5.

276 33 1
                                        

•~~●~~•

El hanyo volvió a caminar en dirección al pozo devorador de huesos, desde que Aome se había ido el muchacho daba muchas "caminatas" hacia aquella dirección.

Saltó, pero en vez de llegar al fondo del pozo una luz lo envolvió hasta que apareció en la época moderna.

Bien, el primer lugar que se le ocurrió fue ver si la chica estaba en su habitación, la cuál no estaba.

Pero para su bendita suerte, el hermano de esta lo vio.

—¡Amigo orejas de perro! ¿Viniste con mi hermana?— preguntó animado.

—¿Que si vine con ella? Es a ella a quién busco. ¡Es como la quinta vez que vengo y no la encuentro!.

—Espera... mi hermana no llegó de tu época amigo. Se supone que vuelva hoy a la tarde.

—¿Qué? ¡Ella no esta aquí! ¡Pero si ella volvió ayer!.

—Pues no lo hizo... ¡espera!

Inuyasha ni siquiera lo escuchó, salió corriendo en dirección al pozo. ¿En dónde se habrá metido?

~

A pesar de la noche anterior, el youkai volvió a actuar como siempre, exclamando un simple vamos justo después de la miko ponerse de pie.

Con toda la gracia del mundo sobre sus hombros simplemente la ignoró. No se sentía normal aquella mañana, desde la noche anterior aquel cosquilleo que invadía su pecho no se había desvanecido por completo, simplemente empeoraba cada vez que miraba a la chica.

Por eso se limitó a caminar en su frente, ignorandola lo máximo posible. Siempre con una expresión fría de un ser que se considera omnipotente.

-¿Por qué apesar de todo tiene que mostrar su faceta fría? Pensó su acompañante, Rin en su lista descriptiva mencionaba lo amable que era Sesshomaru, dicha característica no existía en realidad. Mejor no arruinar las ilusiones de una niña.

Caminaron por un par de minutos, justamente el camino era interrumpido por frías y violentas aguas, producto de una cascada.

Al ser un lugar de poca travesía, este no contaba con una puente de madera, solamente algunas rocas resbaladizas y llena de musgo que servían para los más aventureros arriesgarse a pasar.

El astuto yokai pasó sin problemas, de un solo salto ya se encontraba al otro lado, dejando a la pobre en grandes problemas.

—¡Oye!— este ni siquiera se detuvo a mirarla, seguía su camino como si nada.

—Apúrate humana— ella bufó.

¿Se atreve a dejarla así sin más? Después de que esta lo estuviera ayudando. Hasta compartió su contada ración que tenía.

Hasta considero en dar media vuelta y emprender camino hacia la aldea bajo la protección de la anciana Kaede, pero por valor a su vida decidió no hacerlo.

Maldiciendo su suerte, la muchacha procedió a intentar cruzar el río, puso un pie encima de la roca, milagrosamente no se resbaló en el intento.

Pero por aquí la suerte dura muy poco.

Las aguas son turbulentas, su siguiente espacio en donde pisar era más limitado.

Apenas podía ver al de cabellera plateada en frente, este tenía una sonrisa ladeada.

—Enseguida se hará noche y todavía sigues ahí— dijo, sarcástico.

Este pequeño comentario la hizo enrojecer de furia no te ves bonita cuando te enojas, recordó las palabras de Inuyasha.

Gritó frustrada, y procedió a intentar pasar más rápido. Por lo cuál no se fijó decentemente en donde pisaba, y se resbaló.

Con un grito cayó al agua, rápidamente su cuerpo fue arrastrado por la corriente.

Trató de sujetarse por una rama, pero esta era demasiado débil causando que igualmente fuera arrastrada. Pero no por mucho.

Se sentía en pánico, tanto que ni sintió al yokai acercándose a gran velocidad para atajarla con su único brazo. La estiró hacia tierra, pero notó que tendrían cierto contratiempo.

La humana sangraba, una de  sus medias estaba rota en la altura del tobillo manchado de sangre.

-No tiene buena pinta. Pensó al ver la expresión dolorida de la miko. La misma pidió que quitara su botiquín de su mojada mochila.

El peli plateado no tiene gran experiencia en atender heridas, ya que al ser un dai yokai incluía el paquete completo, con derecho a regenerar sus heridas.

—Deja, yo lo haré— dijo finalmente la sacerdotisa al ver que el yokai no sabía que eran muchas de las cosas que llevaba en su botiquín.

Este la ayudó a recostarse en un tronco, para después dejarla sola.

Desinfectó la herida, por suerte esta no era profunda, apenas superficial. Cuando el sangrado disminuyó procedió a vendarla.

No tuvo grandes dificultades en ponerse de pie, si fuera necesario llevaba consigo pastillas para el dolor.

Pero aquel camino de tierra no va a ser amable con ella.

-¿Por qué justo yo...? justo cuando me encuentro con este tipo estas cosas pasan.

Volvió a sentarse, esperando que su príncipe encantado hiciera su aparición, algo que tardó mucho para su gusto. Estaba por desistir cuando vio a Sesshomaru bajar del cielo.

El se acercó hacia ella, y dejó a su lado ropa, la que caracterizaba a una miko.

—No te cargaré si estás mojada, si es que eres una miko vístete como una.

—¿C-cargarme?

Este dejo su pregunta flotando, dándole privacidad para cambiarse. Se quitó su gastado uniforme escolar, uno que acostumbraba usar para venir a la época antigua. Y lo guardó dentro de una bolsa plástica que cargaba consigo.

Al terminar de cambiarse, llamó al peli plata, este apareció. Curiosamente en menos de dos segundos.

La morena se preparaba para subirse en su espalda, como tenía la costumbre de hacer con el hanyo. Pero el no es Inuyasha.

Este se puso de frente a ella, y la alzó en modo princesa. Las mejillas de Aome automáticamente se tiñeron de un tono rojizo al tener determinada presencia varonil tan cerca, este la cargaba con su único brazo y la atraía cerca de su pecho.

Ella se acurrucó, se sentía protegida al tenerlo tan cerca. Él miró hacia abajo,  el chocolate haciendo contacto directo con el oro. Se miraron por segundos.

Desde que la vio, un sentimiento lentamente empezó a desabrochar en su interior.

Cuando lo miraba, algo lentamente empezó a ocupar espacio en su interior.

Definitivamente, se estaban volviendo más que aliados en aquella aventura secreta.

•~~●~~•

Solamente Tú| Sesshome  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora