¿Qué hubiera ocurrido si ésa mujer no entra al baño en ése preciso momento? ¿Habría accedido a tener sexo con Andreas en el baño del bar? ¿Por qué me hago dichas preguntas cuando la respuesta siempre será la misma? Sí. Sí habría tenido sexo en el baño del bar con Andreas y todo porque soy imbécil.
¿Cuándo aprenderé a negarme, a decirle que no? Yo necesito calma, estabilidad emocional en mi vida y Andreas no me la da. Él se limita a buscarme si quiere sexo y no hay otra estúpida disponible, porque claro, yo siempre estoy disponible para él.
Vale, todo hombre busca sexo, mas algunos dicen "te amo" como mínimo o toda una sarta de cursilerías con tal conseguirlo. Eso hace sentir a una importante, sin embargo, Andreas jamás me ha dicho ésas palabras.
Echo la cabeza hacia atrás, apoyándola contra el respaldo.
¿Quién en su sano juicio sigue al lado de una persona que resulta más que obvio no ofrecerá un futuro? Nadie. Sólo yo sigo al lado de un hombre incapaz de ofrecer un futuro.
Me remuevo en el asiento del copiloto con la vista fija en el tráfico que llevamos por delante. Simon conduce en silencio con toda la atención puesta al frente. Otro tipo prudente al volante aparte de Mark.
Le pedí a Simon que me llevara a casa con la excusa se sentirme mal, a fin de cuentas su "instinto femenino", entiende de la regla. Suspiro.
—¿Te duele algo?
Simon me mira asustado de reojo y tengo que sacudir la cabeza, mirándolo desconcertada.
El orgullo.
Éste chico es maravilloso, atento, decente y demás. Es todo lo que cualquier chica desearía tener. Cualquiera menos yo porque prefiero al hombre que, en mis narices besa a otra y le promete llevarla a conocer a sus padres. Así es, Andreas le prometió a Corina llevarla a Turín.
—Estoy bien—sonrío—. ¿Te molesta si enciendo la radio?
—Para nada, Gredel. Hazlo.
Estiro la mano, comienzo a cambiar de emisoras en busca de cualquiera que no deprima. Tras explorar casi todas, por fin doy con una emisora que transmite una linda canción. No la reconozco mas es agradable tanto la melodía como la letra.
—Lamento haberte hecho salir temprano del bar, cuando la estabas pasando bien.
—Que va, Gredel. Además, no me iba a quedar ahí cuando tú te sentías mal—se encoge de hombros—. Los únicos con quienes me llevo bien son Vera y Mark, no digo que Andreas y Dario sean desagradables, es sólo que, intuyo no ser grato a Andreas.
Tengo la vista fija al frente, incapaz de mirarlo.
—No lo creo.
La luz del semáforo cambia de color y Simon detiene el auto. A nuestro lado, la camioneta familiar con dos señoras a bordo escuchan Moonlight Sonata de Beethoven. Les sonrío al reparar en sus miradas curiosos y ellas me ignorar.
—Algo me dice que está celoso.
Lo miro boquiabierta.
—¿Celoso? ¿Andreas Miller?—bufo—. ¿Estuviste coqueteando con Corina, Simon?
Sacude la cabeza. Echa una ojeada hacia el par de señoras a mi lado, haciéndoles un gesto de saludo con la mano, pero tampoco le hacen aprecio y él suspira.
—¡No!—exclama en un susurro. Estira la mano hacia mí, acariciando mis labios—. Pero, te besé.
Sonrío.

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Mi manera de necesitarte
General FictionÉl es arrogante y mujeriego. Ella es divertida y romántica. Él no está interesado en comprometerse con nadie. Ella desea tener su final feliz. Gredel Campell siempre ha creído en los finales felices y desea tener uno cuando conozca al hombre indicad...