Ha transcurrido una semana desde que Andreas tomó la decisión de tratarme como una empleada más de IMG, ¿no era preferible optar por la opción de ser amigos? Digo, al menos de ésa manera no me sentiría como una paria. Llevamos evitándonos cinco días, ¡cinco días!
En ésos cinco días, mis horarios de entrada son a las ocho de la mañana y salidas a las cinco de la tarde si bien me va, pues han habido días en los cuales he salido a las nueve de la noche. No me quejo, simplemente siento que de ésa manera Andreas desquita su rabia.
No, no ha estado rabioso con todo el mundo sólo conmigo. Puede parecer increíble que yo sea la única persona ahora a quién él..., detesta. Me reiría de mí misma si esto no doliera. Me trata peor que un viejo jefe gruñón y mira que John, mi antiguo jefe, se ponía gruñón por cualquier cosa pero mínimo me lanzaba una mirada de frustración, Andreas se limita a ignorar mi existencia.
También éstos cinco días me han ayudado a tratar más a Simon. Hemos salido tres noches sin Vera ni nadie que haga mal tercio. Sólo nosotros dos. Todavía no somos novios ni nada por el estilo, vamos conociéndonos poco a poco, tal como hubiera dicho mi abuela: "vamos por buen camino".
Estoy en el vestidor, escondiéndome de los demás cuando entra Corina. Además de esconderme, estoy acá porque tengo unos malditos cólicos que apenas y me dejan respirar. Así que, la presencia de Corina intensifican los cólicos, el mal humor y el dolor de cabeza para no variar.
—Cariño, desconozco qué ocurrió entre ustedes pero te lo agradezco.
La miro sin dejar de fruncir el ceño cuando se sienta a mi lado y saca la cajetilla de cigarrillos, me ofrece uno y niego.
Que asco, odio fumar además que los dientes se ponen amarillos, te da mal aliento y ella debería dejar se hacerlo. Se pone un cigarrillo en los labios, lo enciende con su lujoso encendedor barnizado en plata con las iniciales CF de Corina Farrel y da una profunda calada.
¿Ésta me agradece qué cosa?
Abro la boca para decirle dónde puede meterse su agradecimiento pero vuelvo a cerrarla cuando siento un espasmo de dolor. Además, no tiene caso discutir con ella tampoco, por ello respondo:
—No hay nada qué agradecer—sonrío.
Me devuelve la sonrisa, poniéndose de pie. Va directo al tocador, examinando su reflejo, hace algunas muecas para después arreglar sus cejas.
—Tengo una sola duda, Gredel—mis ojos se encuentran con los suyos en el reflejo del espejo—. ¿Qué le ocurrió en la mano?
Me encojo de hombros.
—No sé Corina, deberías preguntarle.
—Lo he hecho, boba—suspira—. Siempre evade la pregunta.
—Entonces, yo soy la persona menos indicada para responderte. Sí él no te cuenta qué fue lo que le ocurrió en la mano, yo no lo sé.
Se gira, cruzándose se brazos.
—Cierto, quizás tuvo qué ver con la llegada de su hermano-se muerde los labios—. Dario es monísimo y un viajero extremo...
Suspiro con pesadez.
—Corina, sinceramente no me interesa conocer la vida del hermano de Andreas—arqueo las cejas—. Estoy acá porque tengo sueño, cólicos y me escondo de los demás así que, ¿te importaría dejarme sola?
Sacude la cabeza sonriente.
—Para nada, mejor me voy. Pobrecilla-coge su bolso de donde lo ha dejado—. Iremos a cenar ésta noche.

ESTÁS LEYENDO
Mi manera de necesitarte
Narrativa generaleÉl es arrogante y mujeriego. Ella es divertida y romántica. Él no está interesado en comprometerse con nadie. Ella desea tener su final feliz. Gredel Campell siempre ha creído en los finales felices y desea tener uno cuando conozca al hombre indicad...