Pasadas las 6 de la mañana arribaron a la gran manzana, un taxi ya los esperaba en la entrada del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, el cual los llevo a su hotel. El camino no era demasiado largo pero el trafico habitual de aquella ciudad, hizo que se le sumara una hora más a su travesía. Para su fortuna, ambos hombres estaban demasiado cansados para tener cualquier tipo de conversación, a pesar de que en su horario normal serían las 11 a.m., el viaje en general había sido agotador.
Se hospedaban en "Equinox Hotel Hudson Yards", un lujoso hotel, que si bien no contaba con 5 estrellas, estaba a punto de hacerlo; siendo uno de los lugares de hospedaje más cotizados y más importantes de Nueva York. Con un diseño futurista y decorado por piezas de arte contemporáneo por doquier, además de chicas encargadas de la recepción con un interés descomunal en Harry, parecía como si en cualquier segundo fueran devorárselo entero con tan solo la mirada; haciendo comentarios sobre su acento, sus ojos, su sonrisa; pero que podría esperarse, ese hombre era perfecto.
Después de miles de elogios y coqueteos, se les fueron entregadas las llaves de sus respectivas habitaciones. Habían decidido descansar un poco más para después verse a las 10 en punto para desayunar y recorrer la ciudad antes de su junta.
La comida no estaba nada mal, se encontraban en "Bubbys", una pequeña cafetería ubicada en la calle Hudson a unas cuadras de su hotel, se sentaron en las mesas al aire libre mientras comían la especialidad de la casa el desayuno "Bubbys": huevo con tocino, puré de papa y pan francés acompañado de café al gusto, un clásico desayuno americano.
-Qué agradable es saber que podemos pasar un buen rato juntos sin necesidad de evadirnos, ¿no, licenciado? - preguntó el superior mientras llevaba un pedazo de la tostada francesa a su boca.
-Tengo que admitir que es una experiencia muy placentera comer con usted, deberíamos hacerlo más seguido, tiene muchas cosas interesantes que compartir.
-Concuerdo con usted, pero últimamente no soy requerido en eventos sociales.
Louis se atragantó con su comida, una vez más Harry sacaba a relucir lo ocurrido el fin de semana pasada, pero esta vez no se trataba del viernes sino del domingo.
-En mi defensa, la carne asada fue para Zayn y le pedí que invitara a Liam, si voy a tener nuevo cuñado lo mínimo que pido es conocerlo, pero ese hombre hace lo que quiere e invito a Niall antes de que yo pudiera decir algo.
-Digamos le creo, licenciado Tomlinson.
-Bueno eso ya será cuestión de perspectiva, pero no me puede negar que no paso una gran noche usted también. Me refiero a que la foto de ese chico comiendo hielo mientras usted tomaba té caliente y el contexto que compartió después de eso, no son para nada aburridos.
-Creo que eso también es cuestión de perspectiva, realmente no recuerdo mucho, solo que dos amigas, Fer y Jaru fueron a sacarme en medio acto.
-Realmente pagaría lo que fuese necesario para ver esa situación. -dio un trago a su café tratando de no escupirlo por la risa – Claro, con todo respeto, jefe.
-Muy gracioso, Tomlinson. – rodó sus ojos – Mejor acláreme que es lo que pasa entre su amigo y el mío. Los dejamos solos dos segundos y ya no se despegan, perdonará el vocabulario informal, pero parecen garrapatas además de conejos en celo.
-Pues que puedo decirle, señor Styles, así funciona el amor. Aunque no le negare la parte de conejos en celo, desde el día cero en que se conocieron se pusieron manos a la obra. -ambos hombres rieron.
Harry sacó su billetera y dejo cien dólares sobre la mesa y sin decir nada comenzó a caminar. Louis pensó que se trataría de alguna de sus malas bromas y regresaría en cualquier momento, pero no fue así. Al ver al hombre dar la vuelta en la esquina sin mirar atrás, se puso de pie y comenzó a correr atrás de él, lo último que deseaba era perderse en una ciudad tan grande y desconocida.