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El ajetreo laboral comenzaba a disminuir, era medio día y los empleados optaban por ir a disfrutar de una agradable y caliente comida en compañia de su familia, o por el contrario salir alguna cafetería cercana o la sala de descanso a reponer energías para continuar con su trabajo restante.

Terminaba de firmar algunas actas, cheques y papeleo burocrático en general. Todo se encontraba ahogado en un silencio sepulcral que era interrumipdo únicamente por el sonido de su bolígrafo al moverse sobre las hojas de papel; su mano comenzaba a sufrir el cansancio de repetitivos movientos que había estado realizando durante horas al rubricar hoja tras hoja tras hoja. Dejó caer su peso sobre el respaldo de su silla y soltó su cabello despeinándolo un poco. La presión que ejercía la liga al sontener su cabello en  un rodete, comenzaba a molestarle. Se perdió en sus pensamiento mirando su mano mientras jugaba con ese anillo que ahora vivía en su dedo anular, una serie de golpes lo trajeron de vuelta a la realidad.

-    Adelante. – gritó el vicepresidente mientras se levantaba de su asiento.

-    ¿Me necesitaba, señor Styles? – preguntó el hombre mientras cerraba la puerta a sus espaldas.

-    Si, quería saber si ha visto a mi esposo el día de hoy, estoy preocupado. Ni siquiera contesta mis mensajes.

-    Oh, lo lamento no lo eh visto. Escuché que hoy es su aniversario de un mes de casados. Muchas felicidades.

-    Pues escuchó bien, muchas gracias.

-    ¿Algo en especifico para lo que necesite a su esposo?, estaría encantado de ayudarle. – el hombre estaba peligrosamente cerca del jefe.

-    No lo sé, ¿usted puede hacer algo por mi? – lo tomo por la cintura y alzo su mentón para poderlo mirar directo a los ojos. No pasó mucho tiempo hasta que la distancia que separaba sus labios se hizo nula, una de sus manos rodeaba su cadera para impedir que se separara de su cuerpo mientras que la otra, se aferraba a su mejilla como si esta pudiera desaparecer en cualquier momento- ¿Que diría su esposa si supiera esto?

-    Me imagino mil maneras en las cuales nos podría maldecir, pero en este momento no me importa lo que mi esposa diga, quiero saber que es lo que mi esposo va a decir. – volvió a besar los labios del vicepresidente mientras que este alzaba sus caderas para depositarlo sobre el escritorio de cedro.

-    Feliz aniversario, Lou.

-    Feliz aniversario, Harry. 

El beso se intensificó, sus lenguas se movían en sintonía y sus labios eran atrapados en moridas que exigían cada vez más la necesidad de sentir el contacto de sus pieles desnudas rozándose que dominaba sus acciones. El pudor y el profesionalismo, habían quedado olvidadas. No era solo deseo lo que regía sus mentes, era una exigencia, como una droga de la cual no podían separarse. Solo bastaba un poco para enardecer todos su sentidos. El éxtasis corría por sus venas acelerando su ritmo caridaco a medida que sus prendas eran arrancadas de sus cuerpos.

El abogado se hallaba totalmente desnudo sobre el escritorio, recostado bajo el cuerpo de su jefe y reciente esposo. Sus rizos caían sobre su cara cada vez que se acercaba a besar nuevamente sus labios, que a ese punto se encontraban totalmente inchados. Sus ojos verdes recorrían todo su cuerpo, solo bastaba esa mirada llena de lujuria para llegar a sentir todas las cosas que pasaban por su mente en ese preciso instante.

Tomó por la cintura al licenciando volteándolo bruscamente, su rostro ahora se encontraba sobre la superficie de roble.

-    Ah, Harry. – el abogado se limitó a emitir un ligero gemido mientras el vicepresidente azotaba su culo hasta dejarlo completamente rojo.

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