Capitulo 14: Él imbécil, él amigo protector y la cachorro ingenua.

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Atticus.

La miro perplejo ante lo que acaba de ocurrir.

Mierda.

No me refería a un beso cuando dije que hiciera lo que quisiera.

Siento mis mejillas arder y yo no hago más que cerrar los ojos, y poner mi brazo sobre mi rostro, tapando mis ojos como si la luz solar me molestase cuando, en realidad, estoy lo suficientemente avergonzado como para mirar a Belle a la cara.

Sin embargo, por alguna razón, no puedo evitar que una sonrisita estúpida se cuele en mis labios.

Deja de sonreír, idiota. Solo fue un tonto beso en la cara, nada más. pienso, regañándome por no poder quitar la sonrisa de mi cara.

Joder, parezco tonto.

— Solo... Solo acaríciame el pelo y ya, puppy. — ordeno intentando parecer indiferente ante su beso e ignorando completamente sus disculpas.

No lo entiendo, por alguna razón, no me molesta que Belle se tome este tipo de atribuciones conmigo, no me incómoda que ella quiera tocarme, ni que hable hasta por los codos. No sé qué me pasa con Belleza, pero desde que la conozco todo con ella es distinto. Diferente. Pero sea lo que fuere que me ocurre con ella, está bien.

Porque Belle me hace bien, y si me hace bien, entonces nada malo puede salir de ello, ¿O sí?

Soltando un suspiro, me acomodo un poco más y segundos después siento como tímidas caricias se reparten por todo mi cuero cabelludo.

Es agradable. Me gusta.

Un silencio se forma entre nosotros, uno bastante como, a decir verdad, pero como era obvio, Belle lo rompe comenzando a contarme cosas que no me interesa saber, pero que aun así escucho.

Más, sin embargo, no puedo evitar opinar cuando ella comienza a hablar del chico nuevo.

Ese imbécil al que le rompí la nariz hace unas semanas.

¿Por qué le hice?

Él muy hijo de puta estuvo hablando cosas que no debía de Belle en mi presencia. Me las estaba diciendo a mí, de hecho. Fueron cosas obscenas, indebidas y que para nada deberían asociarse con una chica tierna como mi amiga.

Entonces, cuando estábamos en la gran sala de este centro de rehabilitación—el lugar donde todo van a hacer distintas cosas como ver televisión, charlar, etc.—, y mientras esperaba a Belle, él imbécil se me acercó creyendo que yo era como él y comenzó nuevamente a decir obscenidades con respecto a mi amiga, y además de eso, pasó un brazo por mis hombros, abrazándome como si fuésemos amigos de toda la vida. Aquello fue la gota que rebaso el vaso, no resistí más y le rompí la nariz de un puñetazo.

Normalmente, no soy partidario de las peleas, no me gustan por diversos motivos, pero, ¡mierda!, estaba enfadado y ese imbécil se merecía ese golpe. De verdad lo merecía. Ningún chico debe de hablar de una chica como él lo estaba haciendo de Belle en ese momento.

Quise darle otro par de golpes aparte del puñetazo, más no pude al Belle detenerme apenas llegó.

Y estoy seguro de que todos, incluida mi amiga, piensan que golpeé al imbécil porque me tocó —porque todos saben que detesto el contacto físico—, pero no fue solo por eso. El golpe fue más por lo que dijo que mi amiga.

Quitando mi brazo de mi cara, la miro, inexpresivo y quizás, algo molesto por las palabras que salen de su boca.

¿Ese imbécil agradable? Por favor, si lo único quiere es llevársela a la cama. Él mismo me lo ha dicho antes de que lo golpeara.

Una dulce adicción (#1 GEMELOS EVERETT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora