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—Tíralo—. Exclamó.

—¡¿Cómo?!

—¡Que te deshagas de el!.

Al ver la muchacha con su regalo en manos y mejillas sonrojadas adquirió información que tal vez no le gustaría saber.

Algo pasaba entre aquel patán y su chica.

Enseguida vio su expresión de chica enamorada convertirse en una de enfado.

—¡No lo haré Inuyasha!, ¿qué te pasa?

—¡¿Cómo que me pasa?!, ¡no aceptes regalos de ese tipo!.

—¿Y porque no?

—¡Él solo ten engañará Aome!. ¿Por qué lo quieres cerca si me tienes a mí?.

Silencio.

Y así terminó de unir puntos.

—¿Acaso estas celoso Inuyasha?

Punto para la sacerdotisa, Inuyasha no respondió; había dado justo en el clavo.

Este gruño bajo, exclamó un haz lo que quieras y se iba molesto, pero esta vez Aome no se calló.

—¿Al final solo te vas?, ¡no me trates como si fuera un reemplazo de Kikyo cuando se te dé la gana!

—¡QUIEN TE DIJO ESA ESTUPIDEZ!— Se volvió hacia ella para gritarle, el corazón de Aome se rompió al escuchar que todavía lo negaba. Ella tenía en claro los sentimientos que este tenía sobre la sacerdotisa fallecida y posteriormente revivida. Nunca podrá olvidarla y ella no sería la substituta por ser su reencarnación.

Deseaba del fondo de su corazón que fuera feliz pero ella no la va a  reemplazar por eso.

O amaba a Aome Higurashi y dejaba la sombra de Kikyo en el pasado o nada.

Inuyasha tenía la respiración acelerada, pero le faltó aliento cuando vio los ojos de la muchacha llenarse de lágrimas. En aquel instante se arrepintió de haberle gritado, pensándolo bien no tenía ningún derecho de impedirla de recibir un regalo si es que ellos dos eran solo amigos.

La morena salió a toda prisa en dirección a la aldea protegida por la anciana Kaede. No quería verlo, no ahora.

Corrió lo máximo que pudo, había dejado todo su equipaje afuera del pozo y ni se molestó en recoger, solo llevaba en manos el obsequio que le había entregado Sesshomaru.

Se encontraba a borde de los arrozales cuando se dejó caer rendida en el suelo, su visión era nublada y su respiración agitada.

Pudo ver como dos sombras se les acercaba por detrás, voces le preguntaron si se sentía mal, la muchacha no respondió.

Después sintió como dos pares de brazos la ayudaron a ponerse de pie y fue llevada a  la cabaña de la anciana.

Se negó a hablar, después de que su llanto cesara estuvo callada abrazando sus rodillas por un largo tiempo, finalmente había aceptado algo que se negó por mucho tiempo creer y eso la dejó destrozaba.

—¿Volvieron a pelearse?— preguntó el pequeño zorro mágico, estaba preocupado por la manera en que se comportaba la morena. Esta solamente asintió en respuesta.

—No llores Aome, no mereces derramar lágrimas por aquel idiota—. Intentó consolarla su mejor amiga de la época feudal.

—Aquí están tus cosas Señorita Aome— entró el monje cargando con su equipaje y más su báculo.

—¿Qué es eso que tienes Aome?—, preguntó Shippo al ver como esta tenía un objeto entre sus manos.

—¿Un joyero?— dijo la cazadora, la miko asintió en respuesta.

—Me lo dio Sesshomaru hoy, cuando Inuyasha lo vio se puso a gritar y me dijo que lo tirara, pero no quiero hacerlo. ¿No está mal, verdad? Digo, el no tiene derecho de prohibir que reciba un regalo...—, dijo entre jadeos; el llanto la había dejado exhausta.

Sango meditó su respuesta, no fue la primera vez que alguna conocida se enfrentaba esta clase de problemas.

—Bien, Aome. El solo está celoso, sabes como es él.

—Si Aome— estuvo de acuerdo el pequeño zorro.

—El no tiene derecho de prohibir este tipo de cosas si solo son amigos, mismo que el regalo no sea el más adecuado para agradecer—, dijo la dueña de la cabaña.

Aome sintió que ellos tenían razón, no debió de haberse enojado por las boberías de su amigo.

Ya que así lo veía cada vez más, era su amigo y no estaba dispuesta a arruinarlo todo sin ni siquiera haber reunido todos los fragmentos.

—Ustedes tienen razón, no dejaré que vuelva a tenerme como premio consuelo.— dijo decidida secándose las lágrimas.

—¿Premio... consuelo?— dijo una voz que fue ignorada.

—Además, ¡¡luciré este hermoso kanzashi siempre que quiera!!

Y toda animada pide ayuda a su amiga cazadora y a la anciana para ayudarla a hacerse un peinado que le quedara bien.

Afuera de la cabaña, se encontraban los dos hombres que terminaron siendo expulsados del lugar con la disculpa de que aquel era un momento para chicas.

—¿Un adorno para el cabello?, ¿Por qué Sesshomaru le daría algo así?— empezó la conversación el pequeño zorro mágico.

—¿Estará coqueteando con la señorita Aome?

—¿Será?— terminaron por decir al unísono después de un minuto de silencio.

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Había vuelto al palacio con un humor de perros listo para recoger a los dos y zarpar del lugar de la manera más rápida posible, pero no eran los planes de su progenitora.

—¿Qué le diste?, Sesshomaru.

Silencio.

Ni siquiera se detuvo a para mirarla, estaba dejando a sus acompañantes atrás hasta que la pequeña niña le estiró la manga del kimono para que este le pusiera atención.

—Señor Sesshomaru, ¿por qué es tan poco respetuoso con su mamá?— preguntó.

Sus problemas ni siquiera lo habían permitido pensar en que estaba dando mal ejemplo a la pequeña, ¿y si ella empezaba a copiar sus acciones por diversión?

Dio media vuelta y miró a su madre visiblemente molesto, esta cargaba el peso de su cuerpo sobre un pie mientras tenía los brazos cruzados esperando respuesta.

—Un kanzashi en un joyero de plata— respondió sin darle demasiada importancia.

Lo siguiente que supo fue un geta volador a toda fuerza hacia su oreja, sonrió con superioridad cuando la atajó antes de tocarlo, pero el siguiente golpe fue mucho más doloroso que el de una zapatilla de madera. Fue justo en el orgullo. 

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Geta (下駄) (pronúnciese «gueta») es el nombre de un tipo de calzado tradicional japonés. Consta de una base plana de madera (dai) y dos «dientes» (ha) que soportan todo el peso. Suelen estar construidas en madera y su agarre tiene la típica forma de chancleta.

Solamente Tú| Sesshome  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora