011: Cuidar Lo Que Dices Frente A Tu Hijo.

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Dedicada a: estefanyV32

*

Nos encontrabamos decorando la casa por navidad. En este punto ya nada más nos faltaba el árbol, mientras yo ponía las esferas de un lado Meliodas las ponía del otro y nuestro pequeño Tristan de cinco años jugaba en su cuarto con sus juguetes.

Tristan estaba realmente emocionado con la idea de que santa le trajera regalos y a mi me encanta verlo así de feliz. Este año habíamos logrado comprarle una gran variedad de juguetes que seguramente lo iban a dejar realmente feliz.

Mire a mi lado a Meliodas quien se veían algo pensativo. Puse una mano en su hombro llamando su atención.

—¿Pasa algo? —Él me miró, como dudando en sí decirme o no. Coloque una mano sobre la de él con una sonrisa y apretandola suavemente para darle confianza.

—Uh, bueno... Elizabeth, ¿A que edad debemos decirle a Tristan que Santa no existe? —Su pregunta me tomó por sorpresa, pero antes de que pudiera responderle una pequeña voz detrás de nosotros nos dejó helados.

—¿Q-que...? —Ambos tragamos saliva y volteamos para encontrarnos con la linda carita de Tristan a punto de llorar. Apreté la mano de Meliodas ahora con fuerza haciendolo sacar un gemido de dolor y lo solté— Mami... ¿Santa no existe?

—Claro que si mi vida —Me apresure a decirle, para después secar sus pequeñas lágrimas y darle un beso en la frente. Él sonrió otra vez y subió con una gran y hermosa sonrisa a su cuarto. Después de fijarme que había subido miré a Meliodas con cara de pocos amigos.

—Te juro que-

—Empieza a rezarle al de arriba.

[🦋]

Eran las once de la noche, nuestro pequeño Tristan se encontraba dormido o así lo había dejado hace dos horas. Estaba junto a Meliodas en el techo, el se encontraba vestido con un traje rojo de Santa y una barba blanca, su rostro demostraba incomodidad, probablemente porque la barba pica.

—Recuerdame porque hago esto —Se quejo.

—Le dijiste a nuestro hijo que Santa no existía —Lo mire mal, de brazos cruzados y pude ver como tragaba saliva—. Y solo arruinarías las esperanzas de una inocente alma... —Rodó los ojos y con una sonrisa perversa saque un cuchillo de mi bolso de mano— Además, si no lo haces te las veras conmigo.

—De acuerdo, de acuerdo amor, pero ya baja ese cuchillo —Hice lo que dijo y me acerque a las escaleras—. ¿A donde crees que vas, Elizabeth? —Me pregunto esta vez siendo él el que estaba cruzado de brazos y con el seño fruncido.

—¿No pensarás que me voy a quedar aquí afuera con este frío mientras tu entras a dejar los regalos como si fueras santa, o si?

[🦋]

Estaba cerrando la puerta y oyendo como Meliodas caía ruidosamente de la chimenea cuando una pequeña voz me detuvo.

—¿Papá? ¿Que estas haciendo? —Entre en la sala para encontrarme con un Tristan adormilado frente a un Meliodas nervioso al que se había caído la barba trague saliva y me quedé en el marco de la puerta. Tristan parecía analizar la situación.

—Hijo, no es lo que parece... —Intento hablar él, pero fue interrumpido por nuestro pequeño.

—¡Papá, por qué no me dijiste que tú eras santa! —Sonreí con ternura ante la inocencia de nuestro hijo, y después me tuve que morder la lengua ante la expresión de Meliodas. Esto sin dudas resultó ser más divertido de lo que pensé.

—Eh... Yo... —Él me miró esperando que yo lo ayudara con una excusa o lo que sea. Lo entiendo, es difícil pensar en que podía hacer en una situación como esta. Tristan estaba frente a él aún con ojitos brillosos esperando una respuesta positiva de su padre.

¿Y saben que hice yo? Como la buena novia y madre que soy empecé a retroceder lentamente y a salir de aquel lugar sin ser notada por Tristan y fulminada con la mirada por Meliodas.

Él se metió en esta, él se saca.

*

¿Les cuento un secreto ewe? El siguiente capitulo es el último.

Bueno, eso es todo por hoy.

Bye, bye.

Relatos de una madre primeriza - MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora