•~~●~~•
Se detuvo frente al pozo, curiosamente el lugar de donde había visto salir a la miko la última vez que se vieron.
El pozo contenía algún misterio, posiblemente investigando ahí encontraría a la muchacha que había estado buscando.
Por qué había mirado en el bosque, buscó en la aldea; los arrozales; el arroyo e incluso amenazó a algunos aldeanos con tal de decirle en donde se encontraba.
–N-no lo sabemos, ¡lo juro!. La señorita Aome siempre va en dirección al pozo devorador de huesos y después desaparece. ¡te lo digo en serio!
Después de eso soltó al aldeano que se había mojado de miedo y caminó hacia donde se encontraba el tan famoso pozo.
Se asomó al pozo y decidió bajar, de seguro esto solo será una pérdida de tiempo.
Pero en vez de llegar al fondo del pozo, una luz lo envolvió y cruzó las barreras del tiempo, llegando así a la época moderna.
Cuando el espectáculo de luces cesó, se encontraba dentro del pozo pero este era cubierto por un techo.
Se levantó y procedió a salir del lugar, cuando llegó a la cima. Se dio cuenta de que se encontraba dentro de una especie de templo o una casa; pero lo único que había era escaleras que bajaban hacia el nivel del pozo.
Salió del lugar compuesto por una única habitación y se encontró con un patio demasiado desértico para su gusto.
Caminó hasta llegar en frente al lugar que le pareció ser una casa, muy diferente.
–Gusto estraño del que la construyó. Pensó.
Le llamó la atención como se abrió una ventana en el piso superior. Cuando lo hizo el aroma de la miko lleno sus fosas nasales gracias al viento, pensó que seguramente ahí la encontraría.
De un salto llegó a la ventana, miró el interior a ver si la miko se encontraba presente pero la persona que vio fue una mujer de cabello corto que salía de la habitación, sin darse cuenta de su presencia.
Cuando esta salió, finalmente entró por la ventana. Realmente, el olor de la sacerdotisa se encontraba por todo el lugar.
El cuarto era realmente extraño, ninguna de las cuatro paredes era de madera o papel arroz, la ventana estaba abierta pero se notaba segura por las rejas.
Caminó un poco más hacia el centro. –Este tufón es demasiado alto.
Puso una mano encima, comprobó su firmesa y entonces, se acostó.
Era realmente suave, las mantas que lo cubrían estaban limpias y bien extendidas. Quiso quedar más un tiempo sobre la cómoda cama, pero luego recordó el motivo de su búsqueda y continúo investigando la habitación.
Abrió cajones, en varios habían libros y otros materiales del tipo, productos para el cuidado de la piel y un poco de maquillaje.
También habían unos frascos de perfume, que al no ser reconocidos por el embalaje particular. Fue abierto por el intruso que apretó la parte superior metálica; haciendo que una parte del contenido fuera directamente a su cara.
Tosió cuando el olor demasiado fuerte llegó a su sensible nariz, fueron minutos hasta que se sintió como si pudiera oler algo más que aquel dulce aroma.
Se paró frente al ropero y abrió varias puertas, solo había ropa.
Abrió los cajones, en uno había medias y prendas por el estilo. Hasta que abrío uno donde estaban guardados los sostenes.
Quitó uno y lo observó, se parecía mucho al que había visto aquella noche en el río entre la ropa de la sacerdotisa.
Era rosa con pequeños detalles bordado, casi nuevo.
Intento hacer memoria para acordarse de como la miko lo usaba, cerró los ojos y frunció el seño. Después puso la prenda en frente de su pecho pero enseguida la hizo a un lado.
Se imaginó a la miko usando la prenda que le resultaba tan rara y llegó a la conclusión de que era una prenda íntima femenina y no le corresponde estar rebuscando entre las mismas.
Inspeccionó bajo la cama, debajo de la misma se encontraba una caja. Entonces la abrió.
En ella habían los cuadraditos raros con personas adentro y otras cosas, buscó el kanzashi pero no lo vio por ningún lado, cansado de buscar y no encontrar nada; estaba a punto de irse hasta que escucho fuertes pasos en el piso de madera del pasillo.
De repente la puerta se abrió y entró dando de cara al piso un niño que cuando lo vio se asustó.
—¡Hermana!— gritó.
—¿Qué haces en mi habitación Sota?— estaba enojada con él, hasta que vio al verdadero intruso en su habitación.
—¿Sesshomaru?, ¿qué estás haciendo aquí?
¿Cómo había cruzado el pozo?
—Oye, te pareces al amigo orejas de perro.— dijo el pequeño.
—No me compares con ese mitad bestia— escupió.
Se dio cuenta de su personalidad y llegó a la conclusión de que nunca serían amigos, así que dejó la habitación para que su hermana hablara del tema que supuso que tenía pendiente con el peli plata.
La chica miró el desastre que era su habitación, sus cosas estaban fuera de lugar y casi todas las puertas de su ropero estaban abiertas, incluso un sostén tirado en el piso.
Primero sintió el impulso de gritarle hasta que se acordó quién era y sus habilidades, así que se calmó.
—¿Qué estabas buscando?— preguntó, pero la pregunta no fue respondida.
Su corazón dio un vuelco cuando la miró, la había buscado por todo lado y finalmente la encontraba. Entonces se aproximó de ella y vio como el kanzashi estaba adornando su negro cabello.
Aprovecho para acortar distancia, ella se veía realmente hermosa con el sujetador que le había obsequiado.
Pero eso había sido un error.
Nadie más podía enterarse de que le había dado algo así a una humana. Pero... ¿no podía de alguna forma comprar su silencio y dejarla con algo que la hacía lucir tan bien?
Aproximó su mano al rostro de la chica, Aome tenía las mejillas rojas esperando a ver que él haría. Sin siquiera hacerse la idea de que lo que Sesshomaru tenía el mente era quitarle su kanzashi.
Su mano rozó la mejilla de la joven que lo miraba atentamente mientras ese cerraba cada vez más la distancia entre los dos, hasta que la puerta se abrió.
•~~●~~•
ESTÁS LEYENDO
Solamente Tú| Sesshome
FanficSesshomaru es un yokai extremadamente fuerte y apuesto, cumple todo lo que se propone y nunca se arrepiente de sus decisiones. Pero determinada situación lo llevará a tomar una decisión que va en contra de sus principios, pedir ayuda a una humana; a...