Capitulo 55: Recuerdos dulces y dolorosos

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[Sábado, 10 de agosto del 2004]


Atticus frunció el ceño moviéndose inquieto en la cama. Hacía demasiado calor bajo las gruesas sabanas con las que lo habían cubierto y su hermano Scorpius lo abrazaba demasiado cuando dormía. Su mamá tambien le había puesto un pijama muy abrigado. Se sentía incómodo.

Sus pequeñas manos se pasearon por su cabeza, soltando una queja mientras separaba los cabellos largos de su cara. Odiaba el pelo largo, pero su mamá no se lo quería cortar porque decía que se veía bonito de esa manera, como un pequeño querubín. Aunque Atticus no sabía que era un querubín.

Los brazos pesados de Scorpius lo abrazaron de nuevo y Atticus se quejó, mirándolo enfadado.

Su papá les decía que no pelearan porque eran hermanos y tenían que quererse. Se lo dijo muchas veces, principalmente porque era Scorpius quien ganaba y le pegaba fuerte en partes que le dolían mucho. Atticus siempre lloraba después y su papá tenía que consolarlo. Pero... ahora Scorpius dormía. Además, estaba siendo molesto, entonces, ¿Por qué no pegarle un poco a su hermano ahora?

Con una cara enojada, Atticus golpeó fuertemente la mano de su gemelo y lo pateó, empujándolo. Scorpius solo se quejó un poco, se dio la vuelta y siguió durmiendo mientras abraza al señor Calladito, su osito de peluche favorito.

Atticus no hizo nada más porque sabía que su hermano lloraría si se despertaba y él no quería que su hermano llorara. Él no era un mal niño.

Él pequeño niño de ojos grises guardó silencio por unos segundos. Escuchó ruidos fuera de su habitación, tambien olía a algo dulce, como chocolate. Eso era el champú con el que su mamá lo había bañado, Atticus lo sabía. Ese champú olía bien, pero tenía un mal sabor. No era rico. Lo comprobó el mismo mientras se bañaba.

Atticus siguió escuchando.

La suave respiración de Scorpius se oía, tambien había un sonido que era como un tambor. Era algo como los latidos de un corazón... o eso le había dicho su papá cuando preguntó.

Una queja escapó de los labios de Atticus de nuevo. Hacía calor. Y quería hacer pipí.

Con esfuerzo se puso de pie, llevando consigo una manta de color amarillo con la que siempre dormía. Se cubrió con la manta a pesar de que hacía calor y se dirigió hacía la puerta con pasos rápidos.

Sus mejillas estaban rojas y su cabeza le dolía. Las ganas de hacer pipí tambien estaban creciendo.

Abrió la puerta rápidamente, mientras se estiraba. Después, corrió por el pasillo hasta la habitación de sus padres.

—¡Mamá! ¡Mamá! —gritó. Sus ojos estaban llorosos. Tenía mucho calor.

Unos ruidos se escucharon en la habitación. Una voz de hombre se escuchó.

—¡Mami! —Atticus gritó con su vocecita infantil, abriendo la puerta como pudo.

Su mamá estaba allí cubriéndose con una bata de dormir. Había un hombre en la cama que se parecía mucho a su papá, ¿Cuándo había vuelto? Su papi se había ido por trabajo y le dijo que no llegaría sino hasta mañana en la tarde cuando hablaron por teléfono.

—Mami, pipí. —Atticus lloró. —Quero hace' pipí.

La mujer lo cargó rápidamente y lo llevó al baño, cuando Atticus terminó, la mujer lo llevo hasta la habitación.

Él niño de cuatro años miró a su madre con ojos curiosos. La cabeza le palpitaba.

—¿Papi volvió? —preguntó. —¿Po' qué no fue a ve'me?

Una dulce adicción (#1 GEMELOS EVERETT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora