Hey que onda besties una nota rápida antes de empezar el capítulo. Las cosas que estén escritas con esta letra son recuerdos y ya es todo por su atención gracias y pueden ir en paz amén
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El lunes había llegado, parecía que el fin de semana había escapado de sus manos en un abrir y cerrar de ojos casi como un suspiro. En su cuerpo aún quedaban huellas invisibles de las caderas de ese hombre rozando su cuerpo al compás de la música que despedían las enormes bocinas de ese lugar lleno de gente con olor a sexo, drogas y alcohol.Recuerdos de esos ojos azules llenos de confusión, pero al mismo tiempo de deseo. Mirando los suyos como si se tratase de algo irreal o el sonido de esos dulces labios rojos, los cuales no había tenido la valentía de probar, reaccionando al tacto de su mano contra su pantalón.
"Ha-Harry" Una simple palabra, la cual estaba más que acostumbrado a escuchar. Se trataba de su propio nombre, el cual su madre le había asignado desde el segundo que su existencia en la tierra comenzó e incluso desde antes. Nombre con el que había crecido y nombre el cual había sido utilizado en todo tipo de situaciones; desde burlas, regaños, alientos, hasta declaraciones cursis de amor, ese nombre que también se encontró en boca de distintas personas, familiares, amigos, maestros o amantes, pero nadie hasta el momento lo había dicho de aquella manera en la que la había hecho ese abogado esa noche de viernes.
Las puertas del ascensor se abrieron y su vista se cruzó directamente con la de aquellos ojos orbes azules que rondaban por su cabeza, todo su alrededor se había congelado dejando únicamente a ese hombre de traje, que no dejaba de mirarlo de la misma manera en que él lo veía.
-Una disculpa señor Styles. – Dijo asustada una mujer de apenas 1.50 que había tropezado con el vicepresidente regando su taza de café caliente encima.
Sentía como el líquido caliente escurría por su cuerpo traspasando su ropa y llegando a zonas en las cuales no se esperaría encontrar café.
La mujer tomó todo papel que estuviera al alcance para secar a su superior, pasando por su definida área abdominal.
-De-déjalo así. – Dijo apartando a la empleada mientras trataba de volver a encontrar la mirada del licenciado, pero éste se encontraba agitando la cabeza a forma de despejo para tomar su portafolio y salir lo más rápido posible de ahí
Entró a su oficina recargando todo su peso contra la puerta cerrándola de un golpe, su cabeza comenzaba a dar vueltas probablemente por la falta de sueño.
Se quitó el saco y desabotonó su camisa, la cual continuaba escurriendo café. Tomó una toalla de papel que se encontraba sobre su escritorio y empezó a limpiar su abdomen lleno del pegajoso líquido a casusa del exceso de azúcar que este contenía.
¨Toc toc¨ Sonó la puerta de su despacho, su preocupación principal en ese momento era asearse, ya que en unas horas tendría una reunión importante y necesitaba verse presentable, por lo que no atendió el llamado.
-MIERDA – Bufó una vez que la puerta se abrió sin aviso alguno. – No di la autorización para entrar. – Dio un giro de 180 grados para ver quién había tenido la audacia de entrar sin su consentimiento.
Y ahí se encontraba él, con su curvilínea silueta, inmóvil frente a la puerta con las mejillas sonrojadas y esos malditos ojos azules más abiertos de lo habitual.
-Lo...lo siento. – tartamudeó – pensé que se encontraba en la oficina, so-solo pasaba a dejar estos papeles que tiene que firmar.
Desde esa noche de viernes en la que había abandonado el antro a altas horas de la madrugada sabía que se había equivocado. No se trataba de un hombre más con el que se acostaría y nunca más volvería a ver su cara. Se trataba de su jefe, el que veía todos los días, con el que generalmente se quedaba a solas después del horario laboral estipulado para resolver problemas legales; jefe que desde el momento en que pisó esa oficina por primera vez había causado una sensación rara dentro de él, pero al final de cuentas es su jefe.