GREDEL

407 28 1
                                        




Hoy es el primer día que tengo "novio oficial". Suena tan raro que me resulta increíble. En mis casi veintitrés años jamás he sido fiel, bueno sí, he sido fiel a una persona con quien no tengo nada con exactitud salvo sexo y ahora ya ni eso. Así que, no sé cómo demonios ser una novia formal. No tengo ni la mas remota idea de lo que hace una novia.

Durante mi adolescencia, jamás me vi involucrada en relaciones que exigieran cualquier tipo de compromiso, es decir, salía con amigos como todo el mundo, intercambiamos besos pero nada serio. Supongo que me encontraba demasiado centrada en buscar una vida de acuerdo a las expectativas de mis padres o me avergonzaba tener que escuchar los consejos de mi hermana acerca de cómo ser una chica linda.

Actualmente la palabra fidelidad me provoca escalofríos.

Fidelidad....

—Mierda.

Estoy metida en uno de los cubículos del baño, pensando cómo diablos comportarme como una chica "decente" para Simon. Llevo casi una hora sentada en la tapa del váter y ya me dolió el trasero. Lo sorprendente es, que nadie haya venido a buscarme. No es normal. Teniendo en cuenta que Kate es capaz de sufrir un ataque nervioso cada vez que desaparezco por un tiempo razonable, no es para nada normal.

Decido que ya ha llegado el momento de salir y enfrentarme a otro día más en la agencia y dejar el pánico atrás. Sonreír e ignorar las preguntas de quienes estuvieron anoche en la fiesta de John y vieron a Andreas con el labio roto.

Tras la declaración de Simon, las felicitaciones sobre nuestra relación no se hicieron esperar pero también hubo las típicas preguntas al ver a Andreas golpeado y escuchar los mimos empalagosos de Corina.

Gimo en señal de frustración. Me frustra ser incapaz de dejar de pensar un segundo en él. Soy patética, lo sé. Es algo que no puedo enviar, y ahora que acepté ser "novia" de Simon, me hace sentir mal.

¿Por qué acepté tener una relación con Simon? Quizás estoy tan necesitada de alguien que sea capaz de decirme lo mucho que le importo o cuanto me ama sin avergonzarse o qué sé yo. Suspiro con pesadez.

Abro la puerta y salgo de mi escondite, no sin antes casi morir de un infarto.

—¿Qué rayos haces aquí?

Andreas se encuentra enfrente de mí, con los brazos cruzados sobre el pecho y apoyado contra la larga repisa de azulejos roja de los lavabos. Tiene una actitud relajada mas sus ojos expresan todo lo contrario. Está furioso.

Él es la principal razón por la cual sigo acá encerrada; escondida. No he querido verlo, evito toparme por su camino. Me aterra enfrentarlo y, aquí lo tengo justo frente a mí.

—Quise esperarte, me pareció que hablabas con alguien—se burla. Arquea una ceja—. ¿Tú prometido?

Me acerco al largo espejo del tocador, ignorando su presencia justo a mi lado. Dejo caer mi bolso sobre la repisa con más fuerza de la necesaria y saco mi kit de maquillaje de donde extraigo mi polvera.

—Así es—rebusco ahora por la brocha. Al dar con ella, sonrío triunfante—. Mi prometido.

Que extraño suena éso ahora. Lo que comencé como un inofensivo juego para molestar a Andreas, ahora casi se ha convertido en realidad. Casi.

—Entonces, Andreas—comienzo. Aplico polvo con esmero sobre las partes que se ven con demasiado brillo—. ¿Qué es eso tan importante de lo que necesitas hablar conmigo? Digo, debe ser súper importante para que esperes tanto rato en el baño de chicas.

Mi manera de necesitarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora