Conduzco sin prestar atención a Corina, quien va a mi lado y no deja de parlotear de cosas absurdas como por ejemplo, del próximo viaje que realizará para Navidad con su grupo de amigas a no sé dónde o la cirugía reductiva de su madre. Habla demasiado para prestarle mucha atención al respecto de cosas tan triviales que nada me incumbe. Asiento en silencio cada vez que ella se dirige a mí o respondo con monosílabos, pero de verdad que no me interesa participar en la conversación y ella no parece darse cuenta de nada. Joder, ha sido un pésimo día y la noche no pinta ir mejor.
No he dormido absolutamente nada porque tras arribar en Londres, he tenido que convocar una reunión de urgencia para tratar los asuntos más peliagudos de la empresa, y sumado a la discusión que tuve con Gredel, mi humor por el día de hoy ha sido pésimo. Frunzo los labios mientras conduzco sin prestar atención de todo lo que vamos dejando tras nosotros, de la lluvia que se estampa contra los cristales del vehículo y de mi compañera que lo único que hay en su favor, es que es hermosa. Todavía sigo sin poder creer que Gredel vaya enserio con toda ésa basura suya de poner punto final a esto que tenemos. No, no es ninguna relación formal ni estable pero es una relación que a ambos nos ha resultado beneficiosa.
¿Cuáles son los beneficios de dicha relación? El sexo. No he tenido que ir buscándolo con cualquiera durante éste tiempo que llevamos juntos aunque en contadas ocasiones le he mentido haciéndole creer que tengo tras de mí un desfile de amantes con quienes elijo pasar la noche cuando ella no quiere hacerlo, porque ella cumple con mis expectativas y ella no tiene que preocuparse por tener el montón de citas absurdas con imbéciles porque puedo portarme como alguien con quien ella se la pasa bien, sin embargo, últimamente Gredel ha empezado a exigir algo más. Algo que me pone mal, con lo que no he tenido nunca que lidiar.
—¿A dónde iremos?—pregunta Corina con voz melosa, sacándome de mis pensamientos—. Oh, han abierto un nuevo restaurante en Chelsea y tanto he leído como he escuchado muy buenos comentarios al respecto. No sé—aprovecha que el semáforo acaba de ponerse en rojo para pasar su mano por mi muslo, acariciándolo de manera provocativa con la finalidad de ponerme duro—, después vamos a tu departamento.
Tentador pero no suelo llevar mujeres a mi departamento.
—No, iremos a tu departamento.
Hace una mueca de desagrado sin dejar de mirarme con los brazos cruzados sobre el pecho como si fuera a tener un infantil arranque de mal humor.
—Nunca me has llevado a tu departamento, Andreas—se queja—. Quiero conocerlo.
—No hay nada qué ver, Corina—digo con fastidio, encogiéndome de hombros con despreocupación—. Es como cualquier departamento de soltero, sin tanta cursilería en cada esquina, decorado por algún diseñador. Nada interesante como para ansiar conocerlo.
Suspira con frustración, acomodándose en su asiento y dando por finalizada la conversación. Es mejor así, el silencio entre nosotros resulta de gratitud.
Un auto se detiene a nuestro lado y suena el claxon con insistencia. Con fastidio, giro el rostro para ver qué diablos quiere mi compañero de lado y es ahí que me doy cuenta que se trata del auto de Mark Weber, el fotógrafo de la agencia. Bajo la ventanilla, encontrándome con ése par de astutos ojos azul grisáceo de la chica que va a su lado y no deja de fruncir el ceño como si algo le molestara. Como si yo fuera su molestia.
—Iremos a The Red—grita Mark por encima del sonido de la lluvia—, ¿quieren acompañarnos?
Arqueo las cejas poco interesado.
Mark quiere que lo siga a un bar, donde obviamente no habrá nada de intimidad con la despampanante mujer de piel dorada que llevo sentada a mi lado, por encontrarnos rodeados de más personas en el lugar y soportar las conversaciones sin sentido que suele tener Weber. Además, hace un mes no he dormido con nadie y mi humor no es el mejor que digamos como ya lo he mencionado para portarme como buen acompañante por ésta noche. Soy práctico cuando prefiero follar que socializar y mi acompañante no pone tantas pegas respecto si a la mañana siguiente me quedaré con ella o me marcharé tras haber obtenido una gratificante noche de sexo. No tengo por qué darle cuentas a nadie al respecto ni hacerle caso a mi conciencia justo ahora que vuelvo a ver esos hechizantes ojos grises.
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Mi manera de necesitarte
Ficción GeneralÉl es arrogante y mujeriego. Ella es divertida y romántica. Él no está interesado en comprometerse con nadie. Ella desea tener su final feliz. Gredel Campell siempre ha creído en los finales felices y desea tener uno cuando conozca al hombre indicad...