GREDEL

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Nos encontramos en Sloane Gardens, en el barrio de Chelsea para realizar la sesión fotográfica. Sesión que como de costumbre me vengo enterando siempre al último minuto. Después del almuerzo con Carvalli, Andreas me trajo aquí donde todo el equipo de IMG ya se encontraba reunido, esperándonos y él obviamente tuvo que ir a la agencia por su novia Corina. Bien, alejaré esos pensamientos desagradables de mí si no quiero que me de una colitis del coraje. No me importa si sale con Corina o con su madre. Me importa poca lo que haga con su vida.

Es una maravillosa tarde sin ni una nube a la redonda pese al frío que hace y lo mejor de todo es, que las fotos son para una famosa revista de interiores BoConcept, interesada en las fachadas de los edificios de ladrillos de ésta calle. Se trata de un calle privada dado el complejo de apartamentos, bordeada de olmos y una fila de autos bien alineados.

Kirsten me arregla el cabello mientras estoy sentada en uno de los escalones de la fachada del edifico elegido al azar y Simon, quien ha venido de sorpresa, me entrega un arrugado cachorro de Shar pei color blanco con un collar rojo donde se lee Lucky.

¿Planea regalármelo o cómo es eso?

—¿Lucky?—inquiero, mirando al montón de arrugas que sostengo en alto.

—Yo lo llamaría afortunado—bromea Mark, acercándose a nosotros con cámara en mano—. Te ves adorable con el perrito, Gredel. Deberías quedártelo.

Miro al perro y le frunzo la nariz, él gime.

—¿Bromeas, Mark? ¿Qué haría yo con un perro?

Me saca una foto y sonríe. Apoya los brazos en la barandilla de acero y yo bajo al cachorro a la seguridad del suelo, éste se escabulle entre mis pies y se echa, olisqueando el lugar. Simon me regala un sonoro beso en la mejilla.

—¡Buen chico!—se ríe Mark dirigiéndose al cachorro.

—También te ama—susurra Simon y Mark se carcajea.

No respondo, me inclino para acariciar entre las orejas al cachorro y éste lame mis dedos.

—Es tuyo—informa Simon, feliz—. El cachorro es tuyo, Gredel. Quiero hacerte un obsequio.

Me pongo bien derecha al escuchar que me ha regalado el perro.

—Los perros son los mejores amigos; fieles y no te hacen llorar ni rompen tu corazón—interviene Mark, imprimiéndole otro significado a las palabras.

—Simon—sacudo la cabeza—. No era necesario que me regalaras un perro.

Simon se agacha para levantar al animal con una mano. Es demasiado pequeño y es mío. Se lo arrebato y lo abrazo contra mi pecho.

—Desde luego que es un suertudo—Mark se echa a reír a la vez que lo acaricia—. Eres un maldito suertudo.

Me echo a reír, apoyando la frente contra el hombro de Simon y él besa mi cabeza. Me paralizo cuando su mano toma mi barbilla y hace girar mi rostro para besar mis labios con ternura. Apoya su frente contra la mía, sonriendo completamente satisfecho.

—Te amo pero tengo que irme—murmura.

—¿Cómo? ¿No te quedas a presenciar la sesión?—interviene Mark.

Mark se levanta al ver llegar a Daniel y Mariann, en compañía de Andreas y Corina. Tan absorta he estado con el cachorro que Simon me regaló que, no supe en qué momento llegaron.

—No, es mejor no estorbar—vuelve a besarme—. Paso más tarde, ¿vale?

—Ok.

Disfrutaré de la sesión del día de hoy en grande.

Mi manera de necesitarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora