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La noche era oscura, a diferencia del Japón moderno que era iluminado por luces artificiales, en el Sengoku los únicos lugares iluminados eran mayormente aldeas donde grandes grupos de humanos vivían, muchos a base de cultivos o vendiendo alguna mercancía.

La aparición del inu dai yokai la había llenado de sorpresa, mismo habiendo la posibilidad jamás pensó que Sesshomaru tendría más familia.

¿Por qué no le dijo? Solo se conocían a un par de horas pero este resultó ser completamente opuesto al medio hermano de Inuyasha.

No mostró una faceta fría o hostil, pero de cualquier forma se conformaba ya que estaba enterada de que no porque las personas, bueno, yokais que estaban ligados de alguna manera debían de actuar o pensar idénticos.

Su sangre heló cuando le dijo -bueno, cuanto más rápido lleguemos, mejor. Y este usó su forma de bestia.

Ahora se encontraba volando sobre el sengoku sujetándose del pelaje plateado del gran perro. No se sentía cómoda igual que con Kirara pero tampoco reclamó.

Unos minutos después vió a lo lejos una zona iluminada, pensó que se trataba de algún asentamiento humano pero lo que que tenía enfrente la sorprendió bastante.

Conforme se acercaban más y más se dio cuenta de que aquel sitio se encontraba cerca como para considerar la altura, primero le pareció ilógico pero tuvo que aceptar que el lugar, específicamente un palacio: estaba flotando.

No pudo deshacerse de su sorpresa ni siquiera cuando el gran perro yokai posó, ¿cómo era aquello posible? Ni siquiera en su época había visto algo parecido.

Se quedó atónita por unos segundos, hasta que un suave rugido por parte del perro plateado la sacó de sus pensamientos, cuando esta se bajó Murasakino volvió a tomar su forma humanoide.

-¡Y llegamos!!- exclamó, se sentía ansioso por saber el desarrollo de esta situación.

Enlazó su brazo con el de la morena, los yokais que se encargaban de hacer la guardia de la madrugada solo observaban la encena, el sobrino de la señora era conocido como un rarito entre los de su especie.

Los inu dai yokai eran conocidos por ser grandes guerreros de corazón frío, pero el carismático hombre había tomado un camino diferente.

-Amigos, lleven nos a donde se encuentra mi tía.

Dijo feliz, ¿cómo reaccionará Irazue? Las puertas se abrieron, por el rabillo del ojo pudo ver como la muchacha veía cada cosa y ser viviente que se les cruzara con atención.

-¿Qué tal se lleva Sesshomaru con su mamá?- preguntó sin mirarlo, Aome se sentía extraña, tal vez los nervios, pero presentía que las cosas posiblemente no terminen bien.

-¿Lo dices por ese dicho de que como un hombre le trate a su madre tratará a su esposa? Pues si es por eso lo siento por tí.

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Su largo cabello plateado se movía gracias a la suave brisa del sengoku, la última vez que se vieron habían quedado de verse frente al pozo, pero había un pequeño detalle, él llegaba tarde.

Esta era la primera vez que la morena debía de cruzar el pozo después del último desentendimiento con su estúpido medio hermano, él la había mantenido al tanto de que el cadáver ambulante había tomado su lugar entre el grupo y Sesshomaru se sintió impotente al ver el rostro de tristeza de la muchacha y no saber qué hacer para consolarla.

Era un hombre frío, tal vez se había ablandado un poco en los últimos tiempos pero seguía siendo él.

Y Aome fue la única que tuvo el lujo de ver esos cambios y sentirlos cuando el yokai la abrazaba y sus palabras, tal vez enmascaradas, demostraban el afecto.

Posó su mano sobre la pared de madera del pozo, capaz ella se había cansado de esperarlo y decidió volver, su mirada antes llena de paz volvió a ser frívola cuando sintió una presencia indeseada.

-¿Qué quieres?- preguntó en un tono frívolo y su mano dejó la orilla del pozo para seguidamente empuñar a una de sus espadas.

Olfateó los aromas del lugar, junto al olor al bosque pudo sentir el dulce y casi imperceptible olor de la miko.

Pero había algo más.

La punta de la afilada flecha brillaba en un pálido color rosa, detrás de los árboles apareció una figura empuñando arco lista para disparar a cualquier momento.

No fue la humana que pretendía ver, su aroma desprendía olor a barro y huesos junto a otros olores de la naturaleza, la presencia de la nueva compañera de su medio hermano le era insoportable. Una sucia creación que dependía de robar almas para permanecer en este mundo.

-¿Qué pretendes?- preguntó sin dejar la defensiva.

Algo muy extraño sucedía, Sango parecía tener la respuesta pero se negó a hablarle sobre su amiga del futuro, el mitad bestia tampoco parecía muy dispuesto a hablar.

Pero no iban a llegar a lugar ninguno si seguían así.

-No sé cuál es tu intención con mi reencarnación, pero te diré algo: ella tiene que volver.

Sesshomaru solo la miró sin dejar de empuñar su arma, ¿Dónde quería llegar?.

-Dejé el grupo de tu medio hermano- Nada, ni una reacción, -Aome Higurashi debe de volver para recuperar los fragmentos de la perla, yo seguiré persiguiendo a Naraku, pero sola.

Una chispa de rabia se encendió dentro del inu dai yokai, prefería que su mujer se manteniera alejada de su medio hermano.

Se distanció del pozo, la fría mujer no dijo más nada así que empezó a caminar.

La sacerdotisa flaqueó por un momento, pero rápidamente volvió a apuntar hacia el yokai y disparó una flecha purificadora.

Un grave error.

La flecha disparada casi alcanzó el rostro del mayor, pero este fue más rápido y pudo detener a tiempo, en un rápido movimiento se dirigió hacia la mujer, Kikyo no tuvo tiempo para moverse ya que el peliplata en menos de un segundo la había alcanzado, la sujetó del cuello; el color dorado de sus ojos se había perdido entre el rojo.

-Eres repugnante- la fémina estaba paralizada y soltó al arco que terminó por caer sobre el suelo, -Mi mujer es única y no creas que por decir que es tú reencarnación voy a estar de acuerdo.

A Kikyo no se le permitió formular palabras y su terror fue mayor al sentir el líquido corrosivo que desprendían las garras del demonio.

Arrojó el cuerpo de barro en dirección al bosque, su espalda golpeó con fuerza el tronco del árbol y terminó por caer sobre la humeda tierra, Kikyo permaneció ahí, quieta.

-Que basura eres, ideal para aquel sucio híbrido.

Fueron sus últimas palabras antes de retirarse, así que hizo todo lo posible para afastarse de la aldea que era protegida por su hermana menor.

¿Qué iba a ser de ella?.

Su cuerpo estaba roto y solo pudo observar la ancha espalda del yokai que se afastaba cada vez más del lugar.

La forma de actuar se Sesshomaru fue extraña y los pocos fragmentos de conversación que pudo captar de los compañeros del híbrido ahora empezaban a cobrar más sentido.

¿Pero donde está Aome?

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⏰ Última actualización: Jul 01, 2023 ⏰

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