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Se estaba volviendo loco, la mística criatura se negaba con todas sus fuerzas a entregarle aquel fragmento de Shikon.

El encuentro con aquel ser que habitaba el lago lo había tomado desprevenido, pero no tanto como el saber que esta tenía en su poder uno de los tan valiosos fragmentos.

¿Cómo lo supo el hombre lobo,?, fácil; ella misma lo había dicho.

Tal vez no fue directamente, pero lo estaba intentando obligar a que entregara los fragmentos que esté poseía.

La ayuda de Aome en aquel momento era más que bienvenida, sus dos acompañantes habían ido a buscarla a solo unos minutos. A pesar de saber que el ser en su frente tenía uno de los fragmento el no sabía en qué parte de su cuerpo los ocultaba.

Koga dió un salto  evitando que las hojas; que se habían vuelto duras como piedra y cortaban más que un cuchillo lo tocaran.

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—¡Oye!, cuidado; ¿que te pasa últimamente?

Caminaba tan distraída que se había tropezado con una piedra en el camino.

—Perece que la señorita Aome dejó su mente al otro lado del pozo esta vez.— dijo como broma, la mencionada solo sonrió.

—¿Que te pasa, eh? ¡No sueles actuar así!

—¡Déjala en paz perro!

—¡Que dijiste zorrito!

El pequeño yokai se escondió detrás de su madre, así que la sacerdotisa lo defendió.

—Inuyasha..., ¡ABAJO!

El poder del rosario lo atrajo con mucha fuerza hacia el suelo polvoriento, haciendo que el peli plata terminara con el rostro rojo de tierra.

—Ahora sí Aome está gritándote como de costumbre, ¿feliz Inuyasha?

Este no dijo nada, solo se levantó y se sacudió el polvo de la misma manera que lo haría un perrito. Haciendo que la más cercana; Sango, torciera.

Pero el clima tan despreocupado no duró demasiado; a lo lejos se avistó a los dos acompañantes del hombre lobo que cargaba consigo dos de los fragmentos de Shikon. Venían a toda velocidad hacia ellos.

Cuando se encontraban frente al grupo de nuestra protagonista, casi se dejaron caer por el cansancio.

—Señora Aome, ¡Koga necesita su ayuda!.

—¡Chicos!, ¿qué pasó?

—Una criatura cerca del lago tiene un fragmento de Shikon.— respondió el otro.

Así que no perdieron más tiempo y se dirigieron a donde se encontraba el hombre lobo, este continuaba sin suceso la búsqueda por la ubicación del fragmento.

En un rápido movimiento de brazo más cuchillas en forma de hojas volaron hacia él. Las esquivó todas pero no pudo evitar un rasguño de varios centímetros en su brazo.

—Que patético, no pensé que fueras tan débil.

Dijo una voz, provenía de la parte donde el terreno era más elevado. Junto al dueño de la voz había una pequeña niña y más dos demonios de bajo rango.

—Eres Sesshomaru, el hermano de aquel pulgoso mitad bestia.— gruñó.

Sesshomaru lo observó con un aire de superioridad, algo común en él.

—No me digas que estas de tras de los fragmentos. Típico de una bestia inferior.

—¿Acaso no viniste por lo mismo?, ¿señor con ansia de poder?

Solamente Tú| Sesshome  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora