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Las puertas se abrieron y el Lord del palacio entró a la amplia biblioteca, a su madre le gustaba deleitar sus ojos con una buena lectura cuando tenía tiempo disponible.

—Veo que finalmente llegaste— dijo sin apartar la mirada del libro —Ahora dime, hijo. ¿Por qué tardaste tanto?.

—¿Problemas?— respondió simplemente, la herida en su cuello lo molestaba, sentía su cuello húmedo por insignificante pero reciente pérdida de sangre.

—¿Pasó algo entre tú y la sacerdotisa?— preguntó con un todo de picardía combinada con burla.

Este gruño como respuesta y le tiró la bolsa con el objeto que se le pidió rescatar

Dos semanas después:

Pasaron dos semanas desde que Aome había ayudado a Sesshomaru, desde entonces volvió a su época para sanar sus heridas físicas y ponerse en día con la escuela.

Además de contar con la frecuente visita de Inuyasha, que cada vez le replicaba diciendo lo tonta que fue al ayudar a Sesshomaru sin haberlos avisado.

Realmente se sentía como tonta, después de haberlo abrazado por unos segundos este la separó bruscamente y se marchó sin decir palabra.

-Él es un mal agradecido Aome, olvídate de las gracias. Solo te usó para conseguir lo que quería.

Suspiro y guardó su libro de matemáticas, no tenía humor para lidiar con fórmulas que no entendía ni un carajo.

Bajo rápidamente las escaleras para dirigirse a la cocina por un vaso de agua.

Suspiro y abrió la canilla para llenar su vaso con agua a temperatura ambiente.

—Suspiras mucho últimamente Aome, ¿paso algo en la otra época?— la repentina voz de su madre la hizo dar un brinco. Y el agua trasbordo el vaso.

—¡Mamá! Casi me das un infarto— llevo su mano al pecho fingiendo dolor.

—Y también te sonrojas mucho, ¿pasó algo entre vos y aquel muchacho?— dijo con picardía, Aome sabia perfectamente a quien se refería con decir muchacho.

—¿Qué?, ¡No mamá!— terminó por derramar el contenido del vaso en el fregadero.

—¿Entonces hay alguien más?— preguntó como broma, pero el sonrojo de su hija no fue de mentira.

—¿Qué?, ¿el amigo orejas de perro ya no entrará a la familia?.

—¡Sota! ¿Desde cuándo estás aquí?

—Hace poco, vine a llevarle la medicina al abuelo.

Llevando unas pastillas y un vaso con agua se fue.

—¿Entonces hay alguien más y sucedió en tu último viaje?— continuó el interrogatorio.

—Bien... no, solo que esta vez pasé una parte del viaje con otro alguien.

—Y, ¿quién es?

—El medio hermano de Inuyasha, se llama Sesshomaru. Me pidió ayuda para pasar una barrera.

Y entonces Aome empezó a contar toda la parte que había callado, como este le pidió a ayuda, hasta el envenenamiento que causó el descontrol y como este se marchó sin siquiera darle las gracias.

—Y así se fue... — suspiró por enésima vez en la tarde.

¿Tanto le costaba darle las gracias?

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—El humor del Amo Bonito esta más feroz que de costumbre— la rana sujetó con más fuerza su báculo.

—Si, ha vuelto muy molesto— la pequeña abrazo la muñeca que se la habían entregado.

—¡Si!, todo por culpa de aquella sacerdotisa amiga de Inuyasha— chilló, estaba odiando su trabajo como niñera de tiempo completo.

—Jaken— la mención de su nombre lo hizo saltar hacia atrás.

—¿Si?, Amo Sesshomaru.

—Lárgate.

—S-si señor— y corrió dando pequeños saltos, todo lo que sus cortas piernas le permitían.

Estaba furioso con su madre, cuando le preguntó para qué quería aquel espejo que se encontraba bajo protección de una barrera.

Ella no respondió, acción que lo incomodó bastante, quitó el espejo de la pequeña bolsita y contempló su aspecto.

Era un espejo del tamaño de la palma de su mano, circular con los bordes finamente elaborados y con pequeñas piedras decorativas, igual a diamantes.

—Ojalá el borde no se destruya— dijo con pena del objeto, y lo tiró con fuerza al suelo.

Su hijo se encontraba completamente desconcertado.

Con cuidado para no herir sus dedos la mujer procedió a juntar los fragmentos y los guardó en la bolsa. Agarró el marco y lo examinó.

—Ay no, que pena. Se soltó una gema, mira. Para ti— y la tiró a los pies de este que se encontraba rojo de rabia.

-¿Tanto trabajo para absolutamente nada?

–No te enojes hijo, los vidrios rotos ahora harán parte del vidral en el salón y el espejo de gemas reflectores ahora cumplirá otro propósito. No fue en vano lo que te pedí.

—¿Y con que propósito usaras esa cosa rota?— movía su pie con impaciencia.

—Su vidrio se forma con agua de un lugar en particular, solo que tardará unos cien años.

Lo que para los dos era poco tiempo, se sintió un poco mejor cuando le dijo que era un espejo que podría capturar almas de yokais.

Como uno más evolucionado que el de Kanna.

Pero mismo así se fue emputadisimo por haberlo roto sin decirle palabra, ni siquiera dio un buen vistazo al objeto.

Su sirviente junto la gema por él y la guardo esperando una oportunidad oportuna para dárselo. Solo no lo había hecho hasta ahora por valor a su vida.

Ahora se encontraban en el salón, donde el vidrio del espejo estaba en varios vidrales, y en el centro en una vasija estaba el espejo sumergido en agua, por la noche la luz de la luna reflejaba en los cristales. La luz que venia de estos daba directamente en el agua con el marco sumergido.

-Para crear un nuevo vidrio, es necesario usar los fragmentos del anterior. Aquel vidrio ya estaba con fisura y por eso ya no nos sirve.

–Vamos, Rin.

—Si Señor Sesshomaru— dijo sonriente la pequeña.

Cuando salió de la habitación, vio a su madre. Entonces dio media vuelta y siguió por el camino contrario.

—Hijo, no estés enfadado.

—No lo estoy. Ahora déjame en paz.

—Pero que muchacho más cariñoso— dijo con sarcasmo.

Tenía que conversar con él, esto lo hará por las buenas o por las malas.

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Solamente Tú| Sesshome  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora