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—Par de tontos, saben de quien ese cadáver esta de tras y mismo así no la protegen.

—Espera, ¿cadáver?— preguntó el monje.

—Tiene un olor a putrefacto, pero es muy leve— respondió.

—Además de apuesto con buen olfato— se aproximó hacia él la mujer, Aome la miró con mala cara.

Sango miró atentamente la nueva fracción en el rostro de su amiga, desde el incidente del kanzashi supo que algo pasaba entre el medio hermano del hanyo y ella; pero decidió callar su curiosidad ya que ni ella misma parecía saber su actual relación con él.

Quería creer que en algún momento su amiga vendría entusiasmada a contarle todos los detalles.

Pero ahora no era hora de pensar en estas cosas, Aome preparó una flecha; estaba lista para disparar en dirección a la mujer. De ninguna manera quería que se aproximará más de Sesshomaru.

Disparó su flecha, iba justamente en el blanco pero los delgados dedos con blancos nudillos de la mujer la atraparon antes, el resplandor rosa continúo por un par de segundos y quemó sus dedos. Cuando eso pasó la mujer de cabellera rizada soltó la flecha que cayó en el agua como un fósforo recién usado.

Eso solo llenó de más rabia a la morena, Sesshomaru preparó sus garras para atacar. Las mismas y la palma de su mano se volvieron de un color verde neón y puso una mirada intimidante, algo que aparentemente no afectó ni en lo mínimo a la mujer.

—Oye Sesshomaru, no intentes jugar el papel de héroe.— dijo su hermano menor agitando a tessaiga, pero el lobo todavía no se sentía contente; entonces corrió hacia donde la mujer estaba.

Su velocidad era tan alta que era difícil de distinguir, el muchacho de vestimenta roja también hizo lo mismo. Pero en vez de ayudarse prefirieron lanzarse algunos golpes intentando derribar al otro.

—¡Dejen de pelear!— la cazadora lanzó el bumerán sepárandolos.

El Lord de las Tierras del Oeste no había dado mínima atención a las palabras del hanyo, el cadáver lanzó más de sus filosos armas dañando un poco la parte roja de su túnica.

Y en pocos segundos, atravesó el cuello de la mujer con sus garras.

Cuando lo hizo, el cuerpo de la misma empezó a desprender un olor más fuerte, la sangre tenía un tono que iba más al negro que el color carmesí normal.

—A..., ¡porqué te metiste!.

—¡Por qué ninguno de ustedes se preocupó en derrotarla!, ¿pueden estar en paz por un minuto?.

—¡Él empezó Aome!.

—¿Eh?, mentiroso.

—¡Ya basta!, Inuyasha. ¡ABAJO!.

Esta vez terminó mojado.

Sesshomaru lavó su mano con la agua bajo sus pies, mientras lo hacía la sacerdotisa se acercó a él con un pequeño sonrojo.

—Este fantasma robava pedazos de otros cuerpos.

Aome miró al cuerpo que tenía a unos metros enfrente, el cuello ahora roto se veía lastimado; alrededor del mismo había una marca negra. Como si la víctima hubiera sido estrangulada o ahorcada con una soga.

Lo demás del cuerpo no coincidan, algunos pertenecen a cuerpos de seres humanos mientras otros a de yokais. Todas las partes tenían inumeros cortes. La bella aparencia femenina era apenas una ilusión que creaba el fragmento de la perla.

Con una mirada de asco, Aome introdujo su mano en el orificio para sacar el pequeño fragmento. Pero una mano la sujetó, el cuerpo continuaba funcionando gracias a que el fragmento todavía no había sido retirado. La ropa de la sacerdotisa se ensucio de sangre y otras sustancias que salían del cuerpo moribundo, cuando sujetó el fragmento el cuerpo automáticamente se decayó ya con menos energía. Cuando volvió a retirar su mano esta ya sujetaba al sucio fragmento que ya se encontraba manchado con una pizca de maldad.

En poco minutos este ya se había purificado.

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—Por el momento me retiro Aome— habló cariñosamente mientras sujetaba las manos de la morena, ella tenía una sonrisa nerviosa en su rostro. —¡Y tu pulgoso!, cuídala mejor esta vez!.

Este no le dijo respuesta, así que el hombre lobo salió a toda velocidad siendo seguido por sus dos acompañantes.

—Ya puedes irte Sesshomaru, nadie requiere más de tu ayuda— el mitad bestia lo miró fulminante; odiaba que se le quitara su protagonismo.

—No seas grosero Inuyasha, ¿no puedes llevarte bien con el por un minuto?.

—¿Por qué lo defiendes?— recuerdos de unos meses atrás vinieron a su mente, tuvo más ganas de apartar al de vestimenta blanca.

—¿Acaso tienes algún motivo por lo cual quieres que me vaya, Inuyasha?— recalcó el nombre de su hermano menor, a cada minuto que este abría su gran bocota tenía más ganas de darle con sus garras de veneno.

Pero tenía sus manos apretadas en puños, ¿por qué se contenía? Desde que admitió sus sentimientos; o mejor dicho: desde que pidió la ayuda de la miko ignoraba gran parte de su bestia interior. Suprimia sus instintos y ocultaba parte de su crueldad frente a ella.

No supo exactamente cómo, pero un par de minutos más tarde se encontraba sentado con su protegida cerca del grupo de la miko, más afastado (obvio) observando cada movimiento de esta.

La pequeña niña también observaba el raro comportamiento de su amo.

El ambiente se volvió algo pesado.

—Rin, Jaken, vam.

—Aome, cámbiate de ropa. ¡huele asqueroso!..— Dijo el mitad bestia cortandolo.

Ante la presencia de su hermano estaba tipo: atención, ¡a mi; a mi!.

Pero Sesshomaru se mostró indiferente y Aome ofendida.

—Pues te digo que esta es mi última ropa, tendrás que llevarme a casa si es que no te gusta.

—¿Que?, pero estamos legísimo.

—No será necesario.

Una túnica blanca cayó sobre la cabeza de la morena, a su lado se encontraba el Lord de las Tierras del Oeste con la parte superior de su kimono expuesto.

Le había dado su túnica.

—Asegúrate de devolverme en óptimas condiciones— dijo mirándola a los ojos, y después se fue.

—Miroku, ¿estás enseñando algún tipo de brujería a Aome o sólo a usar talismanes?.

—Solo sobre talismanes pequeño, eso seguro lo aprendió en su época.

Inuyasha fue listo para quitarle la prenda de encima, pero no tuvo oportunidad ante los abajo's de Aome.

Ya estando más lejos, Sesshomaru continuaba su camino, lo hacía con pasos firmes. Hasta que se detuvo en seco.

—¿Que quieres?.

—Que cortés de tu parte tomarte el tiempo de saludar.

—No tengo tiempo para tus estupideces.

—Entonces seré directo, ¿me invitas para padrino de la boda?.

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Solamente Tú| Sesshome  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora