugar, de ella provenía todo el ruido en la habitación.

—Y ahora daremos inicio a la novela de la tarde...

Dijo una voz mientras se exhibía el nombre del programa en la pantalla del aparato, el dai yokai miraba fijamente al aparato como si calculará cuál sería su próximo movimiento.

—¡Mi amor!— una pareja de enamorados surgió en cena, se abrazaron y unieron sus labios en un corto beso.

El espectador sólo continúo observando el aparato, la pareja que era feliz fue desgraciadamente interrumpida por una mujer que gritaba a los cuatro vientos que no podían estar juntos, sus gritos molestaron al de ojos de oro por sus sensibles oídos.

A Sesshomaru le estaba haciendo aburrido aquel mar de gritos y no saber como hacer que las mini personas se callaran. Hasta que la gritona mostró un cuchillo que tenia guardado quien sabe donde y partió encima de la otra mujer.

Que inútil, ¿acaso no piensa en cortarle de una buena vez la vena de su cuello?– así que quedó planeando más y varias formas de como podría terminar el torpe momento.

—Parece que a alguien le gustan las novelas.

Entró la mujer de cabello corto con utensilios en sus manos seguida por su hija que traía ya una parte de los alimentos.

Cuando vio la cara de su invitado empezó a hablar —No creas en lo que dice, es solo una mala novela del canal local—, dijo sin mirarlo. Siguiendo con la tarea que la encomendó su progenitora.

Señaló al aparato con su afilada garra.

—Bien, — hizo sonar su garganta, sinónimo de que lo próximo que diría es solo broma. Aome hizo todas las señas posibles para que se detuviera.

—Esas mini personas— recalcó la palabra personas, —Viven ahí, ellos nos pagan dinero. Y los dejamos vivir en esa casa. Es más barato pero como desventaja vemos todo lo que hacen por esa ventana.

Pareciendo haber tragado el cuento, se levantó hacia el aparato y apuntó al mismo.

—Si los amenazo se callarán.

Humm,— meditó respuesta —Seguro que si.

Sesshomaru desenfundo a Tokijin, estaba listo para conseguir su deseada paz.

—¡NO!

Gritaron las dos mujeres en una tentativa desesperada de que Sesshomaru no parta en dos la televisión de la casa.

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Después de dar explicación de en que consiste una TV y de como apagarla. Todos los habitantes de la casa más el dai yokai cenaban junto a un incómodo silencio sin ni siquiera la televisión prendida para disimular.

—Sota, ¿no te gusta la comida?— preguntó la madre del niño a ver qué este no probaba bocado.

—N-nada–
— y sonrió nerviosamente, la persona, o mejor dicho; yokai que tenía en frente no le agradaba, era demasiado serio y parecía carecer de sentimientos.

¿Cómo alguien puede vivir así?

Aunque sea Inuyasha jugaba con el gato en vez de roznarle.

Sesshomaru solo lo ignoró y probó un bocado del huevo revuelto, habia ido de primera por la chuleta con arroz que lo había dejado de lado por completo, cuando la miko vio que estaba dejando el alimento preparado por ella de lado vio un chispa de decepción en sus ojos.

Cuando sus papilas gustativas sintieron el sabor esbozó una pequeña sonrisa, lo pequeña posible para que solo Aome lo notara así tranquilizándola.

Su sabor era más agradable que el de los fideos que le preparó en otra ocasión.

De alguna manera le importó como ella se sentía, no quiso arruinar su humor.

—Veo que te falta un brazo muchacho. ¿Qué pasó?

Se vio molesto cuando lo llamó muchacho, Sesshomaru se considera todo un hombre.

Tengo más edad que tú, viejo.

Pero eso no se compara con lo molesto que se vio en aquel mismo instante.

El siguiente sonido fue un crack que provinieron de los palillos del peli plateado.

—Inuyasha, aquel desgraciado me lo cortó.

Cerró su puño hasta que este tomo un color blanco y se atajó para no dar un golpe que partiera en dos la mesa. Se levantó de su lugar largando los palillos rotos encima de la mesa.

Caminó hasta la puerta principal, pero cuando la abrió se dio de cara con una persona que estaba por golpear la puerta, con una bolsa en manos.

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Katsudon

Este plato toma su nombre de las palabras japonesas tonkatsu (chuleta de cerdo) y donburi (cuenco de arroz). Visto así, resulta bastante fácil saber en que consiste. Así es: es un cuenco de arroz cubierto con una chuleta de cerdo rebozada, huevo revuelto, cebolla y condimentos. Entre los japoneses existe la creencia de que comer katsudon antes de un examen importante trae buena suerte.

Solamente Tú| Sesshome  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora