005: Siempre recordar que el bebé esta contigo

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Terminaba de limpiar los platos mientras esperaba que Meliodas llegara. Había salido al centro comercial a comprar las cosas con Tristan, al principio no estaba muy segura, pero al final decidí confiar en él. Escuché la puerta abrirse, lo que significaba que habían llegado.

—Ya llegue.

—Fuiste rápido —Me acerque a él mientras me secaba las manos con una sonrisa. Traía muchas bolsas, pero Tristan no venía con él—. ¿Y el bebé?

—¿Qué bebé?

Esto tiene que ser una maldita broma.

—Nuestro hijo Meliodas Demon —Dije enojada y cruzada de brazos. Él trago saliva y de repente se puso nervioso y evito mi mirada.

—JAJA solo estoy bromeando, claro que recuerdo haberlo llevado a la tienda conmigo y claro que no lo deje en la tienda de abarrotes por accidente —Arquee una ceja cuando me miro y pude ver el miedo en sus ojos. Yo también tendría miedo si perdiera a mi hijo y supiera que ahora la muerte es la opción más segura—. Oh, diablos olvide comprar... Abarrotes... Ya regreso —Antes de que pudiera decirle algo salió corriendo

[🦋]
[Meliodas.]

Estaba cansado de tener que correr del estacionamiento hasta adentro del centro comercial, pero necesitaba encontrar lo más rápido posible a Tristan o sino tendría que ir preparando mi funeral eso es seguro.

Ni siquiera sabía dónde lo había dejado, pero como si el mundo de verdad estuviera de mi lado, lo vi, bueno no a él, su carrito, en donde lo estuve llevando todo el día.

Sonreí y camine apresurado hacia el carrito, sin embargo, mi sonrisa decayó de inmediato al darme cuenta que nadie estaba ahí. Quedo completamente pálido, sentí como si mi rostro se hubiese enfriado por algún balde de agua congelada y como los latidos de mi corazón aumentaban el ritmo.

Me sentí la persona más tonta del mundo en aquel momento.

—¡Tristan! —Grite mientras ahora corría por los pasillos del centro comercial, sintiendo con cada minuto que pasase el corazón me latía con muchísima más fuerza.

Soy el peor padre del mundo.

¿Y si se había caído del carrito y perdido? ¿o alguien simplemente lo hubiese secuestrado?, ¿o se hubiese caído por las escaleras mécanicas? Con cada pensamiento el corazón se me encogía cada vez más. Estaba aterrorizado. No sólo por lo que Elizabeth me haría, sino también por él.

Tristan había aprendido a gatear hace ya un tiempo, sin embargo, por si solo no podía haber ido tan lejos.

—¡Tristan! —Grite nuevamente, llamando la atención de todos los visitantes del centro comercial, pero eso no me importaba nada.

Estaba desesperado, me acerque rápidamente a una señora que me miraba fijamente

—Disculpe, ¿ha visto a un niño pequeño de siete meses, cabello plateado, largo y desordenado, ojos bicolores, uno verde y otro azul, con un traje azul? —La mujer sacudió su cabeza y me miró casi como con lastima. Seguí buscando y preguntando. Nadie lo había visto.

Busque en cada tienda a la que había entrado, incluso en varias en las que no. Me sentía cada vez peor y aun más desesperado, me faltaba el aire y estaba completamente pálido y con el miedo de no encontrar a mi hijo.

¿dónde demonios se metería un niño que apenas y sabía gatear? Entonces subí la mirada al techo frustrado y con ganas de llorar, pero entonces lo vi.

¿Como carajos Tristan había terminado allí arriba?

Mejor aún;

¿Como mierda lo voy a bajar?

[🦋]

—¡Volvimos!

—¡Oh, Dios, Tristan! —Elizabeth se acercó corriendo y tomó al bebé en brazos, pequeñas lágrimas salieron de sus ojos mientras lo abrazaba. Suspire y di media vuelta dispuesto a desaparecer— Estaba tan preocupada...

—Bueno yo me voy a-

—¡¿A donde crees que vas?! —Trague saliva y volteé a verla. Estaba dejando a Tristan en el suelo para cruzarse de brazos y mirarme de una forma que me dejó temblando y no de buena manera. Y fui hay cuando lo supe, de esta no salía vivo.

Hola Dios, soy yo de nuevo.

[🦋]

Toc, toc, toc.

—Vete.

Seguía molesta, lo entiendo y esta en todo su derecho a estarlo, pero tampoco es como para que no me deje ni entrar a nuestra habitación. Además, yo también tuve miedo. Suspire, me recosté contra la puerta y me dejé arrastrar hacía el piso cayendo sentado y abrazando mis piernas. Esto definitivamente no lo va a olvidar durante un buen tiempo.

—Lo siento... —Susurre.

—Lo escuché todas las veces que me lo dijiste en el día.

*
F por Meliodas.

¿Ustedes le perdonarían algo así?

Lamento haber tardado tanto y lo corto TuT mañana subo el otro capitulo.

Relatos de una madre primeriza - MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora