Había pasado ya un mes sin él, un mes sin sus manos rodando por todo su cuerpo, un mes sin el bailar de sus dulces labios sobre los suyos, un mes sin escuchar el timbre de su voz ronca por las mañanas dándole los buenos días, un mes desde que la felicidad había quedado como un recuerdo lejano, un mes desde aquella fiesta que había acabado con todas las ilusiones de un romance de película, un mes sin Liam.Era ridículo, ¿quién podría enamorarse en tan poco tiempo? Eso solo pasaba en los cuentos de hadas y ya le había quedado claro que en su historia no se encontraría un príncipe azul, no quería llamar a eso "amor". Pero llamarlo solo atracción, sería una vil mentira, porque ahí escondido entre caricia y caricia había algo que nunca había experimentado, algo que con su ausencia había dejado una sensación de vacío, una cama más fría y lo que muchos llamarían un corazón roto, pero eso no era amor, el amor no debería de doler; tal vez fuese algún tipo de capricho, pero, ¿qué tal si se trataba de un capricho que no estaba listo para soltar?
Los pocos rayos de sol que quedaban en ese frio atardecer, se colaban por la ventana de su estudio, últimamente pasaba mucho tiempo ahí. Louis había estado ocupado con su trabajo, sus encuentros informales con Harry y su intento de matrimonio perfecto con Eleanor, apenas habían podido verse un par de ocasiones dentro de la oficina de su amigo para tomar café, así que pasaba horas y horas incluso días encerrado dentro de esas cuatro paredes manchadas de pintura y aerosol tratando de encontrar inspiración para seguir adelante. En una situación normal hubiera dejado que las drogas lo consumieran y el sexo le hiciera olvidar, pero no podía resolver todos sus problemas así el resto de su vida.
Es gracioso, ¿no? Como es que las cosas cambian de un momento a otro. Nada es eterno en este universo, por eso tenemos que disfrutar cada segundo como si tratara del último, porque realmente lo puede ser, el dinero se acaba, la comida se termina, las lágrimas se secan y las personas se van, una noche vivía en una fantasía, viviendo su mejor vida al lado de una de las mejores personas que creía conocer y a la mañana siguiente despertaba en la realidad en un estudio lleno de recuerdos y fantasmas de aquello que, por querer ser todo termino siendo nada.
Su mente se encontraba en un bloqueo, del cual hacía un mes no lograba salir. Algunos de sus lienzos eran llenados por trazos sin sentimientos y pinturas repetitivas mientras que otros, simplemente eran despedazados por aquel artista frustrado.
El timbre sonó, pero no recordaba haber ordenado comida ni mucho menos esperar la presencia de Louis, quién aún se encontraba trabajando, el suelo del estudio se encontraba hecho una mierda, pero su vida también, así que no pensaba levantarse de ahí solo para atender a un repartidor perdido o algún vecino molesto por lo que decidió evadir el irritante sonido hasta que cesara, sin embargo, no fue así. Cinco minutos habían pasado y quien sea que se encontrara del otro lado de la puerta parecía no tener la intención de retirarse.
-Carajo, voy – gritó el cansado hombre tratando de respirar para ser lo menos grosero posible con esa insistente persona que no tenía la culpa de su mal humor – Que quie...- o tal vez, si.
Y ahí parado, justo frente suyo con una rosa entre las manos, se encontraba él. con su cabello castaño peinado como siempre solía llevarlo, su característico olor a perfume que anunciaba su llegada desde kilómetros antes de hacerse presente en algún lugar y su hermosa mirada, que, a diferencia de siempre, no irradiaba paz ni una felicidad contagiable, sino mas bien, miedo o quizás tristeza.
-Zayn – fueron las únicas palabras que lograron salir de su boca antes del intento del otro hombre de azotar la puerta de metal en su rostro, sin embargo, sus reflejos lo salvaron alcanzando a colocar su mano para frenarla.
-¿Crees que soy una broma? - trataba de contener sus lágrimas haciéndolas pasar por ira, pero realmente en su interior, estaba completamente destruido.