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Agust creía fielmente que los lunes no deberían de existir, y ese día no era la excepción. Habiendo trabajado horas extras ese día en la mañana en su trabajo de la cafetería, donde parecía que regalaban el café, y teniendo que pagar de su propio bolsillo un expreso que el cliente aseguraba, había pedido con dos de azúcar, para luego decir que era diabetico, y hacer un drama solo para que le dieran su pedido gratis.

Si, Agust sabía sus intenciones desde un principio.

Aún así, decidió hacer caso omiso a sus gritos y amenazas y sólo le pidió una disculpa antes de darle de nuevo su pedido, esta vez asegurándose de que el gerente estuviese ahí presente para escuchar y evitarse problemas.

Todo eso había ocasionado que tuviera que trabajar dos horas más y sólo pudiera dormir una hora antes de entrar a su otro trabajo del turno nocturno, en un pequeño restaurante-bar en la zona centro de la ciudad.

Tenía hambre, tenía sueño, apenas tendría para comprar los medicamentos de su madre, por lo que tendría que soportar otros dos días solo comiendo uno de los postres que le regalaban en la cafetería, postre que no le habían dado ese día como "castigo" por haberles hecho perder mercancía, mercancía que termino pagando el de todas maneras.

Un día bastante agotador.

Agust sintió como alguien lo miraba fijamente y elevó la mirada, encontrándose con un hombre frente a él, quien lo veía fijamente, con una expresión que Agust no sabría describir.

—¿Qué se le ofrece señor? —dijo Agust amablemente, ignorando la incomodidad que este hombre le ocasionaba.

—¿Tu eres Agust verdad?

Agust lo miró sorprendido, ¿como sabía aquel hombre como se llamaba?

—Disculpe, ¿lo conozco? —estaba seguro que era la primera vez que lo veía.

—Enserio eres igual a él.

—¿Qué?

—Perdón, es solo que realmente el parecido entre ambos es alucinante.

—No se de que me habla.

—Hablo de YoonGi.

Agust abrió la boca y la cerró

—Lo siento, pero si ha venido a buscarlo, lamento decirle que no puedo ayudarlo, nosotros perdimos el contacto hace muchos años, yo no se nada sobre el.

—Eso lo sé, por eso mismo he venido a buscarte.

—¿A mi?, ¿porqué?

—Tu hermano está en estado de coma.

Agust miró hacia aquel hombre, quien lo veía fijamente a los ojos, algo no le gustaba sobre él.

—Yo no tengo hermano, no se nada de él desde hace más de 10 años—respondió Agust finalmente.

El hombre lo miró con interés, al parecer no era tan dejado como decían que sería.

—Pero tienes madre, y una muy enferma, ¿no es así?—intentó esta vez, con algo más efectivo.

Agust abrió los ojos en sorpresa, ¿quién era este hombre, y como sabía tanto sobre él?

—¿Qué es lo que quieres?—preguntó Agust, casi a la defensiva.

—Fácil, he venido a hacerte una propuesta.

—¿De qué propuesta hablas?

—Hazte pasar por tu hermano.

Agust frunció el ceño observando al hombre frente a él. No entendía nada de lo que estaba diciendo, pero algo en su mirada lo hacía sentir terriblemente incómodo. Lo miró de vuelta con desconfianza.  

El otro ||Taegi|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora