Capitulo 18: A Atticus no le agradan las enfermeras.

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Atticus.


La puerta es tocada y unas enfermeras entran, aun cuando no les he dicho que entren. Una es esa mujer que regó esos rumores de mí y Belle, y la otra... Es una chica nueva, creo. No la he visto antes por aquí y parece ser de mi edad, quizás un poco mayor.

La enfermera chismosa sonríe con picardía.

— Ustedes los jóvenes van tan rápido. — comenta. Y Belle no tarda mucho para quitarse de encima y sentarse correctamente en la cama.

¿Ah? ¿Como dice?

Joder, será hija de puta esa mujer.

Tengo que poner todo de mi para evitar soltar un bufido de molestia, porque bueno, en realidad no tengo razón alguna para estar molesto aparte de las presencias indeseadas en mi habitación. Y ya quejarme de ello es una pérdida de tiempo.

La enferma que creo que es nueva, tiene el cabello rubio, piel clara, mejillas sonrosadas y los ojos azules, y sus labios están pintados de un color rojo intenso que me enferma.

Sus ojos azules no dejan de mirarme y eso me pone nervioso.

— ¿Qué tanto me ves? — le pregunto, con un tono borde y una mueca de desagrado.

Ella solo sonríe mirándome. Enarco una ceja porque no entiendo su mirada.

¿Y a esta qué le pasa?

— Atticus, traje estas pastillas para la ansiedad y para dormir. Antes de que escaparás te las iba a entregar. — avisa, dejándolas sobre la mesa mientras me indica cuando debo tomar las pastillas para la ansiedad y como debo tomar las pastillas para dormir.

No hago más que asentir, pasando a mirar a Belle quien había comenzado a jugar con una de mis manos. Sus manos son suaves, pequeñas y cálidas. Me gustan.

— Ah, cierto. — ríe después de unos segundos la enfermera chismosa. — Ella es la nueva enfermera, Cassie. Llegó hace tres días y estará a cargo de este piso. Cualquier cosa, pídeselo a ella.

Entonces, la rubia se me acerca un poco con una sonrisa radiante.

— Es un gusto, Atti. Espero que nos llevemos bien. — dice con una voz asquerosamente dulce. — Y como dijo la señora Sharon, puedes pedirme cualquier cosa. — dijo, guiñándome un ojo y colocando una mano sobre mi hombro, apretándolo suavemente. Eso... ¿Fue un coqueto o algo parecido?

Miré la mano que tenía en mi hombro y luego pasé a mirarla a ella. Sus ojos azules brillaban de la misma forma en que brillaban los de esas otras mujeres, con coquetería, con deseo... La bilis subió a mi garganta, asqueándome, mientras la ansiedad comenzaba a hacer presencia en mí, lenta y duramente.

Me removí incómodo, asqueado, quitando su agarre de mi hombro de una forma un tanto brusca. Ella... Ella no me agrada.

— No vuelvas a malditamente tocarme con tus asquerosas manos. — espete cabreado.

La enfermera rubia, me miró con sorpresa viéndose incómoda mientras sus mejillas adoptaban un tono rosado más fuerte y mordía su labio, sin saber que decir.

— No te necesito. Tengo a puppy. — declaré con hostilidad. — Y no me llames "Atti" que no soy tu jodido amigo.

— No puedes disponer de Belle siempre, Atticus. — comentó la señora Sharon, interviniendo, mientras soltaba una suave risa. — Recuerda que ella solo viene de voluntaria y que tú no eres el único aquí.

Entonces, paso a mirar a Belle con el ceño fruncido. Si no es ella, entonces no quiero a nadie. Ella es la única persona más confiable para mí aquí. Es mi amiga y la única persona que confió en mí cuando llegué aquí hace unas horas atrás.

—Ya, señora Sharon. — interviene Belle, frunciendo ligeramente el ceño. — No ponga palabras que no he dicho en mi boca, yo vengo todos los días para poder pasar tiempo con Atti, así que si estoy para él. Además, pronto tendré vacaciones, podré estar aquí todo el día. —alega, volviendo a sonreír.

La chica rubia, Callie, Carrie, o como sea que ella se llame, fulminó a Belle con la mirada, provocando que mi amiga se encogiese un poco en su lugar, al tiempo en que fruncía el ceño en total confusión.

— Largo de aquí. — gruñí, enfadado.

— No te preocupes, Cassie. Él es así de gruñón siempre. — la señora chismosa soltó una risa suave.

— ¡Lárguense! — ordené, pero ellas me ignoraron.

Sentí la rabia aumentar en mí, más, sin embargo, y temiendo lastimar a Belle como la última vez, me giré dándoles la espalda cabreada. Se que parece que hago un berrinche por las palabras de la señora chismosa y la presencia de esa mujer rubia, pero no es así.

Yo simplemente no quiero hablar con la chismosa, ni con la enfermera nueva. No me agradan, son irritantes y molestas.

Joder, como odio a algunas enfermeras de este lugar.

Belle.

No sé porque, pero una sensación muy extraña se cuela en mi pecho cuando veo a esa chica mirar a Atti. Es como yo cuando mamá hace galletas, solo que con algo más, algo que no sé identificar muy bien. Sin embargo, no hago mucho, solo me quedo jugando con una de las manos de Atti mientras los escucho hablar a todos en silencio.

Y no puedo evitar sentirme muy confundida cuando algo raro me hace aferrarme a la mano de Atti, esto tras esa chica, Cassie, guiñarle un ojo.

¿Me estaré enfermando?

¿Qué es eso? ¿Debería ir al médico?

Una sensación de regocijo, una que sé que está mal, me llena cuando Atti dice no querer que alguien más que yo lo atienda. No debería sentirme así, pero no puedo evitarlo. Sobre todo, porque yo... Yo últimamente prefiero pasar más tiempo con Atti que con los demás pacientes.

Es muy extraño y confuso, ¿Qué me estará ocurriendo?

Cuando ambas enfermeras se van y vuelvo a quedar a solas con Atti en la habitación, paso a ver a este, viendo que sigue dándome la espalda.

—Ya puedes darte la vuelta, ya se fueron. — le digo, aún sin soltar su mano, aun jugando un poco con sus dedos.

Las manos de Atti son grandes, y me gustan los tatuajes que tiene en los nudillos, unas letras pequeñas y bonitas, una carita feliz, además de una pequeña serpiente rodeando su dedo anular.

— ¿Crees que soy gruñón todo el tiempo? — pregunta Atticus, sacándome de mis pensamientos, mientras se hecha para atrás en la cama mirándome y sin soltar mi mano.

Es curioso. A Cassie le dijo que no volviese a tocarlo de nuevo, en cambio a mí, me deja hacerlo con total libertad.

Yo intento no reír por su pregunta. — No, en realidad, eres muy lindo. — respondo con honestidad.

Sus ojos brillan aliviados, sin embargo, sigue frunciendo el ceño.

— No soy lindo, puppy. ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? — cuestiona en una queja, alegando nuevamente mi mal gusto.

— Pero eres muy lindo, Atti. — respondo mirándolo.

Él niega soltando un bufido. — Joder, pareciera que de verdad necesitas ir al oculista para que revisen esa vista tuya. No puede ser que me encuentres lindo cuando soy todo lo contrario a eso.

— Tú eres quien debería ir al oculista. ¡De verdad que eres muy lindo, Atti! — le respondo, comenzando una pequeña discusión entre nosotros.

Misma, que no tiene ganadores al él seguir negando su atractivo físico y yo seguir asegurando que él es atractivo.

— ¿Qué has hecho estos días que estuve fuera? — pregunta, cambiando de tema, sabiendo tanto como yo que nuestra discusión no iba a llegar a ningún lado.

Una sonrisa brillante se instala mis labios y comienzo a contarle todo lo que hice en su ausencia.

Pasará tiempo con Atti es divertido. Él siempre me escucha con atención y, contrario a mucha gente, nunca se queja de que hablo demasiado.

Una dulce adicción (#1 GEMELOS EVERETT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora