¿Fue un sueño? ¿Soñé con Andreas aquí, conmigo éste día?, abro los ojos grandes al ruido que proviene de abajo. Cielo santo, ¿qué pasa conmigo? Debí haber estado recibiendo a los invitados a la cena pero en su lugar, estoy durmiendo. Me incorporo con calma, sentándome y mirando a mi alrededor, buscando su presencia. Sin embargo, estoy sola en la habitación.
Bufo, saliendo de la cama y yendo de inmediato al espejo del tocador para comprobar si me he desarreglado pero parece que no, salvo unos cabellos y el labial pero nada grave. Ya deben encontrarse reunidos en el comedor y seguro preguntado dónde me he metido. Retoco mi maquillaje y sonrío por el buen resultado. Ahora es momento de salir de mi habitación y bajar a ponerle buena cara a todo el mundo.
Ya he recorrido casi todo el pasillo cuando una grave y fuerte voz me golpea, provocando que mi corazón pegue un bronquito y mi cuerpo entero reaccione a esa voz. Entonces no fue un sueño, Andreas estuvo conmigo y me dijo todas esas cosas tan seguro de sí mismo, tan confiado y despreocupado, sin embargo, jamás respondió a las preguntas que le hice. Las evadió por completo y no sé con exactitud el sentido de su presencia. Sea como sea, debo bajar.
—Nicholas y yo seguimos viendo ofertas de viajes—oigo a mi hermana mientras desciendo la escalera. Las voces provienen del salón y no del comedor—. Queremos visitar Gracia, ¿verdad, amor?
Me detengo detrás del panel que divide el salón de estar del resto de la casa, casi me cubre el frondosos árbol navideño.
—Sí, pero todavía no es seguro—la sosegada voz de Nicholas es ahora quien lleva la conversión—. Lo que si es muy seguro es, que pasado mañana ambos daremos el sí ante todo el mundo.
—Yo ya quiero que llegue ese día—ahora es Vera quien habla. No sabía que ya estuviera aquí—. Será fantástico.
—Por cierto, Andreas, gracias por haber aceptado la invitación a nuestra boda y que alegría que decidiste unírtenos a la cena de Nochebuena.
—Es un honor, Nicholas—responde Andreas con calma.
Ahogo una exclamación, llevándome una mano al pecho ante el impacto de dicha conversación. Ahora comprendo todo, pero, lo que no me queda muy claro es, desde cuándo Nicholas le tiene afecto al antiguo prometido de mi hermana.
—Andreas, necesito que me aclares una cosa—ésta vez se trata de la autoritaria voz de mi madre. Aguanto la respiración, asustada por escuchar lo que siga—. ¿Hay algo entre tú y Gredel?
Oh, Cielo santo, me quedo boquiabierta ante una pregunta tan directa por parte de mi progenitora. Esto ya es demasiado y no espero escuchar la respuesta de Andreas por lo cual decido aparecer como sin nada en el salón. Al instante, todos en la habitación se giran hacia mí.
—Justo hablábamos de ti—se burla Vera, mientras me coloco al lado de mi padre, refiriéndose bajo su brazo.
—¿Ah, sí?—pregunto, fingiendo que no he escuchado nada. Mi padre me aprieta contra su costado y yo ignoro al hombre que tengo enfrente y no aparta la mirada—. ¿Era algo bueno o no tanto?
—En realidad, mamá acababa de preguntarle a Andreas si había algo entre ustedes—interviene Rissa, lanzándonos significativas miradas a ambos.
Yo intento mostrarme despreocupada, relajada a pesar de mi corazón que late desenfrenado. Andreas, por el contrario, no se ve nada contento con que ahora mi familia comience a entrometerse entre nosotros.
—Es mi jefe, claro que tenemos una relación—me apresuro a responder.
—En realidad—comienza Andreas y toda la atención recae sobre él, acompañada por un incómodo silencio. Yo le suplico con la mirada que no diga nada pero parece ignorarme—. Vamos a tener un bebé.

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Mi manera de necesitarte
General FictionÉl es arrogante y mujeriego. Ella es divertida y romántica. Él no está interesado en comprometerse con nadie. Ella desea tener su final feliz. Gredel Campell siempre ha creído en los finales felices y desea tener uno cuando conozca al hombre indicad...