Capitulo 9: Él chico de las hipótesis.

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Atticus.




Diablos, sí.

Amo la pizza.

Eso es en todo lo puedo pensar mientras la chica irritante se va.

La enfermera, Sharon, me inyecta esa cosa en el brazo y de alguna manera me siento más relajado, y menos ansioso que antes.

- Entonces, Atticus... ¿Qué hay entre tú Belle? - pregunta con una sonrisa pícara.

- Que le importa. - respondí frunciendo el ceño. Odio a la gente chismosa.

Ella frunce el ceño a mi dirección también. - Oye, no tienes que ser tan grosero. - me reclama.

La ignoro, mirándola en silencio hasta que decide irse, murmurando algo sobre mí mal carácter y actitud borde.

Todos aquí son tan fastidiosos. No me agradan.

Suelto un suspiro, agotado una vez que estoy completamente solo. Paso la mirada a la ventana y observo con admiración el espectáculo de colores que ofrece el cielo ante la llegada del atardecer.

El tiempo paso bastante rápido hoy, ahora que lo pienso. Incluso, me divertí un poco con Belle, la pequeña cachorra.

Belle...

Ella adorable, incluso sin esforzarse por serlo. Es alegre y enérgica, bonita. Ella realmente me recuerda a un cachorro cada vez que la veo.

Pronto, los colores vibrantes y suaves del atardecer desaparecen dando paso a una hermosa oscuridad con pequeños destellos repartidos por doquier. Esta noche es una que habría disfrutado antes, cuando era aún un niño ingenuo y tonto.

La noche, por lo demás, es siempre hermosa cuando no se está en la calle pasando frío o hambre.

¿Estaré bien aquí si decido no irme y cumplo la promesa de mejorar?

Mi corazón palpita nervioso, ansioso ante ese pensamiento. Podría ser.

Yo, de verdad, podría mejorar si me quedo. Tan solo tengo que intentar, ¿No?

Sin algún rastro de sueño en mi sistema, me decido a buscar entre mis cosas uno de mis libros favoritos. Decidiéndome por tomar Orgullo y Prejuicio, me apetece un poco de eso esta noche.

El olor a libro viejo me gusta y el color amarillento de las hojas me hace sonreír ligeramente. Hace mucho tiempo que no leía una novela de estas.

Recostado en la cama, como en los tiempos de antaño, es cuándo comienzo a leer sumergiéndome en aquel mundo de fantasía, en donde todo parece menos terrible que en el mundo real. Me transporto a un mundo diferente, donde no te qué preocuparme por nada, salvo de los protagonistas.

Y así es como paso la noche, hasta que mis párpados comienzan a pesar y un bostezo se escapa de mis labios. Cierro los ojos por unos momentos, dejando el libro sobre mi pecho, y eso es lo último que sé.






[...]





Al abrir los ojos, nuevamente, el sol se cuela por la ventana debido a que ayer deje las cortinas abiertas. Solté un quejido, deseando seguir durmiendo, sin embargo, la presencia de una persona me lo impide.

-¿Qué mierda? - suelto con el ceño fruncido mirando al chico sentando junto a mi cama.

¿Y este quién es?

Ojos rasgados y pequeños, mejillas algo regordetas, facciones un tanto finas, aún infantiles, labios gruesos y cabello rosa. Sé tres cosas en ese momento.

Una dulce adicción (#1 GEMELOS EVERETT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora