[Meliodas.]
No podía dormir. No tenía ni la mínima idea de que hora era, pero no podía dormir. Tal vez eran las dos de la madrugada, tal vez las tres o solo eran las once, pero eso no quitaba el hecho de que no podía dormir.
Me resulta gracioso el hecho de que no pueda dormir, ya que desde que Tristan nació dormir es una de las cosas que más he querido hacer. Sin embargo, justo ahora dormir parecía tan lejano para mí. Al igual que el cuerpo frente a mí.
Mi mirada subió por sus largas y definidas piernas, hasta llegar al inicio del camisón que la cubría. Una gran camisón blanco que no dejaba mucho a la imaginación, a mi imaginación.
Ella duerme boca abajo, con la cabeza de lado en la almohada mirando a mí dirección. Su cuerpo perfecto y bien definido está completamente dormido. Es increíble como una persona puede verse tan firme y fuerte y a la vez tan frágil y fina como se ve ella. Sin pensarlo terminó sonriendo, ella es tan perfecta.
Mis ojos recorren su fino cuello hasta detenerme en su rostro.
La primera vez que vi a Tristan me pareció casi divertido el parecido que este tenía con ambos, pero sobre todo con ella, rasgos definidos, suaves, casi como si hubiesen sido pintados con un pincel fino y creí que no podría haber nunca nada más perfecto que nuestro hijo, como una combinación casi mágica y mejorada de ambos.
Y sin embargo, verla así me hace pensar en lo perfecta que es y lo afortunado que soy de poder tenerla en mi vida. Sus pestañas largas y tupidas casi rozando su mejilla, sus labios entre abiertos y su cabello plateado esparramado por la almohada y por parte de su cara.
Acerque mi mano para apartar los pequeños mechones de su cara, haciendo arrugar un poco la nariz. Es tan tierna.
Ella es hermosa, perfecta y natural. No le hacen falta maquillaje ni vestidos cortos y apretados para lucir sexy y hermosa, porque para mí, hasta con su cabello despeinado, sus grandes camisones y pantalones anchos se ve hermosa, se ve como la mujer más hermosa, es la mujer más hermosa.
—¿Tengo algo en la cara o que? —Me sorprendí al oírla hablar aún con los cerrados. No dije nada me quedé en silencio unos minutos mientras pensaba en una respuesta y la oía bostezar.
—No, es solo que no puedo dormir. —Ella abrió los ojos y miró alrededor todo oscuro, con apenas la luz de la luna por la ventana iluminando el cuarto.
—¿Qué hora es? —Pregunto y se sentó frotando sus ojos. Solo me quedé mirandola, aún medio dormida se ve tan linda y frágil— Son las dos de la madrugada, deberías dormir.
—Si, lo sé. —No sabía que responder muy bien a eso. Si, sé que debería estar durmiendo, pero simplemente no puedo. Ella volvió a recostarse de lado, quedando ambos frente a frente en un silencio cómodo.
—¿Qué deberíamos hacer ahora? —Esa pregunta me sorprendió, pero varias respuestas llegaron a mi mente. Es de noche, Tristan duerme y hace mucho que no hemos tenido un momento a solas de esos.
—Yo se lo que quiero hacer, no se si tu también quieres —Acerque mi mano hacia ella y acaricie su mejilla con dulzura. Entonces me acerque yo y le di un pequeño beso, para después rescostarme de espaldas. Realmente no esperaba hacer nada con ella. Si, la deseo, pero si ya ella dice no, es no. Ella se acercó un poco más hacia mí, apoyando su cabeza en mi pecho desnudo.
—La verdad, hace mucho que no tenemos ni un pequeño tiempo para nosotros —Comenzó a acariciar mi pecho con delicadeza y no pude evitar soltar un suspiro. Movió sus piernas y yo me tense. Tal vez estar viendo toda la noche a mi novia no fue la idea más inteligente que tuve.
—Ellie...
—Mmm... Ya veo... —Las manos, suaves y pequeñas de ella comenzaron a recorrer con suavidad mi abdomen. Mis manos pasaron por la cintura de ella para luego ir bajando de apoco y apoderarse de su trasero. Y de un momento a otro Elizabeth se encontraba arriba mío, a horcadas puesta sobre mi pelvis, mientras yo adentraba mis manos bajo el camisón.
Elizabeth se iba acercando a mi para besarme, y cuando ya nuestros labios estaban a punto de encontrarse, un sonido nos interrumpió.
Clack.
Ambos nos pusimos pálidos de inmediato y ella estaba a punto de bajarse la cama cuando la tome de la muñeca.
—Yo voy.
[🦋]
—Ya, ya. Tranquilo —Mecía a Tristan de un lado a otro para que dejara de llorar. Resulta que se había caído de la cuna, ¿Cómo? No lo sé, realmente lo que hace este niño ya no me sorprende desde que lo encontré en el techo del centro comercial. Seguido de caerse de la cuna comenzó a llorar, que fue justo cuando yo llegué.
Él poco a poco dejaba de llorar y luchaba por quedarse despierto, pero el sueño lo venció y cerró sus ojitos con un último bostezo. Diez minutos después de asegurarme que en verdad estaba dormido lo volví a dejar la cuna y lo observo otro par de minutos dormir. Se veía tan tranquilo, tierno y sumamente frágil.
Salí del cuarto y fue al que compartía con mi novia, dispuesto a terminar lo que estábamos empezando. Sin embargo, todo rastro de lujuria se fue cuando la vi dormir tranquilamente. Sonreí y me acosté a un lado la observé dormir hasta que un bostezo salió de mi boca. Al fin empezaba a tener sueño. Cerré los ojos con como última imagen a Elizabeth y Tristan.
Fue en ese momento que lo supe, que todo lo que necesitaba en mi vida era a ellos dos.
*
*Se muere de Diabetes*Pervertidos, ¿Que esperaban? :v
Datos nada curiosos:
Cuando estaba escribiendo este capítulo escuchaba «Punto y aparte.» de morat, nada que ver pero la canción es hermosa y me ayudo con el romanticismo de la escena.
Y lo más cercano a un Lemmon en esta historia será esto :u. F, pero es una historia familiar :b
Iba a actualizar ayer, pero me quedé sin datos ptm a este paso voy a dejar a mi familia en banca rota.
ESTÁS LEYENDO
Relatos de una madre primeriza - Melizabeth
Fanfiction|Terminada.| "Ser madre es totalmente diferente a como te contaron..." Elizabeth Goddess, es madre primeriza. Ella y su novio saben que criar un niño con diecinueve años, sin terminar la universidad y sin apoyo de tus padres es díficil, pero Melioda...