Se levantó de la cama sudada. Hacía calor, llegaba el verano. Se dio un baño rápido y bajó a desayunar. Después Blaz y ella se fueron a trabajar.
Ya llevaban allí casi 3 meses y el verano ya se notaba en todo su esplendor. A pesar de la primavera tan húmeda y fresca que habían tenido, el verano estaba empezando caluroso y seco. Llevaban meses sin ver llover. Aunque el sol brillaba con fuerza y todo a su alrededor parecía disfrutar de esa pequeña alegría que les daba aquellos rayos de sol ardientes. Lejos de las bombas, se respiraba incluso paz.
Dentro del pajar el calor era aún más sofocante.
- ¡Uf! -suspiró Laila- con tanto calor es difícil trabajar aquí dentro. -Se pasó la mano por la frente húmeda para secarse el sudor. No le sirvió de nada, segundos después, ya volvía a estar empapada.
- En cuanto terminemos con esto vamos a ver a las ovejas -propuso Blaz- Al aire libre y a la sombra se estará mejor. Y con mucha agua... Siento que me deshidrato. -Hizo un gesto como si desfalleciera y los dos rieron.
- Vale, eso me gusta como suena. -Aceptó Laila con felicidad. -Porque esto es insoportable. -Comentó haciendo como si fuera una dama en apuros y fuera a caer desmallada de un momento a otro.
Cuando llegaron a la sombra de su árbol, después de más o menos un cuarto de hora andando, tenían los dos mucho más calor. Limpiar las cuadra y gallineros con ese calor sofocante había sido duro, pero ya tener que subir la colina en busca de las ovejas a pleno sol, fue lo peor de todo.
Observó a las ovejas, había cientos de ellas. Estaban tranquilas, paciendo tranquilamente en su mundo en donde nadie les molestaba. Sintió envidia, ella hacía mucho que no se sentía así. Aunque la vida en la granja era muy tranquila, echaba de menos sentirse segura y sin peligros a su alrededor.
- Parece que todo aquí está bien -confirmó Blaz observando - ¿nos sentamos a descansar un rato aquí bajo el árbol?
Sin pensárselo dos veces se dejó caer en la hierba y Blaz la imitó sin pensarlo.
Comenzó a mirar todo a su alrededor y a lo lejos vio una casa, de color blanco con el tejado rojizo. Pero no parecía haber nadie, se la veía descuidada, casi como si estuviera abandonada. Llevaba meses allí y aún no había reparado en ella.
- Blaz, ¿en esa casa no vive nadie? -preguntó señalando a la casa.
No... - respondió él con aire de tristeza- ya no vive nadie... Pero antes si vivía gente.
- ¿Desde hace mucho?
- Algún tiempo- sus ojos comenzaron a humedecerse. Una profunda tristeza se apodero de su mirada.
Laila se dio cuenta de que algo referido a esa casa o a las personas que vivieron en ella no iba bien. Algo debió sucederles.
- ¿Qué pasó en esa casa?
Blaz miró al suelo, incapaz de levantar la mirada. No le gustaba que le vieran llorar.
- Si no quieres contarme no pasa nada, pero igual te viene bien desahogarte.
Le observó detenidamente. Se miraron a los ojos durante unos segundos. Laila le había demostrado que era buena amiga, y que podía confiar en ella. Cuando comenzó a hablar, seguía mirando al suelo jugueteando con una hierbecita.
- ¿Te acuerdas cuando llegaste aquí lo desagradable que fui con vosotros?
- Como para no acordarme, solo quería que me tragase la tierra. - Sonrió recordando lo mal que empezaron y lo bien que se llevaban ahora. - Aunque lo entendía... Ahora mismo solo os podemos dar problemas.
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Amor en el infierno (En Edición)
RomanceUna familia judía huye de su peor enemigo en esos años, los nazis. 1942, vagan por la Alemania nazi, intentando refugiarse en casa de unas personas que les ayudaran. Por desgracia uno de ellos no llegará a ese destino. Laila, protagonista de esta hi...