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Dos semanas antes:

-Lou, si quieres que no vaya, solo dímelo y me quedaré.

-Ya te lo dije estaré bien, soy un hombre adulto. Se estar solo, además tengo a Clifford y te recuerdo que estoy casado. Eleanor no tarda en llegar, por un día en el que no esté contigo no moriré, tu diviértete hombre.

-No es mi obligación ir, lo sabes, ¿verdad?

-Pero tampoco quedarte. Ve con tu chupa pitos tres mil y diviértete por mi, Zayn.

-Puedes ir conmigo, por favor, se mi invitado. – el moreno se hincó suplicando.

-No empieces. Si me quisieran en esa fiesta, me hubieran invitado, sin embargo, no fue así. Vete de una vez antes de que te termine echando a patadas de mi casa.

-Vale, pero si necesitas algo, no dudes en hablarme.

-Si, mamá – dijo sarcásticamente el de ojos azules, empujando a su amigo fuera de su hogar.

Liam lo estaba esperando en la entrada de casa de su amigo, desde aquel encuentro en el carro las cosas habían avanzado muy rápido. Se veían constantemente prácticamente todos los días y no necesariamente con fines sexuales. Si bien se habían dado el lujo de gozar de su sexualidad y su juventud, también habían disfrutado de esos pequeños momentos en los que no eran necesario las palabras para expresar mil cosas. Habían tenido algunas noches de películas, donde realmente habían visto películas, aunque en la mayoría de las ocasiones terminaban imitando ESAS escenas, habían pasado tiempo en el estudio de Zayn pintando cuadros absurdamente cursis, los cuales terminaban con guerras de pintura, habían entrenado juntos o bueno mejor dicho, Zayn veía a Liam entrenar, alentándolo en cada ejercicio mientras esperaba con ansias la hora del cardio e incluso el castaño había cuidado del pelinegro cuando estuvo a punto de entrar en una congestión etílica a causa de su vida de excesos.

"Y que si no solo quiero sexo." esas palabras parecía haberlas dicho en serio.

Una vez más se encontraba con esa imagen que se había repetido una y otra vez, desde que aquel hombre había entrado a su vida. Estaba ahí recargado, viéndose igual de pulcro y guapo que el primer día; incluso se atrevía a decir que con cada día que pasaba, se veía mejor en su lujoso automóvil, recibiéndolo con una sonrisa listo para besar sus labios y abrirle la puerta del copiloto.

-Hola, Zayn. – dijo el castaño tomándolo de la cintura.

-Hola Liam, ¿cómo estás? – estaban a una distancia demasiado tentadora.

-Pues ahora que lo mencionas, mal – Zayn sonrió sobre sus labios, sabía lo que quería y no era nadie para decirle que no; al final del día, los besos son como el agua: no deben de negarse y menos aún hombre tan lindo y atento como el que se encontraba frente suyo. El sabor de sus labios era una de las mejores drogas que había probado, pero también una de las más adictivas, porque desde el día que comenzó, no había podido parar. – Bueno, ahora estoy mucho mejor, ¿nos vamos?

-Adelante. – como ya lo había imaginado, su pareja, si es que así podía llamarlo, se acercó hacia la puerta del auto, abriendo el asiento del copiloto para cuando ya estuviera sentado cerrarla y empezar a manejar.

La música sonaba a todo volumen mientras la brisa fresca de la noche se colaba por las ventanas que estaban abajo, el vehículo iba a toda velocidad y el viento despeinaba sus cabellos, pero parecía no importarles, sus mentes estaban concentradas solo en ese momento. Ellos dos cantando a todo pulmón sus canciones favoritas, la mano de Liam se acercó al regazo de Zayn, tomando su mano para después colocarla en la palanca de cambio de velocidad bajo la suya. Desviar la mirada una milésima de segundo para apreciar la cara del de pelinegro que se encontraba sorprendido ante tal acto.

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